NÚMERO 11 | Noviembre, 2014

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Ayer y Hoy

«Porque esa es la ley primera». Reflexiones | Ariel Damián Goisin

Cuando indagamos sobre el concepto de ciencia pensamos directamente en la producción de conocimiento validado. A través de su práctica producimos conocimientos que gozan de jerarquía. La utilización de un método riguroso para su construcción diferencia este producto de otros saberes. La ciencia parte de la observación de fenómenos que convocan a la elaboración de modelos explicativos a partir de los cuales se formulan preguntas que nos permiten arribar a hipótesis. Las hipótesis permiten deducir principios y leyes que nos ofrecen patrones de funcionamiento.

Las Ciencias Naturales presentan por objeto de estudio la naturaleza y su método de estudio es definido como método experimental. Encuentran basamento en el razonamiento lógico y la metodología de las Ciencias Exactas como la Matemática y la Lógica. A diferencia de ellas, las Ciencias Humanas apuntan al estudio del ser humano y su cultura. Presentan un abordaje del conocimiento muy diferente al de las Ciencias Naturales y se rigen por otros imperativos. Si realizamos el ejercicio de pensar en profesionales de nuestro entorno cercano representantes de las Ciencias Naturales y Humanas las diferencias se evidencian de manera clara. Los científicos duros necesitan evidencia, sistemas cerrados, acabados. Luchan incansablemente hasta pulir cada borde de sus esqueletos teóricos. Sus andamiajes encuentran solidez en tanto logran una síntesis perfecta, despejando cualquier duda que opaque la brillantez de su edificio epistémico. Los humanistas, por el contrario, se animan a presentar nudos desatados, abren caminos y disfrutan de cada nueva visión que aportan. Molestan en el mejor sentido del término.

Las Ciencias Naturales se han pronunciado históricamente como las únicas con el derecho a acuñar el término científico. Han visto a las Ciencias Sociales como un campo de saber de una jerarquía menor quienes han luchado históricamente para recibir el respeto que no les dispensan sus hermanas experimentales. Las Ciencias Sociales o humanas proponen que si su objeto de estudio es cualitativamente diferente, se impone otra aproximación al saber para poder conocerlo.

La puja continúa hasta nuestros días y los Unitarios y Federales del conocimiento (invito al lector a hacer su propias deducciones) actualizan cotidianamente el dualismo cartesiano. René Descartes (La Haye, Turena francesa, 31 de marzo de 1596 – Estocolmo, Suecia, 11 de febrero de 1650), también llamado Renatus Cartesius, fue un filósofo, matemático y físico francés (1) quien ya habría planteado esta díada en la primera mitad del siglo XVII. Res Cogitans vs. Res Extensa, el mundo de las ideas vs. el mundo de la materia. Objetos de estudio y leyes de comportamiento distintas para uno y otro campo. Siglos presenciaron la contienda entre hombres del saber posicionados en uno y otro bando. Dentro de los marcos teóricos propios de quienes trabajamos en el campo de la salud mental podemos encontrar con facilidad a los herederos de las Ciencias Naturales y de las Ciencias Sociales.

El padre del Psicoanálisis muestra en sus primeros desarrollos teóricos, su fuerte impronta de formación en el campo de la Neurología. Freud había sido construido como un alumno prolijo de la escuela experimental y los conceptos de sus primeros escritos como la terminología que emplea dan cuenta de ello. Sin embargo, su saludable irreverancia y su intensa pulsión epistemofílica le permitieron en cada uno de sus desarrollos manchar su guardapolvo cada vez que fuera necesario. Podríamos considerar que como estudioso del ser humano Freud entendió desde el primer momento que no hablamos de Res Cogitans o Res Extensa en términos excluyentes. El individuo es soma y aparato en unidad y así debe ser entendido. Como el mejor Martín Fierro alentó en sus escritos la necesidad de poder construir puentes entre desarrollos teóricos de una y otra vertiente como via regia para abordar a sus pacientes. Para poder desarrollar sus teorías puso foco en aquel terreno al que la Ciencias Naturales no podían aportar respuesta desde los modelos que habían desarrollado. ¿Pacientes con sintomatología que la anatomía no podía explicar? Profesionales de la ciencia dura que sólo desde su campo y lineamientos metodológicos carecían de terapéutica regalaron a Freud terreno fértil de trabajo. De tal manera estos cuerpos paralizados que la ciencia respetada no podía mover permitieron construir un modelo en el cual traumas, vivencias, representaciones o Res Cogitans se expresaban como Res Extensa. Molesto descubrimiento para muchos, pero que para su dueño se volvió motor de un corpus teórico revolucionario. Si pensamos en «estas histéricas que mienten» encontramos como un mundo de ideas en conflicto entre diferentes instancias se vuelven soma y el Psicoanálisis vuelve posible alcanzar su dinámica como la apertura de líneas terapéuticas a partir de su comprensión.

Freud busca en todos los dualismos que acompañan su obra transformar la lógica de compartimentos estancos en una de vasos comunicantes. Entiendo que su escrito «Pulsiones y destinos de pulsión» (Freud, 1915) representa uno de los mejores ejemplos en que construye un sólido puente entre lo psíquico y lo somático permitiendo un vínculo que muchos entenderían como imposible. Refiere que la pulsión constituye un estímulo para lo psíquico y que, como tal, presenta diferencias claras con aquellos con un comportamiento propio de los fisiológicos. El estímulo pulsional es endógeno, actúa como una fuerza constante y, por tales características, la huída no resulta como alternativa de respuesta.

Propone denominar a este estímulo necesidad pasible de ser colmada a partir de la satisfacción entendida por aquella acción que permita una modificación que se vincule a su meta. La posibilidad de que a través de la acción muscular el ser vivo se sustraiga de determinados estímulos les otorga carácter de externos. Aquellos de los cuales no puede huir y que se presentan como una fuerza constante son aquellos que representan «la marca de un mundo interior» o la necesidad pulsional. En base a lo previamente citado se divide entonces un afuera y un adentro.

Las características de estímulo y fuerza constante de la pulsión traen por consecuencia «la incoercibilidad por acciones de huída». Vuelve sobre el modelo del «Proyecto de una Psicología para Neurólogos» (Freud, 1895) donde presenta el trabajo del aparato psíquico como tendiente a mantenerse libre de todo estímulo. Dicha incoercibilidad ante este estímulo interno le exige una serie de acciones que le permitan a través de la modificación del mundo exterior (acción específica) satisfacer a la fuente que genera este estímulo endógeno del que no se puede escapar. Por tal razón propone a la pulsión como el motor de desarrollo del aparato y refiere como hipótesis el hecho de que las pulsiones habrían sido resultantes de decantaciones de la acción de estímulos externos sobre la sustancia viva que habrían estimulado su modificación.

Si cabe alguna duda de su concepción acerca de el imperativo de abandonar posiciones reduccionistas en este dualismo sólo deben consultarse sus definiciones de la pulsión. Sin temer reiteraciones afirma: 1. «Concepto límite entre lo psíquico y lo somático» (es terreno común entre ambos, tiene carácter bifronte, pero no es sólo el primer campo ni sólo el segundo); 2. «Representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo» (el estímulo somático encuentra una agencia en lo psíquico que es la pulsión); 3. «Medida de exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal» (Freud, 1915).

Evidentemente el abordaje del soma no siempre es posible desde el mismo. Existen manisfestaciones corporales en las que sólo podremos intervenir desde una puerta diferente. Zuberman en su trabajo «Psicoanálisis y Hospital» (2002) explica que los psicoanalistas recibimos muchas veces aquello que la Medicina descarta, la sintomatología para la que sus producciones científicas no presentan respuesta. Si su saber no sirve para aliviar un padecer determinado entonces el mismo no es digno de recibir su atención. Lugar común en la práctica médica tradicional traducido en frases del estilo de «la verdad es que no te encuentro nada, yo te recomendaría que fueras a un psicólogo». Ese «resto» es al que Freud jerarquizó y con el que nos invitó a trabajar. Otorgó el mismo respeto a todos los saberes y se animó a ir más allá de afiliaciones partidistas que le hubieran podido otorgar una posición de mayor comodidad. Pudo entender que si su objeto de estudio era el ser humano y sus dinamismos psíquicos era menester poder comprender tanto a la Res Cogitans como a la Extensa.

La construcción de conocimiento exige humildad constante, hacer práctica de una buena escucha y abandonar posiciones religiosas para favorecer el diálogo entre campos de saber. En la medida que el mismo se vaya tornando más fluído se alcanzará mayor riqueza en esta empresa que nos concierne acerca de trabajar con el padecimiento de nuestros pacientes. Sólo de esta manera encontraremos alguna posibilidad en la ardua tarea de comprender la complejidad del sujeto.

Notas al pie

(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Ren%C3%A9_Descartes#cite_note-1

Extraido el 11-09-2014

Bibliografía

Descartes, R. (1641): Meditaciones metafísicas, Madrid, Alianza, 2005.

Freud, S. (1893): «Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos: comunicación preliminar», (S. Freud y J. Breur), AE, II.

Freud, S. (1895): «Proyecto de psicología», AE, I.

Freud, S. (1915): «Pulsiones y destinos de pulsión», AE, XIV.

Zuberman, J.: «Psicoanálisis y hospital», s/e, 2002.

Acerca del autor

Ariel Goisín

Ariel Damián Goisin

Comentarios

  1. Estimado Ariel:
    Los psicoanalistas Raquel Z. Zukerfeld y Rubén Zukerfeld han dedicado sus esfuerzos a la interdisciplina que es según ellos: “una unidad que alberga múltiples lenguajes, entrecruzamientos y creación de nuevas lenguas”
    También Eva Cristobal, Laura Lueiro y Sergio Rodríguez y otros se han ocupado de las neurociencias en diversos artículos y un libro.
    Tuve la suerte de traducir del inglés el original de “Las palabras pueden modificar la red neuronal” – Entrevista a François Ansermet y Pierre Magistretti, autores de libro: “A cada cual su cerebro – Plasticidad neuronal e inconsciente” – Katz editores (2006)
    Creo que estos autores y muchos otros que no menciono nos brindaron nuevos conceptos para pensar, ampliar y difundir una práctica integral más cercana a las necesidades de quienes lo necesitan.
    Con el tiempo la separación psique-soma que aún existe, podría volverse cosa del pasado.
    Saludos y gracias por su artículo,
    Víctor Michelon

  2. Victor: agradezco mucho tus comentarios y los referentes que citás que han trabajado por la interdisciplina. Afortunadamente encontramos con mayor frecuencia mentes más abiertas al diálogo entre diferentes campos de saber. La producción científica exige abordajes integrales del conocimiento como única vía para entender la complejidad del sujeto. Acuerdo contigo, “Ladran Sancho”. Nos esperan muchos caminos por recorrer, pero en eso estamos. Abrazo. Ariel

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