Analistas: pandémicos, contagiofóbicos, encuarentenados, en aislamiento social obligatorio

Área de Niñez y Adolescencia (Presentación en la mesa de intercambio de la Jornada de Interáreas de AEAPG, 2020)

 

Analistas: pandémicos, contagiofóbicos, encuarentenados, en aislamiento social obligatorio

Área de Niñez y Adolescencia

Había una vez un analista que trabajaba en su consultorio. Lo llamaban a su teléfono, se acordaba un horario para una primera Entrevista y, cuando el caso lo ameritaba, se establecían las variables del Encuadre para comenzar un tratamiento psicoterapéutico. Se consideraban: día y hora de la sesión, la frecuencia y los honorarios correspondientes. En resumen, se trataba de establecer un dispositivo a través del cual se diera lugar a un proceso, lo más cuidado y claro posible para que el tratamiento se desarrollara dentro los alcances y la continuidad que el mismo requería.

A este ejemplo de Modernidad lo continúan otros modelos, en principio, de la post Modernidad y, sobre todo, de la actualidad. Consideramos la post Modernidad como el momento del Analista saliendo del consultorio y abordando otros espacios de intervención principalmente Interdisciplinarios, llegando hasta las intervenciones en situaciones de catástrofes sociales.

A este apretadísimo resumen le sigue nuestra actualidad. Un buen día llegó el coronavirus y entonces nos inundó y conmovió nuestros dispositivos.

El paciente no viene a vernos a nuestro consultorio, nos llama por el dispositivo acordado y lo atendemos en su casa; a su vez nosotros estamos en nuestro lugar virtual. Abrimos y se abren nuevos espacios en esta nueva temporalidad, cargada de presente, donde el futuro inmediato se ha desdibujado. Estamos viviendo en otro Cronos, más cercano al tiempo cíclico. Berardi diría que estamos ralentizados, momentos propicios para la reflexión. Hoy los cálculos no resultan tan ajustados y las superposiciones y los olvidos se multiplican. Nadie asegura el ancho de banda y que el servicio no se corte por sobresaturación. Hablamos de tiempos de inestabilidad e incertidumbre.

Sin embargo, alguien viene en nuestra ayuda, el núcleo de nuestra teoría ilumina este panorama sombrío. El Inconsciente se presenta como el objetivo a develar. Las herramientas teóricas van dando cuenta de sus apoyaturas para nuestra tarea. Además, rescatar la utilización de la Tecnología como herramienta para reuniones grupales, donde se intercambian dudas y plantean interrogantes sobre el quehacer Clínico principalmente, es sin duda un acierto.

El primer efecto ante la cuarentena fue el desbande de pacientes y analistas en aislamiento. Vimos reacciones adecuadas a la grave situación y reacciones frívolas o exageradas frente a la pandemia. Les Niñes, en muchos casos, reaccionaron con tristeza y aceptación, no sin dejar de lamentar lo que estaba pasando. Podríamos decir que los padres reaccionaron con Pánico mientras que les Niñes mostraban sus estados afectivos: tristeza, asombro y finalmente rabia por no poder encontrarse con sus compañeres y amigues. Pronto, casi como un mundo paralelo, proliferaron audios y videos, tik-toks, obras de producción casera, fotos osadas y otras yerbas. Les aficionades a los videojuegos tuvieron su momento paradisíaco, ahora ya no juegan con tantas ganas, la prohibición le daba un extra adrenalínico que hoy no está en el mismo nivel. La continuidad de los tratamientos fue jaqueada, les niñes, por un lado, no se adaptaron al nuevo encuadre. Algunos terapeutas tampoco. Por el otro, la continuidad se sostuvo.

Una pequeña anécdota para compartir: Niño de 6 años, en una sesión por zoom, le dice a su analista; “¿Sabes qué extraño? Extraño cuando vos abrías la puerta y me dabas un beso y un abrazo”. La analista se estremece y siente en su cuerpo el afecto que solo el cuerpo sabe sentir. Paciente y analista son convocados por un mismo sentir; la tristeza por la pérdida del encuentro presencial.

El cuerpo como vehículo de expresiones e intercambios afectivos: estados emocionales, posturas y miradas. El cuerpo en la transferencia como compromiso vincular que se reafirma en la presencia aquí y ahora del/la Analista.

Esto que pasa y nos pasa, requiere de un tiempo de metabolización, como Laplanche refiere, digerir un suceso, acontecimiento que es inédito para nuestra generación, insólito e inusitado porque es el mundo global que lo está padeciendo.

Entendemos que más que nunca el caso por caso es una guía para nuestro trabajo. Otra anécdota, un paciente Adolescente le dijo a su Analista que no quería seguir el tratamiento por Internet: “Prefiero esperar a que se levante la cuarentena”. Nos preguntamos: ¿No habrá podido libidinizar el nuevo espacio signado por la tecnología? o ¿no pudo aceptar la pérdida del espacio terapéutico considerado por él como refugio, acompañamiento, lugar de escucha, confianza y privacidad? Ni este mundo distópico ni su casa le ofrecen esa posibilidad.

Reinventarnos personalmente, vincularmente y comunitariamente es hoy nuestro desafío. Queda entonces saber esperar el momento en que volvamos a trabajar en nuestros consultorios que en realidad nunca fueron lugares apacibles.

 

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