por
      Mabel Fuentes
      I.
      ¿Fantasía o fantasma? Consideraciones terminológicas
      En
      el idioma castellano corriente la palabra fantasía es usada para
      referirse a la actividad psíquica de la imaginación y a sus producciones
      (facultad de evocar imágenes, es decir, rastros de impresiones
      sensoriales, de inventar, crear o concebir). Está vinculada a la ilusión
      como error producido por la esperanza -poco fundada en lo real- respecto
      al cumplimiento de un deseo. También es considerada una idea falsa, referida
      a temores o suposiciones, que existen en la mente, pero no en el mundo.
      La
      palabra fantasma es usada para indicar la aparición con forma de ser real
      de algo imaginado o de un ser inmaterial, por ejemplo, el alma de un
      difunto. También a la persona disfrazada o al espantajo usados para
      simular la aparición de un espectro.
      El
      término alemán Phantasie, en su uso coloquial, es semejante a lo que en
      castellano entendemos por fantasía. Para referirse a lo que en castellano
      entendemos como fantasma disponen del término Phantom. En la obra de
      Freud, la palabra Phantasie adquirió connotaciones conceptuales diversas
      (véase II).
      En
      el idioma inglés,  phantasy o fantasy responden al concepto de imaginación,
      fantasía, ensueño. En tanto disponen del término ghost para indicar
      fantasma, aparecido, espectro. Susan Isaacs (autora kleiniana) propuso en
      "Naturaleza y función de la fantasía" (1948) usar "fantasy"
      para los sueños diurnos y "phantasy" para el contenido primario
      de los procesos mentales inconscientes. Para los autores kleinianos, la
      noción de fantasía desempeña un lugar fundamental en la teoría.
      "Las fantasías son, en primer lugar, los representantes psíquicos de
      instintos libidinales y destructivos [...] se elaboran también como
      defensas y como realizaciones de deseos y contenidos de ansiedad"
      (14).
      En
      la lengua francesa, "fantasme" se corresponde con nuestro español
      "fantasía": "producción de la imaginación por la cual el
      yo busca escaparse de la influencia de la realidad" (27), en tanto
      "fantôme" designa al fantasma como espectro. Lacan usa el término
      
      fantasme tanto para referirse a la palabra castellana "fantasía"
      en su uso coloquial, como para designar el concepto freudiano de fantasía, así como también para nombrar la noción nueva que introduce, y
      que en castellano usamos los psicoanalistas como "fantasma
      fundamental". Probablemente la preferencia de los autores lacanianos
      por el uso de  la palabra
      fantasma se deba a la influencia recibida por la traducción al castellano
      del  Diccionario de psicoanálisis de J. Laplanche y J.-B. Pontalis (15).
      Este
      concepto de Lacan figura, sin embargo, traducido en los Escritos en
      ocasiones como fantasía y otras veces como fantasma.
      II.
      La noción de fantasía en la obra de Freud
      En
      el apartado del libro de los sueños referido a la elaboración onírica
      secundaria (Capítulo VI), Freud menciona el papel de las fantasías o sueños
      diurnos como escalón preliminar de los síntomas histéricos agregando
      que "[...] además de tales fantasías conscientes existen otras
      -numerosísimas- que por su contenido y procedencia de material reprimido
      tienen que permanecer inconscientes". 
      
      Freud resalta el término "sueños
      diurnos" aplicado a las fantasías diurnas conscientes, ya que tienen
      en común con los sueños el ser realizaciones de deseos: "[...]
      tienen en
      gran parte como base las impresiones provocadas por sucesos infantiles y
      sus creaciones gozan de cierta benevolencia de la censura" (1). La
      elaboración secundaria del sueño intenta constituir con el material onírico
      algo como una fantasía diurna. Cuando dicha fantasía se encuentra
      constituida de antemano y guarda relación con las ideas latentes del sueño,
      pasa con facilidad al contenido manifiesto del mismo. "Existen pues
      sueños que no consisten sino en la repetición de una fantasía diurna
      que ha permanecido, quizás inconsciente" (1).
      En
      "Los dos principios del funcionamiento mental" (1910-11),
      Freud  plantea las
      relaciones de la fantasía con la realidad. 
      La sustitución del principio de placer por el principio de
      realidad que allí propone, deja
      libre de confrontación una actividad mental a la que se le permite
      regirse únicamente por el principio de placer: "Esta actividad es
      el fantasear, que se inicia en los juegos infantiles, para continuarse
      posteriormente como sueños diurnos [...]" (2).
      Estos
      sueños diurnos pueden ser conscientes o inconscientes, y son susceptibles
      de originar tanto sueños nocturnos como síntomas neuróticos. También
      intervienen en la producción artística: "[...] el poeta hace lo mismo
      que el niño que juega: crea un mundo fantástico y lo toma muy en serio;
      esto es, se siente íntimamente ligado a él, aunque sin dejar de
      diferenciarlo resueltamente de la realidad [...] mucho de lo
      que, siendo real, no podría procurar placer ninguno puede procurarlo como
      juego de la fantasía [...]" (3), tanto para el poeta como para su
      auditorio.
      Las
      mociones pulsionales insatisfechas
      son las fuerzas impulsoras de las fantasías, y "cada fantasía es
      una satisfacción de deseos, una rectificación de la realidad
      insatisfactoria". 
      "[...] la
      poesía, como el sueño diurno, es la continuación y el sustitutivo de
      los juegos infantiles" (3). Son estados psíquicos preliminares de
      los síntomas neuróticos.
      Resumiendo,
      desde Freud, la fantasía es una actividad psíquica presente en la vida
      corriente (juego de los niños, ensueños diurnos, elaboración secundaria
      del sueño, creatividad en el artista, disfrute de las producciones del
      arte) que puede en determinadas condiciones generar síntomas neuróticos,
      constituyendo un estadio preliminar de los mismos.
      Tales
      condiciones a veces son cuantitativas (su exacerbación) y otras veces están
      relacionadas con la relación de la fantasía correspondiente con los
      sistemas inconsciente y
      preconsciente: "Las fantasías inconscientes, o lo han sido siempre,
      habiendo tenido su origen en lo inconsciente, o, lo que es más frecuente,
      fueron un día fantasías conscientes, sueños diurnos, y han sido luego
      intencionadamente olvidadas, relegadas a lo inconsciente por la
      'represión' [...] la fantasía inconsciente integra una importantísima relación
      con la vida sexual del individuo, pues es idéntica a la que él mismo
      empleó como base de la satisfacción sexual, en un período de masturbación"
      (7). El contenido de las fantasías inconscientes en los neuróticos es
      similar a las situaciones creadas por los perversos para su satisfacción
      sexual en la realidad.
      Como
      vemos, la fantasía desempeña un papel importante en la masturbación del
      niño y del adulto. En su artículo "Pegan a un niño" (1919),
      Freud desarrolla ampliamente estas cuestiones. Allí se despliega esta
      frase -que describe una escena imaginada como soporte de la satisfacción
      masturbatoria- y se examinan sus relaciones con el sadismo y el masoquismo,
      el complejo de Edipo y las cuestiones de la ubicación del sujeto en esa
      escena. Freud analiza esta fantasía -que en última instancia esta
      referida al deseo de recibir una satisfacción sexual y amorosa por parte
      del padre- a través de una serie de sustituciones de los personajes (del
      soñante y del padre) y una serie de inversiones gramaticales que
      recuerdan las propuestas en "Pulsiones y destinos de pulsión"
      (1915), revelando que la frase que describe la escena que acompaña al
      onanismo: "pegan a un niño", tan enigmática al principio, está
      vinculada con dos pasos previos: uno, susceptible de ser recordado,
      "el padre pega a un niño"; el otro, inconsciente y reprimido,
      tiene un carácter masoquista, "yo soy pegado por el padre". Ese
      "ser pegado" contiene a la vez culpa y erotismo: "no es sólo
      el castigo de la relación genital prohibida, sino también su sustitución
      regresiva" (8). Esta fase intermedia reprimida e inconsciente sólo
      puede ser reconstruida en el análisis. 
      Observamos
      lo complejo y dificultoso de situar la noción de fantasía (Phantasie) en
      Freud respecto de los sistemas  Cc.-Inc.-Prec. En un apartado de su artículo "Lo inconsciente" (1915),
      Freud nos presenta a las fantasías como ramificaciones de impulsos
      inconscientes, con un alto grado de organización, apenas diferenciadas de
      los productos del sistema Cc., pero al mismo tiempo son inconscientes e
      incapaces de conciencia. "Pertenecen, pues, cualitativamente, al
      sistema Prec.; pero efectivamente al Inc.". Son productos
      "mestizos". "De esta naturaleza son las fantasías de los
      normales y de los neuróticos, que reconocimos como fases preliminares de
      la formación de sueños y de síntomas".
      Por
      último, Freud considera la existencia de protofantasías o fantasías
      originarias (Urphantasien). Se
      encuentran de modo muy general en los seres humanos 
      y su explicación sería filogenética. Sus contenidos se refieren
      a la vida intrauterina, escena del coito entre los padres, castración y
      seducción: o sea, temas referidos a los orígenes, por lo que algunos
      autores prefieren considerarlos como mitos colectivos cuya universalidad
      está relacionada con su conexión con el complejo edípico.
      III.
      El fantasma en la enseñanza de Lacan
      Lacan
      usa "fantasme" (que podría traducirse por fantasía pero se
      tradujo más habitualmente como fantasma) tanto para referirse al concepto
      freudiano (cuya amplitud hemos recorrido) como para designar lo que él
      introduce como concepto nuevo.
      Le
      da una fórmula matemática: $<>  a (Sujeto barrado  losange objeto
      a).
      El
      <> (rombo o losange) indica una relación de doble implicación
      (implicación recíproca) entre los términos que une, es decir:
      
      $
      (Sujeto barrado)   si y
      solamente si    objeto
      a,
      
      y
      recíprocamente:
      
      objeto
      
      a      si
      y solamente si    $
      (Sujeto barrado).
      
      Así
      como en lógica de enunciados decimos “Si p
      entonces q”.
      También
      el  losange (<>) indica los signos 
      
      (intersección)  y 
      
 (unión) 
      en teoría de conjuntos.
      Lacan
      designa con esta fórmula la relación del sujeto del inconsciente (sujeto
      barrado) con el objeto causa del deseo (objeto a), indicando una
      relación estable del sujeto con aquello que lo causa en su deseo y, por
      ende, lo divide.
      En
      este sentido (ya que el uso en plural -fantasmas- suele superponerse a las
      fantasías en sentido freudiano), el concepto y su fórmula
      correspondiente aparecen por primera vez en el grafo de la constitución
      del sujeto -también llamado grafo del deseo- presentado en el  Seminario
      5. Las formaciones del inconsciente (1957-1958).
      En las últimas clases de ese seminario
      introduce en el grafo
      un segundo piso. Allí aparece la fórmula del fantasma (sujeto barrado 
      losange objeto a) como respuesta al deseo del Otro (indicado con
       d minúscula).
      DIBUJO
      1: Grafo del deseo
      
      
      Referencias:
                 
      1.  Cadena
      significante del Otro
                  2. 
      Cadena significante del
      sujeto
                 
      3. 
      Vector de la intención del hablante
                
       4. 
      Mensaje del Otro
                  5.
      Código (fórmula de la pulsión)
                 
      6. Mensaje
      del sujeto
                 
      7.
      Código (lenguaje)
                 
      $ <> a.   Fórmula del fantasma
                 
      d. 
      Deseo del Otro
                 
      m. 
      Yo (moi)
                 
      i (a).  Imagen del
      semejante
       
      En
      el grafo, el fantasma es lo que separa el piso superior correspondiente a
      la cadena significante del Otro (el discurso efectivamente pronunciado por
      los padres) de la cadena significante del sujeto (referencias 1 y 2 en el
      dibujo 1).
      A
      nivel del mensaje en la cadena significante del sujeto (referencia 6 en el
      dibujo 1), un significante de producción propia sustituye al significante
      traumático que integra la cadena significante del Otro. Esto resulta
      posible si en momentos instituyentes el mensaje dirigido por la madre al
      niño fue interdictado por la función paterna: mensaje de “no” sobre
      el mensaje de la madre (respecto a su deseo de tomar al niño como su falo
      faltante) (referencia 4 del dibujo 1)
      Esta
      posibilidad de metaforizar, es decir, de sustituir un significante (del
      deseo del Otro) por otro significante (de producción propia), genera una
      separación entre las dos cadenas significantes (la del sujeto y la del
      Otro). Así, el que deviene por ello sujeto
      (dividido) no será más hablado “en bruto y en directo” por el Otro,
      sino bajo la forma de su inconsciente. “El inconsciente es el discurso
      del Otro”, nos indica Lacan.
      La
      separación de ambas cadenas significantes está mantenida gracias al
      fantasma. Ésa es la estructura de la neurosis (tanto histérica como
      obsesiva). El neurótico confunde la falta en el Otro con su demanda (fórmula
      de la pulsión, referencia 5 del dibujo 1), ya sea sosteniendo el deseo
      como insatisfecho o como imposible evita la confrontación 
      con la angustia, que en cambio se hace evidente cuando sólo está
      cubierta por el objeto fóbico.
      El
      grafo del deseo, introducido
      en el  Seminario 5, continúa su desarrollo a lo largo del  Seminario
      6. El deseo y su interpretación (1958-1959) y llega a su culminación
      en el escrito “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo” (1962)
      Hasta
      ese momento Lacan no despliega la fórmula del fantasma (sujeto barrado 
      losange objeto a) en los dos términos que la constituyen. Se trata
      de la respuesta, como tal,
      imaginaria, a la pregunta por el deseo del Otro, ya que el deseo del Otro
      es una x, un enigma permanente, deseo siempre de otra cosa. El sujeto
      (barrado) responde con su yo
      (moi) a la pregunta que se hace:  ¿Che vuoi? ¿Qué me quieres? ¿Qué
      quieres de mí respecto a yo (moi)?
      A
      este 
      ¿Che vuoi? (¿Qué quieres?) Lacan lo toma de una novela de Cazotte, El diablo enamorado, evocando la relación del
      superyó -encarnado
      en la voz cavernosa del diablo- con aquel que con él pacta para obtener
      el cumplimiento de todos sus deseos.
      La
      pregunta por el deseo del Otro toma ese matiz diabólico debido a la
      indeterminación que encierra: ¿dónde termina el deseo
      y empieza su goce?
      Hasta
      dónde la sujeción al Otro, la demanda de su amor, sostienen “el
      pisoteo de elefante del capricho del Otro”. “Es ese capricho […] el
      que introduce el fantasma de la Omnipotencia no del sujeto, sino del Otro
      donde se instala su demanda […] y con ese fantasma la necesidad de su
      refrenamiento por la Ley” (20). Ante el deseo del Otro como opaco,
      oscuro, el sujeto está sin recursos, indefenso: “He aquí el fundamento
      de lo que en análisis ha sido situado como la experiencia traumática”
      (17).
      
Es
      la relación del yo al otro [líneas de retorno en el dibujo 1, m- i(a)] la que pone
      remedio a esa indefensión situando algo como un señuelo a nivel del piso
      superior ($ <> a)- d.
      Esta relación entre los dos pisos del grafo del deseo (dibujo 1) se hace
      posible porque la imagen del otro i
      (a) permite advertir la castración a nivel imaginario: -φ.  Lo
      que le falta a la imagen deseada (lo es debido a la investidura narcisista
      que recibe) será el antecedente del objeto causa del deseo: el a.
      A
      la pregunta ¿Qué me quieres?, se pide al Otro que responda en términos
      de pulsión (referencia 5 en el dibujo 1). El yo (moi) toma función de
      objeto en el fantasma. Objeto ofrecido al deseo del Otro que acota su
      infinito deslizamiento metonímico, congelándolo en una respuesta
      tranquilizadora: “no quiere más que eso”, que sea su bomboncito, su
      basurita, su muñequita, su tesoro, su cruz [...] (objeto a oral,
      anal, mirada, voz...) [...] algo toma valor de objeto privilegiado y
      detiene este deslizamiento infinito… (del significante).[...] un objeto a
      toma en relación al sujeto este valor esencial que constituye el fantasma
      fundamental donde el sujeto se reconoce él mismo como detenido (fijado)
      en relación al objeto [...]” (19).
      El
      “ser” del niño se aliena en una falsa respuesta, forzado por la
      necesidad de ocupar algún lugar en el deseo de ese Otro que viene
      respondiendo a sus primeras demandas y que se ha vuelto indispensable para
      él, más allá del plano de la necesidad.
      Estática
      del fantasma, pariente de lo estatuario del yo (moi), de la muerte en la
      imagen coagulada de sí,  contrapuesta
      al movimiento incesante del sentido en el significante. Por un lado, gramática
      del fantasma, por el otro retórica del inconsciente (metáfora y
      metonimia) en la producción del sujeto
      como efecto de discurso.
      Como
      vemos, el fantasma adquiere características paradójicas, es un recurso
      frente al deseo del Otro y, por consiguiente, un remedio contra la
      angustia, y en última instancia contra un goce inconmensurable; por medio
      del significante fálico 
      
 ,
      ese goce se rodea, se “parlotea” alrededor de las formas del
      objeto a. Por otro lado, su fijeza –propia de lo imaginario-
      detiene el devenir, el “ir siendo”, y captura en un goce, que
      Lacan llamará con propiedad, goce fálico, goce del bla, bla, bla...
      En
      estos primeros tiempos de la enseñanza de Lacan, el objeto a todavía
      no ha sido definido completamente. La noción que le antecede es la de
      objeto fálico. “Para gustarle a la madre […] basta y 
      es suficiente con ser el falo” (16). El falo como lugar de lo que
      le falta a la madre, y, por lo tanto, el niño aspirará a ocupar ese lugar, 
      tenderá a identificarse con el objeto del deseo de la madre. Para
      devenir sujeto del deseo es necesario haber sido desalojado de ese lugar,
      efecto de prohibición que hace a la función paterna y permite la puesta
      en marcha de la metáfora.
       
      Nombre del Padre        Deseo de la Madre
      ------------------------    
      -------------------------
       
      Deseo de la Madre                 
      X
       
      El
      objeto fálico que mediaba entre la madre y el niño se eleva a la categoría
      significante: de φ a 
      
      (de  fi minúscula a  fi mayúscula). El falo imaginario será
      sustituido por el significante del Nombre del Padre (que aquí equivale
      al falo como significante)  y
      el significante del deseo de la madre quedará bajo la barra, es decir
      reprimido, posibilitando de ahí en más todas las sustituciones, abriendo
      el camino de la metáfora.
      Es
      así que el sujeto puede tomar su propia palabra a nivel del mensaje
      (referencia 6 en el dibujo 1)
      A
      nivel del Edipo masculino habrá que negativizar el valor fálico del
      pene. El hombre tiene que renunciar al goce masturbatorio para hacer del
      cuerpo de una mujer (o parte del mismo) metáfora del goce perdido, goce
      incestuoso. Así pasa del - φ (menos  fi) al objeto a.
      Alguna parte del cuerpo femenino pasará a representar la causa de su
      deseo.
      Entre
      el desarrollo del concepto de falo como objeto φ (fi minúscula) 
      y la noción de  objeto a como causa de deseo hay interpolados dos
      aportes:
       
      
      1)
      En el  Seminario 7 (1959-1960), Lacan retoma la noción de das
      Ding: “la cosa freudiana” que se hace deseable precisamente porque está prohibida. “Das Ding” como objeto de goce es inaccesible.
      Este desarrollo es afín al Escrito “Subversión del sujeto y dialéctica
      del deseo en el inconsciente freudiano” (1960), donde Lacan indica: “La
      castración quiere decir que es preciso que el goce sea rechazado para que
      pueda ser alcanzado en la escala invertida de la Ley del deseo”.
      2)
      En el  Seminario 8 (1960-1961), Lacan toma la noción de agalma
      (extraída de El banquete de Platón) para aportar su característica
      parcial y misteriosa al objeto del deseo (algo en el otro que me hace
      amarlo). Estos matices se formalizan en el  Seminario 11 (1964) con
      relación
      al lugar del objeto a en la transferencia; el analizado “dice”
      a su interlocutor, el analista: “Te amo, pero porque inexplicablemente
      amo en ti algo más que tú, el objeto a minúscula, te mutilo”.
      El
      falo como objeto empieza a colocarse gradualmente en una serie de los
      objetos a (sus formas) pecho, heces, mirada, voz, falo (Seminario
      10). Más adelante, el falo desaparece de esta lista, subsistiendo sólo los objetos de la pulsión parcial. Objetos intermediarios
      entre el sujeto y el Otro, en el que tiene que constituirse como dividido
      (castrado o barrado)
      El
      piso escópico de la constitución del deseo es privilegiado en el
      fantasma, por eso a menudo es identificado con una escena que hace marco a
      lo real.
      Hay
      un primer tiempo de alienación
      al Otro en que la castración aparece como una falsa alternativa: o bien
      el objeto a queda en el campo del Otro y el sujeto queda amputado
      (en falta), o bien el objeto a queda en el campo del Sujeto y el
      Otro resulta castrado. Dos versiones de la alienación que Lacan resuelve
      formulando “ni lo uno, ni lo otro”. Por lo que postula la segunda
      operación: la separación: El
      Sujeto está en falta, el Otro también. El objeto a será aquello
      que les falta a ambos, lo que los castra. La castración, entonces, recae
      tanto sobre el campo del sujeto, como sobre el campo del Otro.
      DIBUJO
      2: 
      Dos versiones de la alienación
      
      
       
                 
      
DIBUJO
      3:
      Operación de separación
   
    
      
      
El
      objeto a así constituido, es el objeto de la pulsión
      transformado en objeto causa del deseo, ése es el objeto del fantasma, lo que sostiene el deseo del sujeto,
      lo que lo divide, lo castra, y por ello causa al sujeto en su deseo.
      Hay
      una relación de doble implicación:
      Si  
      $ entonces a       
      que se escribe       
      $    
    
      a
      Si  
      a  entonces $      
      que se escribe       
      a     
    
      $
      Por
      lo tanto:                            
                                   
      $  
 
      a
      (una de las lecturas posibles del rombo
      o  losange <>)
      El
      objeto a tiene su soporte corporal, se trata de los aparejos del
      cuerpo que están “listos para suministrar” lo que el fantasma “va a
      llevar” (Seminario 14), que difiere de aquello con que los cuerpos
      pueden aparearse.
      Se
      trata del “seno, el escíbalo, la mirada, la voz, estas piezas
      separables, sin embargo profundamente religadas al cuerpo” (25). Es una
      operación de estructura lógica, efectuada sobre el “hablante” y no
      sobre lo “viviente”.  El
      modelo de estas formas del objeto a es la placenta
      (Seminario 10).  Está
      en el cuerpo de la madre pero no le pertenece. Tampoco al cuerpo del niño.
      Es un órgano intermediario entre ambos que cae como desecho después del
      parto. Metáfora de la división subjetiva, división del sujeto, división
      del Otro, lo que resta, es el objeto a.
      El
      fantasma es el modo en que el Otro se mantiene presente en la
      estructura neurótica –y al mismo tiempo intermediado-, sea como relación
      con la causa del deseo, sea como forma de ofrecerse al goce del Otro.
      Ofreciendo el yo (moi) como objeto al goce del Otro, el neurótico se
      preserva de confrontarse con un goce más absoluto, por ejemplo, en relación
      directa con su cuerpo. Es por eso que Lacan dice que el
      fantasma es una defensa frente al goce del Otro.
      “Pues
      el deseo es una defensa, prohibición de rebasar un límite en el goce”
      (20).
      Recapitulando:
          1.
          El
          fantasma es la respuesta que el sujeto construye al enigma del deseo
          del Otro.
          
2.
          El
          fantasma es el sostén o soporte del deseo.
          
3.
          El
          fantasma es una defensa frente al goce del Otro.
          
4.
          El
          fantasma es aquello a través de lo cual “somos gozados” por el
          Otro.
      
Esta
      última posibilidad (Seminario 18) es la que determina que en la cura
      analítica de las neurosis el fantasma sea el eje alrededor del cual se
      opera la transformación del goce en deseo, angustia mediante (del goce al
      deseo hay un paso lógico necesario que es la angustia).
      Se
      trata de poner en evidencia que no sólo el goce está prohibido, sino que
      es imposible. Hay un viraje en la posición del sujeto: pasa de estar
      ofrecido a través de su yo (moi) como objeto al goce del Otro, a estar
      causado en su deseo por el objeto a que lo divide: “En ese punto
      de falta tiene que reconocerse el sujeto” (24). A esto se denomina
      travesía o atravesamiento del fantasma fundamental, uno de los pilares en
      los que Lacan se apoya para decir que el análisis es terminable.
       
      
      Bibliografía
      
      1.
      Freud, Sigmund.: La
      interpretación de los sueños, O.C., vol. 2, Madrid, Biblioteca
            
                                
      Nueva, 1974.
      2. —
      : "Los dos principios del
      funcionamiento mental", O.C., vol. 5,   
                                        
      Madrid, Biblioteca Nueva, 1974.
      3.
      — : "El poeta y los sueños
      diurnos", O.C., vol. 4, Madrid, Biblioteca
                                        
      Nueva, 1974.
      4. —
      : "Fantasías histéricas y su
      relación con la bisexualidad", O.C., vol.  
                                         
      4, Madrid, Biblioteca Nueva, 1974.
      5. — : "Generalidades sobre el
      ataque histérico", O.C., vol. 4, Madrid,
                                          
      Biblioteca Nueva, 1974.
      6.
      — : "La novela familiar del neurótico",
      O.C., vol. 4, Madrid, Biblioteca
                                         
      Nueva, 1974.
      7.
      — : "Lo inconsciente", O.C.,
      vol. 6, Madrid, Biblioteca Nueva, 1974.
      8.
      — : "Pegan a un niño", O.C.,
      vol 7, Madrid, Biblioteca Nueva, 1974.
      9. Fuentes, Mabel.:
      "Del analista
      en el fantasma",  trabajo presentado
      en las Primeras  Jornadas de
      Carteles del Area de Lecturas Lacanianas de la AEAPG, 1994.
      10.
      — : "El yo y el fantasma", trabajo presentado en las Segundas Jornadas de
      Carteles del Area de Lecturas Lacanianas de la AEAPG, 1995.
      11.
      — : "El
      afecto desde Lacan", conferencia preparatoria para las XX
      Jornadas de Psicoanálisis con Niños y Adolescentes de la AEAPG, 2001.
      12.
      — : "Adolescencia y
      fantasma", trabajo presentado en las XXII Jornadas de Psicoanálisis con
      Niños y Adolescentes de la AEAPG, 2003.
      13.
      — : "Sobre la clínica de borde",
      Revista de la AEAPG. Psicoanálisis contemporáneo, nº 28, 2003.
      14.
      Isaacs, Susan: Naturaleza y
      función de la fantasía, en Desarrollos en psicoanálisis. Ediciones
      Hormé, 1971.
      15.
      Laplanche, J. y Pontalis, J.B.: Fantasma, en Diccionario de psicoanálisis, Barcelona, Editorial
      Labor, 1971.
      16.
      Lacan, Jacques: El Seminario.
      Libro5, Las formaciones del inconsciente, Buenos Aires, Paidós, 2001.
      17. —
      : "El Seminario. Libro 6, El deseo y su interpretación" (inédito).
      18. —
      : El
      Seminario. Libro 7, La ética del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós,
      1991.
      19. —
      : El
      Seminario. Libro 8, La transferencia, Buenos Aires, Paidós, 2003.
      20. —
      : "Subversión
      del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", en
      
      Escritos 1, México, Siglo XXI, 1972.
      21. —
      : "Kant
      con Sade", en  Escritos 2, México, Siglo XXI, 1972.
      22.
      — : "Posición
      del inconsciente", en  Escritos 2, México, Siglo XXI, 1972.
      23.
      — : "El
      Seminario. Libro 10, La angustia" (inédito).
      24.
      — : El
      Seminario. Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del  psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1986.
      25. —
      : "El Seminario. Libro 14, La
      lógica del fantasma" (inédito).
      26.
      — : "El
      Seminario. Libro 18, De un discurso que no fuera de la apariencia"
      (inédito).
      27. 
      Rey-Debove, J.
      y Rey, A.:  Le nouveau Petit Robert, Dictionnaire de la langue  francaise,
      9ª Edición, París, 1993.