NÚMERO 24 | Octubre 2021

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Psicoanalistas Dixit | Graciela Cohan

Abrimos esta nueva sección de la Revista actualizando reflexiones de analistas que permitan ampliar las lecturas propuestas en cada número. En torno a sexualidades, hoy compartimos algunos aspectos del pensamiento de tres analistas: Marie Langer, Willy Baranger y Mária Török.

MARIEL LANGER (1910- 1987). Psicoanalista argentina de origen europeo, cofundadora de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Iniciadora del psicoanálisis de Grupo junto a Armando Bauleo. Formó parte del movimiento Documento y Plataforma en los 70. Al ser amenazada durante la dictadura militar, debió emigrar y se radicó en México donde desplegó una intensa actividad en el campo del psicoanálisis. Autora de numerosos artículos y libros.

Psicoanalíticamente, el tema de la menstruación ha sido objeto de muchas más investigaciones que otras funciones femeninas. Se ha dicho mucho sobre la menstruación, sus tabús y su efecto traumático tanto sobre el hombre como sobre la mujer. Sin embargo, existen muy pocos historiales clínicos publicados que se refieran concretamente a este tema, Además, tal vez el mismo enfoque “falocéntrico”, es decir, el considerar a la mujer como varón castrado, haya sido responsable de que las investigaciones se detuvieran durante tanto tiempo en un plano relativamente superficial. Se insistió en la apariencia de castración de un pene imaginario que la menstruación a menudo tiene para la mujer, sin llegar a explicar satisfactoriamente por qué se presenta esta idea de castración y contra qué ansiedades más profundas sirve de defensa, Para poder descubrirlas era menester profundizar el análisis de las pacientes sin prejuicios teóricos. Para ello era preciso la revisión de todo el enfoque “falocéntrico” de la teoría psicoanalítica sobre el desarrollo femenino. Además, este cambio teórico sobre la femineidad encontró su fundamento biológico en los progresos de la investigación endocrinológica ulterior. Pues, aunque parezca ilógico, sólo después de esta revisión de conceptos se llegó a comprender que la menstruación puede significar una manifestación placentera e inherente a la femineidad. Es cierto que la menstruación significa, en cada ocasión, la pérdida de una esperanza de maternidad, pero simboliza simultáneamente para la mujer su juventud y su fecundidad, su capacidad de regeneración continua y la promesa de una nueva maternidad.

Langer, M. (1964). La Menarquia y los trastornos ulteriores. En M. Langer, Maternidad y sexo (p. 89). Buenos Aires: Paidós.

Aunque envejecer siempre es penoso, y más aún si se quiere a la vida, este proceso se volverá “crítico” únicamente debido a un interjuego de factores personales, ambientales y sociales. Pero el cambio concreto, biológico, que experimenta la mujer en esta época de su vida, revivirá en su inconsciente siempre las experiencias y los conflictos psicológicos de cambios vividos anteriormente por ella. Helene Deutsch ve en el climaterio y sus reacciones psíquicas y somáticas tanto una repetición como la contraparte de la menstruación. La mujer pasa por un estado psicológico de dudas, vacilaciones, temor al futuro, intensificación y rechazo de su sexualidad, de oscilación entre el deseo de aislarse y una gran actividad social, etc., que se parecen en mucho a las reacciones de la niña púber … mientras que el clima de las fantasías, los deseos y conflictos puberales es el resignado “demasiado temprano”, la mujer climatérica tropieza en sus intentos de realización con un triste “demasiado tarde”.

Langer, M. (1964). El climaterio. Consideraciones finales. En M. Langer, Maternidad y sexo (p. 225). Buenos Aires: Paidós


MÁRIA TÖRÖK (1925-1998). Psicoanalista formada en Francia con una larga trayectoria. Autora junto con Nicolás Abraham de numerosos trabajos que abordan las experiencias infantiles, el desarrollo de la sexualidad y el concepto de trauma psíquico.

Es la “envidia del pene” en la mujer, así como los esfuerzos para hacerla renunciar no pueden desembocar, en la perspectiva analítica de Freud, más que en un callejón sin salida. Ahora bien, si la tesis de la unisexualidad del estadío fálico se confirma en los fantasmas correspondientes a este estadío, parece que de hecho este estadío puede recibir una explicación propiamente psicoanalítica y que no puede satisfacer esta declaración de impotencia que hace intervenir a la biología.

 No es menos cierto, además, que en el análisis, el deseo de la mujer de tener un “pene”, es decir, de ser “hombre”, se denuncia a sí mismo como un subterfugio, en razón de su mismo carácter envidiosos. Un deseo puede ser saciado, una envidia nunca. La envidia no puede engendrar más que la envidia y la destrucción.

Sucede que el falso deseo, proclamado por la envidia, recibe un simulacro de satisfacción. Tales son las llamadas actitudes “fálicas” de algunas mujeres completamente alienadas en la imitación del otro sexo, al menos según la imagen que tienen del mismo, el frágil edificio que así construyen no abriga más que el vacío, la angustia y la frustración. El problema del análisis, justamente, es el de sacar a la luz un auténtico deseo, afligido por prohibiciones, que gime enterrado bajo las apariencias de la envidia. Aquí, como en otros aspectos, tomar al píe de la letra las protestas del analizado será cerrar la puerta al análisis. (p. 170)

Pero el analista que no duda en afrontar este “hueso” de la cura, que constituye la “envidia del pene” tratará en primer lugar de sacar a la luz a la naturaleza del conflicto que engendra tal solución de desesperación.”

Para Freud el objeto, y aún el Objeto, vale en la economía de los individuos como simple mediador hacia el fin de la pulsión: la satisfacción. Por supuesto los objetos-cosas tienen su nombre y su especialidad, por lo tanto, también son objetivos: el hecho de ser parecidos para todos los convierte en propios para el cambio, pero también para la disimulación de los deseos. ¡No es la tarea del análisis la de encontrar detrás de la cosa el deseo que a la vez la niega y realiza? Así, analizar por las cosas como el “pene” o el “pecho”, sea éste el del analista, y que acucia a tal enferma envidiosa ¿no es exacerbar las contradicciones que afectan a los objetos (y a los Objetos) en lugar de levantarlas, haciendo aparecer (y al mismo tiempo desaparecer) los conflictos internos que implica la satisfacción de un deseo vital? La realización del deseo no es asunto de las realidades objetivas. Depende de nuestro poder de satisfacernos y de nuestro derecho a la satisfacción, es decir, de la libertad para poner en marcha los actos relacionales de nuestro cuerpo. (p. 171)

La “envidia del pene” desaparecerá sola, el día que haya cesado el penoso estado de carencia que la suscitó. (p. 172)

Torok, M. (1973). La significacion de la envidia del pene en la mujer. En J. Chasseguet-Smirgel, La sexualidad femenina, nuevas aportaciones psicoanalíticas (pp. 170-172). Barcelona: Laia.


WILLY BARANGER (1922-1994). Psicoanalista argentino de origen europeo. Su amplia obra está dedicada a la teoría de la técnica y aporta sus reflexiones sobre el campo analítico enlazando las ideas de Melanie Klein y Lacan a una lectura de Freud que no le teme a la crítica y al debate.

  1. El enfoque económico y su corolario, el concepto de una energía psíquica que pueda “cargar”, “contracargar”, “descargar” imágenes mentales o huellas mnémicas, no corresponden a nada concreto en la experiencia analítica.
  2. El enfoque económico implica una teoría de la emoción, de la acción y del pensamiento como distintas formas de descarga de tensiones. Esta teoría queda descartada por Freud en 1920 cuando descubre la existencia de fenómenos “Más allá del principio del placer”, es decir, más allá del esquema tensión- distensión.
  3. Las características atribuidas por Freud y la teoría analítica subsiguiente a los instintos o impulsos, son compatibles con el enfoque económico: el impulso es básicamente diferenciado en su cualidad, finalidad y objeto. No se presenta nunca como energía indiferenciada. No es susceptible de transformaciones traducibles en términos de ecuación. Su única justificación radica en el concepto de abreacción, útil en los primerísimos momentos del psicoanálisis, y abandonado después a la luz de una visión más rica del proceso analítico (insight, elaboración, etc.).
  4. Una energía que no es concretamente medible y cuantificable, es un concepto vacío desde el punto de vista de las ciencias naturales, al cual algunos se quieren atener. Es inútil en una ciencia hermenéutica como el psicoanálisis. El enfoque económico se mantiene merced a una confusión entre ambos tipos de ciencias.
  5. El concepto pre-freudiano de imagen psíquica-incorporado por Freud en el edificio metapsicológico, y sostén del enfoque económico-, es muy arcaico con relación a los descubrimientos analíticos, y no los traduce adecuadamente.
  6. Lejos de “complementar” el enfoque dinámico-estructural que define el psicoanálisis, el enfoque económico entra en contradicción con él. Tan pronto como aparecen los conceptos de instancias, objetos, identificaciones, etc., el funcionamiento psíquico se personaliza y deja de poder formularse en términos energéticos-económicos. El enfoque económico constituye un arcaísmo, y por ende un obstáculo al progreso, dentro de la teoría analítica.
  7. Más que todo, el enfoque económico es un perfecto ejemplo de una teoría en contradicción con la práctica. No puede traducir ningún aspecto de la situación analítica, del diálogo analítico, del proceso analítico.
  8. No critico el uso -que todos hacemos espontáneamente- de metáforas de tipo energético-económico dentro del diálogo analítico (“Explosión de ira”, “descargar una patada”, etc.). Pero sí critico la transformación injustificada de una metáfora en una metapsicología.

Baranger, W. y Baranger, M. (1969).  Polémicas actuales acerca del enfoque económico. En W. Baranger y M. Baranger, Problemas del campo psicoanalítico (pp. 76-77). Buenos Aires, Kargieman.

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Graciela Cohan

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