EL MURO DE LA ESCUELA

Homenaje a Janine Puget

Homenaje a Janine Puget

 

Perdimos una amiga, una maestra, un referente.

Personalidades como ella no abundan.

Generosa con sus reflexiones que marcan épocas en nuestras lecturas psicoanalíticas.

Valiosa en su permanente empeño en no quedarnos con slogans y asumir la necesaria creatividad en la lectura de textos fundamentales.

Conocerla fue enriquecerse con su sabiduría, con su perspectiva de la vida.

En el año 2019, durante nuestro Congreso, fue nombrada «Socia Honoraria», nunca mejor utilizado el término: nos honraba con su pertenencia, con su permanente aceptación a nuestras invitaciones a mesas, simposios, presentaciones, con su batallar por los derechos humanos y tantas actividades más.

Con pena y agradecimiento por haberla conocido, despedimos a Janine Puget.

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ENTREVISTA A LA DOCTORA JANINE PUGET

CONVERSANDO CON PSICOANALISTAS: «Laberintos identificatorios: los vínculos y sus anudamientos»

DRA. JANINE PUGET

Entrevistador: MAG. OSVALDO MALTZ

Entrevista realizada el viernes 25 de octubre de 2019 en el marco del Congreso AEAPG: XII Congreso anual y XXXII Symposium: «Laberintos Identificatorios: Marcas y Movimientos»

24 / 25 / 26 de Octubre 2019, CABA, Argentina

 

 

El analista y el confinamiento

Área de Lecturas Lacanianas (Presentación en la mesa de intercambio de la Jornada de Interáreas de AEAPG, 2020)

 

El analista y el confinamiento

Lic. Andrea Vizio

En tiempos de pandemia, la vida se ha modificado para todos y nos ha conmovido. Cada quien, en su singularidad y circunstancia, ha sido afectado. Algo inédito nos atraviesa.

Quizás lo primero sea reconocer el cambio y la inexperiencia a la que nos vemos confrontados. Nuestra función, en tanto analistas, está siempre impregnada por contextos socioeconómicos y culturales. Sin embargo, algo del orden de una primera vez circula entre todos.

Nos indican que, para cuidar nuestra salud y la de otros, es necesario aislarse: esto implica separarse, tomar distancia, apartarse de los demás.

Como personas nos hemos visto obligados a modificaciones de nuestra vida imprevistamente. Comenzamos a extrañar, a añorar y a replantear y cambiar el lazo con nuestros afectos entre tantas otras cosas.

¿Con qué herramientas contamos para afrontar tanta nueva realidad, para elaborar tanta información, para tramitar nuestros miedos, incertidumbres, etc.?

La palabra nos rescata. Ella nos acerca, nos aproxima, hace lazo con los otros. Más que nunca necesitamos comunicarnos, eso no está prohibido, está habilitado y la palabra liga.

Este virus nos ha obligado a taparnos la boca, pero no nos ha cerrado la boca.

¿Qué tan lejos puede llegar nuestra palabra? ¿Cuánto puede acercarnos a aquellos de los cuales tuvimos que apartarnos? ¿Cuánto puede generar modificación subjetiva en este contexto, en quien demanda nuestra ayuda?

Nos hemos visto forzados de un día para el otro a modificar los encuadres analíticos y a trabajar con otros dispositivos.

El análisis personal nos permite transitar este difícil momento. No para superar los miedos y poder hacer una nueva y rápida adaptación a estos tiempos, sino para estar advertidos como sujetos de nuestras marcas y de todos los impactos que el aislamiento nos generó.

Es necesario aceptar que no es una tarea fácil.

En el seminario de la Ética, Lacan expresa: “Digo en alguna parte que el analista tiene que pagar algo para sostener su función. Paga con palabras, sus interpretaciones. Paga con su persona, en la medida que, por la transferencia, es literalmente desposeído de ella”.

La palabra y el juego transferencial, pero hoy en aislamiento.

¿A qué apelamos para poder ejercer nuestra función de analistas y ofrecer nuestra escucha a quien la necesita?

El trípode, el lazo con colegas y nuestra institución nos contienen. Esto ayuda a que sostengamos nuestra función con responsabilidad y compromiso ético.

Lacan define nuestra función y dice al respecto “El deseo de analista es el que en el último término opera en el análisis… Es una función esencial… Es precisamente el punto que solo es articulable por la relación del deseo con el deseo. Es un enigma, una X tendida, un vacío motorizante… Lugar que el analista debe ofrecer bacante al deseo del paciente para que se realice como Deseo del Otro”.

El deseo del analista no es el deseo de curar, de saber o de investigar. Es un deseo más fuerte, enigmático, sin raigambre pulsional, operador lógico en la dirección de la cura. El analista dirige la cura, no al paciente.

Por otro lado, Lacan conceptualiza a la contratransferencia como “la suma de los prejuicios, pasiones y las perplejidades del analista” y nos advierte de ella en el ejercicio de nuestra función.

Los analistas tenemos límites personales para ofrecer nuestra escucha e intervenir. Mas allá del impacto personal, estamos todos expuestos a trabajar a distancia en forma virtual o telefónica, modificación de pagos entre otras variables que nos generan cambio y novedad.

Creemos necesario, imprescindible compartir interrogantes, intercambiar vivencias y experiencias, pensar juntos para que el aislamiento y sus efectos no contamine nuestra función.

Bibliografía

Lacan, J. (1959/60). El Seminario de Jacques Lacan. Libro 7: La ética del psicoanálisis (pp. 347). Buenos Aires: Paidós.

Impacto subjetivo del confinamiento

Area Pensando desde Winnicott (Presentación en la mesa de intercambio de la Jornada de Interáreas de AEAPG, 2020)

 

Impacto subjetivo del confinamiento

 

Lic. Fabián Actis Caporale,

Lic. Marita Auruccio,

Lic. Nora Cassinelli,

Lic. Federico D´Onofrio.

En principio quisiéramos resaltar el valor de estos encuentros para compartir las diferentes perspectivas de las Áreas en un mundo actual complejo y conmocionante al que abordaremos centrándonos en la pandemia y en el confinamiento que atravesamos.

Algunos problemas

 De la experiencia clínica durante este tiempo, quisiéramos abordar algunas  dificultades con que la nueva situación nos confronta. Una de las que insiste es la de los padres y niños, su cotidianeidad y actividad escolar. En la prepandemia, los padres para desarrollar su trabajo, solían delegar en otros —abuelos, niñeras, tíos y escuela— gran parte de la cotidianeidad de sus hijos. Esta dinámica evidentemente cambió y las familias no cuentan ya con estos recursos. El cambio generó en algunos una oportunidad de mejorar la vinculación. Y en otros, cierta impulsividad que —lejos de establecer una pausa reflexiva para resolver las tensiones— incrementó la ansiedad y variados reclamos dirigidos, por ejemplo, hacia la escuela. También nos encontramos con que una frágil asimetría generacional dejó paso a la simetría entre padres e hijos. Simetría  relacional producto de la fragilidad yoica de los padres quienes, con  severas dificultades en el modo de acompañar a sus hijos, a veces tampoco logran la winnicottiana sobrevivencia a la agresividad de los mismos.

Asimismo, en los adultos, las nuevas condiciones laborales pueden redundar tanto en una sobrecarga como en situaciones de angustia por el riesgo de pérdida del trabajo.

También se ven alterados eventos tales como los nacimientos, fallecimientos y  ritos de duelo de los familiares. A esto se agrega la ralentización general que impacta en la urgencia vital de los adolescentes con el consiguiente acotamiento de su actividad exploratoria.

Muchos frentes y estos, desde luego, son sólo algunos. Y muchas, las incertidumbres.

¿Cuáles interrogantes nos pueden ayudar?

Inicialmente, se trata entonces de registrar el impacto anonadante de la pandemia. De lograr acceder a vivenciar la indefensión y el desamparo en que nos sume. E intentar que las tendencias a la reacción, winnicottianamente  entendida como falta de elaboración creativa frente a la “insultante” realidad, no ocupen el centro de la escena. Que los aspectos negadores y depresivos puedan lentamente ser conjurados mediante el sostenimiento terapéutico y el pensamiento. Se trata sobre todo de no minimizar la dimensión del problema con que nos enfrentamos. Por tanto, ¿cuáles son y serán los efectos subjetivos y sociales de la pandemia? Y, ¿cuáles son las diferentes situaciones afectivas, vitales y sociales en las que ella nos encuentra? ¿Cuáles los distintos posicionamientos para narrarla? ¿La podremos concebir como traumatismo y que, entonces —a pesar del daño— sea posible una restauración del orden previo? ¿O como acontecimiento que por tanto daría lugar a reglas y pautas nuevas? ¿O tal vez como una catástrofe que generaría sustracción del ser, sin dar lugar a lógicas nuevas que desarrollarían sólo un vacío representacional?

Ante la sorpresiva irrupción de un virus invisible y desconocido, ¿cuáles son los núcleos patológicos que un medioambiente —hostil en este punto— puede llegar a desencadenar? ¿Y de qué manera podremos rastrear antecedentes en los registros subjetivos e históricos que nos posibiliten iniciar la construcción de una historia significativa, un relato con cierta unidad? ¿Serán la poliomielitis y tal vez alguna época caracterizada por el terror de Estado algunas de las situaciones en las que el aislamiento campeó en nuestra sociedad? ¿Cuál es el lugar que ocupa la transmisión generacional ante estas? ¿La sensación de opresión y el condicionamiento extremo de los movimientos corporales y de los intercambios sociales ligados al contacto físico serán el precio a pagar por vivir en comunidades con cercanía corporal? ¿Y cómo considerar a las diferentes medidas de los gobiernos para enfrentar la pandemia? Tal vez puedan ser vivenciadas como arbitrarias y conllevar sentimientos de injusticia, impotencia y conducir a acciones de rebeldía riesgosas. Inversamente, si se vivencian como cuidado, ¿se podrán considerar como protección ante un peligro?

Sin duda debemos ser muy cuidadosos en su consideración porque se trata de situaciones  abarcativas, riesgosas, súbitas y extensas en el tiempo que ponen en juego nuestra supervivencia biológica y equilibrio psíquico.

Nuestra práctica y nuestra teoría

En la práctica analítica así como antes el paciente venía a nuestro consultorio, ahora nosotros llegamos hasta la propia intimidad de sus hogares, recurriendo a veces a la creatividad del paciente para poder tener la sesión. Reemplazamos nuestro consultorios por una construcción producto de la articulación de espacios físicos diversos —hogares, automóviles, la mediación de dispositivos electrónicos y plataformas con sus inestabilidades—. Por otro lado, desde el trabajo en el Área, contamos con las nociones y la práctica winnicottiana que nos amparan y constituyen nuestro equipaje analítico. En ese sentido consideramos que la noción de marco, en tanto encuadre internalizado, resulta valioso para esta travesía. El marco —basado en la disponibilidad y plasticidad del terapeuta— presentifica la ética analítica en tanto hacernos eco del sufrimiento de quienes nos consultan. Alude a que juntos —paciente y analista— habitemos un ámbito común en el que hacer experiencia. Experiencia en tanto tránsito por una situación de peligro que implica una búsqueda y una mutua transformación subjetiva. Experiencia en tanto logro a alcanzar, en tanto construcción psíquica de la presencia de una conflictividad interna que dé lugar a la creación de un “entre”. A un espacio de juego “entre” lo conocido y lo desconocido, “entre” el caos y el orden, “entre” aquel que nos consulta y aquellos que apostamos a la responsabilidad de dar continuidad a la travesía. Al hablar del marco, recordamos que no se trata solo del sillón, del diván y de los muros, sino del tono de voz, del gesto y la “presencia” que denota una mirada esperanzada. Rescatamos así el saber que aún contamos mediante la tecnología a distancia con aquello que puede ir dando paso a la creatividad y al deslizamiento metafórico en busca de la continuidad representacional y, por tanto, de la vida psíquica. Apostando —en aquellos casos que sea necesario— a sostener las regresiones que posibiliten posteriores integraciones. Y dejándonos guiar por nuestros pacientes, por las resonancias de sus vivencias en nuestro  inconsciente. Y también por las elaboraciones conjuntas en nuestros espacios institucionales que nos sostienen en los duros y a la vez placenteros avatares de nuestra práctica.

Impacto subjetivo del confinamiento

Área de Psicosomática (Presentación en la mesa de intercambio de la Jornada de Interáreas de AEAPG, 2020)

 

Impacto subjetivo del confinamiento

Coordinadoras:

Dra. Lydia Storti

Lic. Elsa Hecht

Consideramos al COVID-19 como un acontecimiento mundial que se inscribe en el dominio de la salud física y mental. Con profunda repercusión y alteración en el orden social y económico, a la vez que conmueve los cimientos de la subjetividad humana.

Pensamos que los efectos de este acontecimiento, sobre el cuerpo y en la subjetividad, dependerá de los recursos personales intra e interpersonales, de los lazos afectivos, los proyectos y de la situación laboral, como también el ciclo vital en el desencadenamiento o no de diversos trastornos.

La observación clínica, después de cuatro meses de cuarentena y confinamiento obligatorio, nos ha permitido observar, en los tratamientos en curso y en nuevas consultas, alteraciones en el equilibrio emocional, manifiestas en el incremento de ansiedades y angustias generalizadas, ataque de pánico, estados depresivos y activación de duelos no elaborados.

Al mismo tiempo, el desborde pulsional manifiesto en trastornos de la conducta alimentaria, en el mayor consumo de alcohol y de sustancias estimulantes. El agravamiento de disfuncionalidades. Gástricas-intestinales, respiratorias, dermatológicas y cardiológicas preexistentes y otras nuevas ocasionadas por ansiedades de carácter persecutorio a raíz del virus y sus manifestaciones sintomáticas.

Consideramos, como hipótesis presuntiva, el efecto de resquebrajamiento de las defensas habituales del sujeto y el desconcierto frente a esta situación y estado de incertidumbre. En estos tiempos escuchamos muchas veces: “Me duele todo el cuerpo”, “No puedo parar de comer”, “No puedo dormir”, “Me duele la panza”, “Recrudeció mi alergia”, “Tengo más acidez”, “Me caí de las escaleras”, “Me corte el dedo”.

El “cuerpo somático” parece convertirse en el escenario de lo que no puede ser nombrado de otra manera. Situación que nos lleva a preguntarnos si en estos momentos de desorganización de la realidad externa e interna, el cuerpo puede transformarse en una vía regresiva de facilitación para la expresión de angustia automática y de descarga masiva que alteran la economía libidinal de la organización del sujeto.

Se ha alterado nuestra vida y, con ello, las coordenadas de espacio y tiempo. Recordamos que en la mitología Griega se hablaba de tres tiempos: Cronos, Aion y Kairos. Hoy el tiempo cronológico del reloj se ha cambiado. El espacio público, laboral y social se ha trasladado al espacio familiar y ha provocado sensaciones de encierro y avasallamiento, al decir de un paciente, ”estamos bajo libertad condicional”.

Se ha desorganizado la rutina diaria, los hábitos y el tiempo de producción activa que han provocado sensaciones de locura y caída en un vacio profundo. En tanto, en otros sujetos, este tiempo de aislamiento obligatorio, es vivido como el tiempo de Kairos, marcado por momentos inspiradores en los que aparece la oportunidad de experimentar o mirar distinto su realidad subjetiva.

Nos planteamos qué permanece o cambia en esta situación nueva, en el marco de los tratamientos virtuales, de movilidad del encuadre —sesiones que transcurren en el coche, en la cama o en la terraza— ante la dificultad de encontrar un espacio íntimo en que no lo escuche la familia.

Hoy paciente y analista vivimos en mundos superpuestos, compartimos las mismas angustias y ansiedades. Situación que nos obliga a conservar la disociación instrumental, la abstinencia y neutralidad analítica, sostenida por nuestra escucha y el valor de la palabra. La actitud afectiva y comprensiva en transferencia nos ha de permitir contener las angustias y sufrimientos de cada paciente según su singularidad psíquica.

Pensamos que el espacio analítico de manera virtual o telefónica está garantizado, ya que existe una situación de encuentro generadora de una experiencia emocional mutativa, lugar de neo-génesis del sujeto, donde se propiciaran nuevas representaciones simbólicas que otorgan sentido a las angustias y ansiedades persecutorias de muerte. Nos preguntamos “cómo saldremos de esta situación y que mundo nos espera”. Frente al no saber, consideramos “apelar y acentuar el potencial resiliente de cada sujeto y favorecer los recursos personales, la capacidad de afrontar esta situación inédita que propician nuevas salidas sublimatorias y su proyección futura.

Bibliografía

D’Alvia R. (2002). Ida y Vuelta. La Psicoanálisis Psicosomática. Dunken. 2002

Freud, S. (1895): Proyecto de psicología para neurólogos en Obras completas: Sigmund Freud, Tomo.I. Buenos Aires. Argentina. Ed. Amorrortu

————(1914) Introducción del narcisismo en Obras Completas: Sigmund Freud. Tomo XIVI,. Buenos Aires. Argentina. Ed. Amorrortu

————(1923) El Yo y el Ello en Obras Completas: Sigmund Freud :Tomo XIX, Buenos Aires, Argentina. Ed. Amorrortu

Marty. (1995). La Psicosomática del adulto. Buenos Aires. Argentina. Ed. Amorrortu.

Storti. L. y otros. (1919). La Psicosomática Psicoanalítica- Teoría- Clínica- Técnica. Buenos Aires. Argentina. Ed. Letras Viva.

Zukerfeld, R y Zukerfeld Zonis,R (1999): Psicoanálisis Tercera tópica y vulnerabilidad somática . Buenos Aires. Argentina. Editorial Lugar. 1999

 ——(2005) Procesos Terciarios.Buenos Aires. Argentina. Editorial Lugar.

Adultos Mayores en época del COVID-19

Área de mediana edad y adultos mayores (Presentación en la mesa de intercambio de la Jornada de Interáreas de AEAPG, 2020)

 

Adultos Mayores en època de COVID-19

Lic. Stella Maris Grisolía

Nos dice Alisa del Re, (politóloga y feminista italiana) un primero de mayo de este año.

Hasta el 21 de febrero de 2020 era una “joven diversa”, podía proyectar el futuro, viajar, era normal que cuidara mi aspecto, nadaba regularmente en verano y en invierno, bailaba tango argentino….

E imprevistamente, de un día para el otro, terminé en una zona de sombras: he devenido una anciana en riesgo. No puedo salir de casa, si salgo corro el riesgo de infectarme, y por lo tanto de morir”….”Antes de devenir anciana, las fronteras existían solo para ser superadas, la medida era la fatiga del viaje, pero no había fronteras. Hoy las fronteras son las paredes de mi casa….. (Página12)

Y que nos sucedió a nosotros: desde el 20-3 nos guardamos, familiares y voluntarios nos empezaron a traer medicamentos y comidas. Nos hablaron de “arreglar” cajones…y si nos gusta tener todo desarreglado, ¿cuál es el problema? Hubo un decreto que nos indicaba que previo a salir teníamos que pedir permiso, pero este fue “rápidamente” declarado inconstitucional. En otros puntos del planeta, sucedieron reacciones similares. Bueno después nos contagiamos… tanto hablar del tema… y nos mostraron como abuelitos desvencijados en cada noticiero. Primero, no todos somos abuelitos, y ¿era preciso visibilizarnos así?

Sabemos que el coronavirus es altamente contagioso y es la población de mayor edad la más damnificada por este virus, estamos aprendiendo a cuidarnos. Hace ya tiempo hubo otro virus que atacaba a los niños, la polio, y fueron todos los adultos a pintar árboles y paredes. Hoy nos toca lidiar con esto.

 Continuo con lo actual, algunas crónicas (Infobae 2-6-20) nos decían que “si bien el aislamiento puede proteger a las personas mayores de contraer la enfermedad, los está exponiendo a otro desafío menos comprendido: la soledad. Es verdad, no es lo mismo un abrazo tierno y pasional a enfrentarnos con la pantalla de la compu… aunque hayamos ampliado nuestros conocimientos tecnológicos. ¡¡¡No es lo mismo!!!

Otras versiones hablaron, por ejemplo, en Página12 el 6-6-20, describen una encuesta realizada por la cátedra de Tercera Edad y Vejez de Psicología de la UBA encabezada por el Dr. Ricardo Iacub. Esta arroja como resultado que “los viejos resisten mejor a las malas situaciones”…, por ejemplo, “una cantidad importante no aumentó sus horas de sueño, ni pasa más tiempo acostado. Una buena parte sintió cambios moderados en cuanto a la ansiedad, pero son muy pocos los que sienten miedo a la muerte, y casi nadie se siente más irritable en este contexto”. ¡Qué tal! (fueron entrevistadas 812 personas).

¿Cómo iremos llevando el día a día de aquí en más? No lo sabemos, ¿nos contagiaremos? Tampoco lo sabemos, ¿crearán una vacuna? Posiblemente. ¿Cuándo estará? No lo sabemos. Argentina ha sido elegida para probar la vacuna del coronavirus. ¡¡¡Buena Señal!!!

Tendremos que navegar en lo no conocido… como lo hicimos en tantísimas oportunidades. Cada vez somos más, pese a la pandemia, y podemos bajar los brazos o continuar nuestra resistencia. Elijamos en la medida que podamos.

La Convención Interamericana nos garantizó la autonomía y, dejó de lado la mirada asistencialista (tenemos derecho a decidir) y no es poca cosa. Además contamos con recursos. Podemos continuar los prejuicios “viejistas”, todas aquellas representaciones sociales negativas acerca de nosotros, o contactarnos con nuestras vivencias que son muy otras. Tenemos la memoria y la aprovecharemos… por supuesto, como lo dice un profesor de la Universidad de Lanús, Claudio Oroza, en el título de su libro llamado Antes que me olvide.

 Tenemos, como lo decía Ingmar Bergman: “Envejecer es como escalar una gran montaña, mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista es más amplia y serena”.

Bibliografía

Beccacece Hugo. (13 de abril de 2020) Los “abuelos” son seres entre comillas. La Nación Recuperado el 13 de abril de 2020 de https://www.lanacion.com.ar/

opinion/miradas/los-abuelos-son-seres-entre-comillas-nid2353458

Corradini Luisa. (19 de abril de 2020) La Idea de un confinamiento obligatorio de adultos mayores enciende una pólemica Global . La Nación recuperado el 19 de abril de 2020 https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/la-idea-de-un-confinamiento-obligatorio-de-adultos-mayores-enciende-una-polemica-global-nid2355700

Derechos de la Vejez. Entrevista realizada en “Mirta te acompaña” a la Dra Isolina Dabove el 16 de octubre de 2019 Youtube Programa de Mirta Tundis y Dr. Jauregui .recuperado el 16 de octubre de 2019 https://www.youtube.com/watch?v=i0jr0O_4fF0

Infobae (24 de abril de 2020) Coronavirus en la Argentina: murió una paciente del geriátrico de Belgrano que fue clausurado. Infobae

Recuperado el 24 de abril de 2020
https://www.infobae.com/sociedad/2020/04/24/

coronavirus-en-la-argentina-murio-una-paciente

-del-geriatrico-de-belgrano-que-fue-clausurado/

Infobae.(2 de junio de 2020) Cómo la pandemia de coronavirus alimenta la epidemia de la soledad en adultos mayores. Infobae recuperado 12 de junio de 2020 https://www.infobae.com/coronavirus

/2020/04/24/como-la-pandemia-de-coronavirus-

alimenta-la-epidemia-de-la-soledad-en-adultos-mayores/

Infobae. ( 10 de julio de 2020) La vacuna contra el Covid 19 que se probará en Argentina es de muy fácil producción a futuro. infobae recuperado el 10 de julio de 2020 rhttps://www.infobae.com/salud/2020/07/

10/experiencia-cientifica-y-capacidades-operativas-el-

comunicado-de-pfizer-sobre-las-razones-por-las-que-se-

elegio-a-la-argentina-para-probar-la-vacuna-contra-el-covid-19/

Página 12 (21 de abril de 2020) Declaran Inconstitucional la restricción para los mayores de 70: R. Larreta en problemas. Página 12 recuperado el 21 de abril de 2020 https://www.pagina12.com.ar/261075-declaran-inconstitucional-la-restriccion-para-los-mayores-de

Ranzani Oscar (6 de junio de 2020) Una encuesta derriba mitos y prejuicios sobre los adultos mayores. “Los viejos resisten mejor a las malas situaciones” Página 12 recuperado el 6 de junio de 2020 https://www.pagina12.com.ar/270570-coronavirus-los-viejos-resisten-mejor-a-las-malas-situacione

El daño de lo necesario

Área Psicoanálisis Implicado y Clínica Social  (Presentación en la mesa de intercambio de la Jornada de Interáreas de AEAPG, 2020)

 

El daño de lo necesario

Dr. Alfredo Grande

“Para la cultura represora la letra con sangre entra.

Su obsesión es derramar sangre”

Aforismo Implicado.AG

Lo Obligatorio en la construcción de la subjetividad tiene su marca de fábrica: “La letra con sangre entra”. La obligación es el envés de la motivación. La obligación se fundamenta en un mandato. La motivación en un deseo. El mandato, cuyo origen es externo, se registra como interno. “Por algo será”. Aunque la ambigüedad del “algo” nunca sea descifrada. El deseo se fundamenta en un registro placentero psicovincular. Su origen es interno, pero puedo vivirse como externo. O sea: como síntoma. Al decir de Freud lo mas ajeno que el alma integra.

Los psicoanalistas analizamos los procedimientos. El fin no justifica los medios. Y mucho menos los indulta. Por lo tanto, el daño psicosocial del aislamiento necesario lo analizamos desde el énfasis que se ha dado a lo obligatorio en desmedro de lo motivacional.

Hay procedimientos desde los modos yoicos de producción de subjetividad y procedimientos desde los modos superyoicos de producción de subjetividad

El aislamiento es necesario, pero no es deseado. La abundante retórica militarista, con bizarrismos del tipo ejército invisible, enemigo sin rostro, no hay lugar para los librepensadores, ha conseguido que lo obligatorio corrompa lo necesario.

Lo necesario ha sido capturado por el modo superyoico de producción de subjetividad. Lo que hace dos meses y medio denominábamos: “la captura reaccionaria de la cuarentena”. Otro ejemplo de captura superyoica es el consumismo: consumir consumo. Despilfarro de un lado de la grieta, carencias insoportables del otro lado. Los  mecanismos de defensa del yo no operan frente a la autoconservación vulnerada.

La publicidad tanto oficial como de empresas privadas trabaja para construir su piedra filosofal: el deseo del mandato. Donde el cuidar, el controlar y el vigilar se fusionan.

El deseo del mandato es una concepción bifront . Al modo del “subordinación y valor”, los que tienen valor no se subordinan. A lo sumo, acuerdan. El deseo del mandato debe ser fogoneado siempre desde la publicidad. Pedagoga de la cultura represora. Los mandatos yoicos, es decir, las necesidades, no necesitan publicidad alguna. Se abren camino como se abre camino la vida y la verdad. Los mandatos yoicos habitan la primera serie complementaria.

Hoy hablamos de mundos superpuestos. Siempre los hubo. Lo que ha estallado es el dogma de la neutralidad. Que hace años definimos como la negación maniaca de la implicación.

Las pandemias de la antigua normalidad fueron sistemáticamente ignoradas: hambre, contaminación ambiental, deforestación, caravanas de emigrados, guerras de baja y mediana intensidad, burbujas financieras, personas en la calle (homeless) lluvia ácida, desaparición del agujero de ozono. Las pandemias desmentidas garantizaron la pandemia tan temida.

El virus es efecto, no causa. En la clínica sostenemos como trípode asistencial terapéutico: el derecho al enojo, el desarrollo de los mecanismos de ataque del Yo y el deseo de lo necesario. El enojo es efecto directo de la frustración libidinal del aislamiento. El tabú del enojo aumenta la culpa. La culpa inconsciente exige auto castigo. Los mecanismos de ataque del Yo es potenciar el pensamiento crítico y los vínculos erotizantes colectivos. Lo necesario es deseado en tanto el “interés del Yo” y la “libido en el Yo y en el objeto” sean complementarios. El psicoanálisis implicado conceptualiza “la clínica del superyó”. Desalojando a los Ideales del Superyo para volver a construir los Ideales del Yo. Necesidad satisfecha, deseos liberados de vigilancias, y construcción de vínculos eróticos y erotizantes.

No se trata de la palabra “cuarentena”. Lo que es importante es la idea de la cuarentena. Que sigue asociada al terror por una ecuación simbólica malparida: contagio igual enfermedad igual muerte. Aunque no se use la palabra, la idea ya está incrustada en nuestra subjetividad. Por eso afirmamos que la diferencia entre morir con coronavirus y por coronavirus resume la estrategia del capitalismo. Aislamiento mediante, el sujeto deseante, político, social ha sido reducido a una imagen donde solo es rostro. Incluso congelado. La denominada realidad virtual ahora es cotidiana. Pero apenas es el soporte digital del vínculo. De ahora en más, será un convidado mas no de piedra. Sostener, recuperar, mantener la memoria histórica es una estrategia para re construir una salud psicosocial hoy vulnerada. Esa es la única vacuna que los psicoanalistas podemos fabricar.

Analizando en tiempos de Pandemia

Área de Adopción y Fecundación Asistida (Presentación en la mesa de intercambio de la Jornada de Interáreas de AEAPG, 2020)

Analizando en tiempos de Pandemia

 

Lic. Diana Watman

Lic. Gabriela Nelli

Lic. Silvina Silbergleit

Lic. Luisa Zandwais

Surge entre conversaciones de analistas que nos cansa más atender de modo virtual. Si bien esto afectará a cada uno de acuerdo a sus particularidades, tal vez existan algunos elementos en común.

Esto lo escribimos hace un tiempo. ¿Sigue vigente hoy? Tal vez, con el correr de los días, algo nos fuimos adaptando y lo virtual se torna más conocido, fuimos conquistando nuevos espacios en nuestras casas que optimicen o faciliten nuestro trabajo.

No todos, antes de la pandemia, teníamos la misma relación con lo virtual. Algunos ya atendían pacientes on line y tal vez esa experiencia previa facilitó la tarea. Para los que no estábamos habituados a este formato de atención, la nueva modalidad en si misma puede resultar más cansadora por la diferencia que se genera entre la presencia de la voz y la ausencia del cuerpo del otro. Las fallas en la comunicación, a veces cierto delay que desconecta gestos de palabras, silencios que no es claro si responden a una escucha atenta o a una desconexión en la línea, la ausencia de los registros sensoriales de lo presencial, los rituales propios del consultorio, el tener que buscar un espacio privado en la casa y cierta incertidumbre con relación a que no vaya a haber interferencias de otros miembros de la familia. Esto sigue vigente.

Por otra parte, estamos atendiendo mientras también estamos nosotros bajo la amenaza de la pandemia. Poder escuchar implica poner en juego la disociación instrumental. Dejar por fuera del consultorio cualquier situación personal que nos pueda estar afectando. ¿Qué nos pasa ahora cuando esto que nos preocupa e intentamos dejar por fuera es un tema traído por los pacientes? Mas allá de lo singular de cada situación, de las resonancias que en cada uno tenga, de la situación laboral y familiar, de estar adentro o trabajando afuera de los particulares modos de afrontamiento, de los diferentes lugares ocupados en la dupla analizante analista, algo en común nos atraviesa.  Nosotros también estamos en este escenario tan desconocido. Tal vez oscilemos entre el cansancio (protagonista, según escuchamos, en los últimos días) y momentos de gran motivación por los desafíos que implican estos nuevos modos de intervención en una situación única como la que estamos viviendo. Las interferencias referidas anteriormente se combinan con la emergencia de nuevos aspectos de nuestros pacientes y de diferentes recursos que van apareciendo en nosotros.

En este escenario desconocido del coronavirus, hay un no saber que nos interpela todo el tiempo y para el cual no tenemos respuesta o solo respuestas provisorias y muchas veces contradictorias.

Si pensamos en la temática que nos convoca desde nuestra área, las personas que tienen dificultades en la procreación espontánea y quieren armar una familia por otra vía, se encuentran atravesadas especialmente por la incertidumbre.

No saber cómo será el camino para convertirse en padre  o madre. ¿Cuánto será el tiempo de espera? ¿Cuáles los tratamientos? ¡Cuántos! ¿De quién será la genética?

Además de la incertidumbre, también las pérdidas son comunes a ambas situaciones, en la pandemia se puede perder el trabajo, los proyectos y los seres queridos.

En la adopción o con los tratamientos de FA se puede poner en juego la pérdida de la genética propia, la imposibilidad de procrear en un acto íntimo y privado, perder la relación con los otros que sí armaron sus familias, entre otras cosas.

Resonancias entre ambas situaciones que se conjugan en un tiempo muy particular.

Este forzoso paréntesis de la pandemia si bien aumenta los niveles de angustia, podría ser un facilitador, en tanto pausa, para la tramitación de los duelos y de la falta de garantías.

Atender en tiempos de pandemia es abrir un espacio para lo singular en un momento donde se dicen tantas generalidades. Atender virtualmente es sostener un espacio libre de virus, salvo que se nos meta uno en la computadora.

Trabajando en tiempos pandémicos. Interrogantes y experiencias

Área de familia y Pareja (Presentación en la mesa de intercambio de la Jornada de Interáreas de AEAPG, 2020)

 

Trabajando en tiempos pandémicos. Interrogantes y experiencias

Coordinadoras:

Gloria Abadi, Laura Borensztein

Integrantes:

Carmen Bianchi, Cristina Bonera,

Susana Feinsilber, Stella Grisolía,

Ana María López, Marisa Médico,

Ana di Prátula, María Laura Torres

 

“Lo extraordinario (de la experiencia)

comienza en el momento en que me

detengo y ya no tengo el dominio”. Blanchot

 

El viernes 13 de marzo fue la primera y única vez en que el área de Familias y Parejas pudo encontrarse en el aula 5, nuestro rincón de la Escuela. Ya van 118 días desde entonces. Muchas veces, como Pedrito, un pacientito, no nos faltaron ganas de gritar: “¡Basta de Zoom! ¡Sin patio no hay nada, no hay escuela! Pero ahí estamos, cada viernes delante de la compu o el celu. Haciendo lo que vamos pudiendo, “pensando corto” como dijera la escritora Mariana Enriquez.

Filtrando los excesos de información que por momentos nos hacen saltar la térmica y que, al mismo tiempo, sirven de cordón umbilical para conectarnos con ese afuera que el 20 de marzo parece haber quedado congelado hasta nuevo aviso. Suspendidos los encuentros, ahora vamos a ellos en las rutas de la red.  De golpe y porrazo, lo que era un debate, terapias virtuales sí o no, se convirtió en la opción y la posibilidad. La cuarentena reconfiguró el lazo con el otro. Con la prohibición del contacto y de la presencia, se recurren a otros modos para no perder la proximidad afectiva y así sentir que algo de lo que hasta ahora se sostenía se mantiene, aunque bajo nuevas modalidades. Es un transcurrir en clave de “paso a paso”, inventando con lo que hay en la “despensa” ante lo que se presenta. Es un tiempo del hacer e intervenir bajo una continuidad monótona y en simultáneo una generación interminable de preguntas nos interpelan y nos exceden.

Lógicas y mundos superpuestos se entreveran en preguntas y experiencias que transcurren. El paciente habla y el analista piensa y tal vez le diga como la canción, “a mi me pasa lo mismo que a usted”.

Subidos a esta ola que nos con-mueve, intentamos preguntar y preguntarnos qué se hace con lo que hay. ¿Se trata de un evento, una situación traumática, un acontecimiento? Recordamos aquellas clases inaugurales en la que Lewcowicz nos invitaba a diferenciar Trauma, Acontecimiento y Catástrofe. Para pensar trauma contamos con teorías, pero para la invención que un evento inaugural reclama, ¿cuánto nos atrevemos a romper paredes y abrir nuevos caminos?

¿Cómo contar con recursos para ello y ser creativos para dar respuesta a lo que se presenta? ¿Cómo recibimos y alojamos lo que acontece? ¿Cómo distinguir lo impensable excedentario y traumático, de lo impensado, novedoso y singular?

“¿Me espera un momento? Tengo que ver cómo está el pollo que tengo cocinando en el horno”, le dice un paciente a su analista. “¿Puedo planchar mientras hablamos?”, interroga otra paciente. “Disculpame, puede que me toquen el timbre para traerme un pedido anuncia otro”.

¿Transgresiones, mundos superpuestos, resistencias? ¿Cómo pensar lo que transcurre? Si como analistas recogemos el guante de trabajar en inmanencia y en situación, podemos decirle a un paciente: “¡Parece que es travieso Tomás!”, refiriéndose a los ruidos y a la vocecita del hijo que se escucha en el transcurso de la sesión. O hacerle un comentario a una paciente que, sentada en la cocina de su casa, deja ver un letrero que sostiene “tenés la receta justa para hacerme sonreír”.

No hace falta resaltar que mucho cambió en la cotidianeidad desde el 20 de marzo. ¿Se trata de un cambio de nuestras vidas? ¿O es otra cosa, a la que la llamamos cambio para sentirla menos disruptiva? ¿Será eso lo que se juega en aquello que hoy se llama normalidad, vieja normalidad y nueva normalidad? ¿Qué se quiere decir con eso?

Los tratamientos vía web, chat, teléfono etc., ¿son menos terapéuticos, menos efectivos? ¿Son virtuales como a veces se escucha y no presenciales? ¿Qué es la presencia? ¿Es el cuerpo? ¿Podemos ser sin cuerpo? ¿O será que, al no poder pensar cambio, como otra cosa, forzamos pensar desde la experiencia previa que fue adecuada para otra situación u otro momento?

Tal vez algo de ello, lo expresa este paciente “preferiría ir con una escafandra como un buzo antes de hacer una videollamada”.  Dificil considerar otras opciones si para lo que se presenta sólo cuenta lo conocido; aun así, nuevamente cabe preguntarse, ¿cómo distinguir las variadas formas de la resistencia y de las singularidades de cada situación y con cada paciente?

Es claro que una cosa es elegir y solicitar tratamiento a distancia vía Internet y otra, muy diferente, es encontrarse de golpe en situación de tener que optar por una modalidad tecnológica para continuar o empezar una terapia. No se puede hacer que no exista pandemia, se puede considerar qué y cómo hacer. Es la diferencia entre imposición y elección. Y, así, considerando opciones estaba Miriam, quien había suspendido la cita para una primera entrevista acordada antes del inicio de la cuarentena y posteriormente en abril escribe por WhatsApp: “Me parece que viene para largo la cuarentena. Bueno, empecemos así con video llamadas”. O Juan, “Me costó aceptar que es la manera de continuar, necesito mis sesiones”.

Tal vez el presente es una suerte de lupa que de manera brutal volvió perceptible y exhibe crudamente las condiciones inciertas de la vida. La sombra y la presencia de la muerte, escrita en números. La alteración profunda de la existencia previa nos colocó rápidamente en un torbellino que nos interpela, sin representaciones previas, vulnerables, sin las modalidades de encuentro que sosteníamos. El Corona cortó el tiempo de Cronos, ¿lo cortó?, y otro tiempo, se instaló, el del cuento de la Buena Pipa. De repente, eso de que el mundo viejo se murió, pero el nuevo aún no nació y en el medio, los monstruos.

Cada quién transcurre este presente en su modo singular. Desde la amalgama de lo que se crea entre lo que hay, lo que se presenta y la infinita capacidad de inventar. Lo que no cabe es eludir el transcurrir…

 

Bibliografía

Área de Parejas y Familias, (2017) Situaciones clínicas. Interpretaciones e intervenciones. Presentación Espacio Científico Asociación Escuela de Psicoterapia para Graduados. AEAPG, Buenos Aires

Borensztein, L. Pensar en pensarlo. Psicoanálisis – Vol. XXXVII – No 2 y 3 – 2015 – pp. 441-455

Borensztein, L. (2019) Psicoanálisis y tecnologías. Un diálogo en devenir. En XLI Simposio Anual Fronteras. Lo pensado y lo impensado. Simposio realizado en APdeBA, Buenos Aires.

Enriquez, Mariana ¿Hay que opinar sobre la pandemia? La ansiedad.     Disponible en https://www.pagina12.com.ar/260465-la-ansiedad

Lewkowicz, I (2003). Traumas, acontecimientos y catástrofes en la historia. Estos son los sujetos de la devastación. En Paidós (Ed.) Clínica psicoanalítica ante las catástrofes sociales: La experiencia argentina. Buenos Aires.

Analistas: pandémicos, contagiofóbicos, encuarentenados, en aislamiento social obligatorio

Área de Niñez y Adolescencia (Presentación en la mesa de intercambio de la Jornada de Interáreas de AEAPG, 2020)

 

Analistas: pandémicos, contagiofóbicos, encuarentenados, en aislamiento social obligatorio

Área de Niñez y Adolescencia

Había una vez un analista que trabajaba en su consultorio. Lo llamaban a su teléfono, se acordaba un horario para una primera Entrevista y, cuando el caso lo ameritaba, se establecían las variables del Encuadre para comenzar un tratamiento psicoterapéutico. Se consideraban: día y hora de la sesión, la frecuencia y los honorarios correspondientes. En resumen, se trataba de establecer un dispositivo a través del cual se diera lugar a un proceso, lo más cuidado y claro posible para que el tratamiento se desarrollara dentro los alcances y la continuidad que el mismo requería.

A este ejemplo de Modernidad lo continúan otros modelos, en principio, de la post Modernidad y, sobre todo, de la actualidad. Consideramos la post Modernidad como el momento del Analista saliendo del consultorio y abordando otros espacios de intervención principalmente Interdisciplinarios, llegando hasta las intervenciones en situaciones de catástrofes sociales.

A este apretadísimo resumen le sigue nuestra actualidad. Un buen día llegó el coronavirus y entonces nos inundó y conmovió nuestros dispositivos.

El paciente no viene a vernos a nuestro consultorio, nos llama por el dispositivo acordado y lo atendemos en su casa; a su vez nosotros estamos en nuestro lugar virtual. Abrimos y se abren nuevos espacios en esta nueva temporalidad, cargada de presente, donde el futuro inmediato se ha desdibujado. Estamos viviendo en otro Cronos, más cercano al tiempo cíclico. Berardi diría que estamos ralentizados, momentos propicios para la reflexión. Hoy los cálculos no resultan tan ajustados y las superposiciones y los olvidos se multiplican. Nadie asegura el ancho de banda y que el servicio no se corte por sobresaturación. Hablamos de tiempos de inestabilidad e incertidumbre.

Sin embargo, alguien viene en nuestra ayuda, el núcleo de nuestra teoría ilumina este panorama sombrío. El Inconsciente se presenta como el objetivo a develar. Las herramientas teóricas van dando cuenta de sus apoyaturas para nuestra tarea. Además, rescatar la utilización de la Tecnología como herramienta para reuniones grupales, donde se intercambian dudas y plantean interrogantes sobre el quehacer Clínico principalmente, es sin duda un acierto.

El primer efecto ante la cuarentena fue el desbande de pacientes y analistas en aislamiento. Vimos reacciones adecuadas a la grave situación y reacciones frívolas o exageradas frente a la pandemia. Les Niñes, en muchos casos, reaccionaron con tristeza y aceptación, no sin dejar de lamentar lo que estaba pasando. Podríamos decir que los padres reaccionaron con Pánico mientras que les Niñes mostraban sus estados afectivos: tristeza, asombro y finalmente rabia por no poder encontrarse con sus compañeres y amigues. Pronto, casi como un mundo paralelo, proliferaron audios y videos, tik-toks, obras de producción casera, fotos osadas y otras yerbas. Les aficionades a los videojuegos tuvieron su momento paradisíaco, ahora ya no juegan con tantas ganas, la prohibición le daba un extra adrenalínico que hoy no está en el mismo nivel. La continuidad de los tratamientos fue jaqueada, les niñes, por un lado, no se adaptaron al nuevo encuadre. Algunos terapeutas tampoco. Por el otro, la continuidad se sostuvo.

Una pequeña anécdota para compartir: Niño de 6 años, en una sesión por zoom, le dice a su analista; “¿Sabes qué extraño? Extraño cuando vos abrías la puerta y me dabas un beso y un abrazo”. La analista se estremece y siente en su cuerpo el afecto que solo el cuerpo sabe sentir. Paciente y analista son convocados por un mismo sentir; la tristeza por la pérdida del encuentro presencial.

El cuerpo como vehículo de expresiones e intercambios afectivos: estados emocionales, posturas y miradas. El cuerpo en la transferencia como compromiso vincular que se reafirma en la presencia aquí y ahora del/la Analista.

Esto que pasa y nos pasa, requiere de un tiempo de metabolización, como Laplanche refiere, digerir un suceso, acontecimiento que es inédito para nuestra generación, insólito e inusitado porque es el mundo global que lo está padeciendo.

Entendemos que más que nunca el caso por caso es una guía para nuestro trabajo. Otra anécdota, un paciente Adolescente le dijo a su Analista que no quería seguir el tratamiento por Internet: “Prefiero esperar a que se levante la cuarentena”. Nos preguntamos: ¿No habrá podido libidinizar el nuevo espacio signado por la tecnología? o ¿no pudo aceptar la pérdida del espacio terapéutico considerado por él como refugio, acompañamiento, lugar de escucha, confianza y privacidad? Ni este mundo distópico ni su casa le ofrecen esa posibilidad.

Reinventarnos personalmente, vincularmente y comunitariamente es hoy nuestro desafío. Queda entonces saber esperar el momento en que volvamos a trabajar en nuestros consultorios que en realidad nunca fueron lugares apacibles.