NÚMERO 32 | Octubre 2025

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Lo extraño | Yago Franco¹

En este artículo el autor nos habla de aquello que está por fuera de la percepción corriente (M.Fisher) y  que al mismo tiempo  está entre nosotros. Citando a Lovecraft  y a la ciencia ficción , dirá que eso extraño es algo que no se puede reconocer, que al caer-entrar  desde afuera genera una alteración radical. Este encuentro con lo extraño, lo raro o lo espeluznante , por el exceso que representa tiene un efecto traumático.  ¿Es posible un estado colectivo de psicosis?, pregunta que el autor se hace entre otras a lo largo de éste interesante trabajo.

Algo extraño está entre nosotros. Lo digo en el sentido que me proporcionó Mark Fisher en su libro póstumo: “Lo raro y lo espeluznante” (Fisher, 2018). Me encontré un tanto azarosamente con su publicación, y me impactó encontrar una afinidad (¡otra más!) con el autor de “Realismo capitalista” (Fisher, 2009). Una atracción compartida por las obras y films de ciencia ficción. En realidad, fascinación, el mismo término que utilizo en el prólogo de mi libro recientemente publicado (Franco, 2025), en cuyo título figura -por si algo faltara- H. P. Lovecraft, autor a cuya obra Mark le dedica un capítulo, y que atraviesa mi publicación.

El bueno de Mark habla de aquello que está por fuera de la percepción, la cognición y la experiencia corrientes. Yo en mi libro cito la obra El color que cayó del cielo (The color out of space) (Lovecraft, 1991), en realidad El color de fuera del espacio, un título que hace justicia al espíritu del relato. Porque es algo de lo cual ni siquiera puede decirse que sea un color, pero lo cierto es que su caída genera una alteración radical de la vida de los habitantes del pueblo en el que tiene lugar el relato. Se trata de una transfiguración de la vida habitual para dar lugar a otra radicalmente diferenciada. En Lovecraft lo raro está asociado a lo que está fuera, sea del espacio o del tiempo, como en su cuento La sombra fuera del tiempo.

Si lo siniestro es la radical alteración de lo familiar, algo que emerge en su núcleo y muestra una faceta desconocida, intrigante, aterrorizante, algo de lo familiar que no coincide consigo mismo, lo raro y lo espeluznante muestran a lo familiar desde una mirada exterior: un color que cae de fuera del espacio y altera terroríficamente lo familiar. Y lo espeluznante, como una presencia-ausencia que rige la vida. Lo raro, lo siniestro y lo espeluznante son maneras distintas de tratar con lo extraño, sostiene Fisher.

Pero no necesariamente lo raro y lo espeluznante deben ser ligados exclusivamente al terror. Prefiero hablar de aquello que nos deja perplejos: una bifurcación en la realidad, impactada por algo de lo real que emerge en el núcleo de la misma; el encuentro abrumador con La Cosa; eso real que nos habita y que puede irrumpir en la vida cotidiana desarticulándola. Algo interior-exterior. Es la aparición de algo que no debería estar ahí, que no encaja. Una presencia abrumadora, y, por lo tanto, traumatizante.

Puede ser una pandemia, como la del Covid-19, un claro ejemplo de algo extraño, bajo la forma de un virus respiratorio altamente contagioso, cuyo origen está sindicado cada vez con mayor insistencia a la actividad humana en aquel famoso laboratorio de Wang. Doble extrañeza, un virus que por su naturaleza alteró la vida del planeta todo, y el haber sido una creación humana -como tantos films anticiparon- incluyendo los de muertos-vivos. 

Durante la Pandemia convivieron lo siniestro, lo raro y lo espeluznante. Lo extraño en la vida individual y colectiva. Algo que vino a enrostrarnos la fragilidad del mundo instituido. Nuestra realidad y nuestra familiaridad se alteraron de manera tal que su transfiguración fue casi completa. Acompañada, además, de pánico, por la presencia de ese “enemigo invisible” -así fue infelizmente designado el virus-, que ahora vemos que es también el accionar humano sin freno y/o eso que Engels mencionara en su momento: la Historia como el espacio-tiempo de las motivaciones inconscientes y del accionar humano plagado de fines no deseados. 

La pregunta que surge de inmediato es ¿qué es lo familiar?, ¿qué es la normalidad? Justamente, lo extraño desnaturaliza, des-normaliza a la realidad, mostrando que operan fuerzas que son arbitrariedad pura. No hay normalidad, no hay familiaridad. Esa es la tesis central del psicoanálisis: hay otra escena en la vida de los sujetos, ajena a su vida diurna y que la determina en buena medida. El sujeto tiene un doble vasallaje: esa escena que el psicoanálisis intenta recuperar y una realidad que es instituida, no es normal, es obra del accionar humano. Por lo tanto, es arbitraria. El principio de realidad que orienta a los sujetos para que estos no caigan en el abismo de lo real es una creación colectiva. Quien se apropie de dicho principio domina a la sociedad. 

«Ahora, todos mis cuentos se basan en la premisa fundamental de que las leyes humanas comunes, así como sus intereses y emociones, no tienen ni validez ni importancia en el vasto y amplio cosmos», escribió Lovecraft al editor de la revista Weird Tales en 1927. «Para alcanzar la esencia de la exterioridad real, ya sea tiempo real, espacial o relativa a la dimensión, hemos de olvidar que existen cosas como la vida orgánica, el bien y el mal, el odio y el amor, y todos los rasgos concretos de una raza prescindible y temporal llamada humanidad.»”‘ (Fisher, 2009, p.20)

Durante la pandemia -es bueno recordarlo- se avizoraba que la salida de la misma nos confrontaría con un mundo que podría ser mejor… o peor. 

Lo traumático. Psicosis y locura

El encuentro con lo extraño -sea lo siniestro, lo raro o lo espeluznante- tiene un efecto traumático. Lo raro es algo que no logra ser representado por el psiquismo, es algo desmesurado que sobrepasa su capacidad figurativa, una presencia exorbitante, imposible de ser representada. Lo espeluznante, tiene que ver con una falta de ausencia o de presencia. Hay algo donde no debería haber nada, o no hay algo donde debiera haberlo. 

Ese encuentro con lo extraño conduciría a la psicosis, tanto a nivel individual como colectivo, tal la tesis de Fisher, con la que disiento. Cuando se leen las páginas de El color fuera del espacio, la familia directamente afectada parece haber caído en una suerte de psicosis colectiva… pero, ¿es así? Es más, podría pensarse lo propio de toda la comunidad, dado el presenciar sin alterarse lo que sucede en esa familia, en los animales, en la vegetación, en la naturaleza toda. Todo continúa de acuerdo a la normalidad habitual, aunque algo la desgarre. ¿Algún parecido con lo que sucede entre nosotros? Dije inicialmente que algo extraño está entre nosotros.

¿Es posible un estado colectivo de psicosis? Es necesario ser rigurosos en este punto. La psicosis es un fenómeno clínico individual. Para Freud, producto de la Verwerfung o rechazo; para Lacan de la forclusión de un significante fundamental. No entraré en detalles. No es posible ni correcto extender esto a una formación colectiva. Ello no solamente no es algo riguroso -sólo puede servir casi coloquialmente, o para darse a entender ante el gran público- sino que, además, no estaría al servicio de nuestro aporte al análisis de lo que sucede en el colectivo social.

Sostengo desde hace tiempo que el mecanismo que circula con insistencia a nivel del colectivo –y esto puede apreciarse también en la clínica- es el de la renegación, o Verleugnung. Afirmar y negar al mismo tiempo respecto de la significación de algo que está en la realidad. El conocido “lo sé, pero, aun así”. Esto es algo de fácil circulación colectiva: es apreciable en las sectas, también en ciertas conformaciones de masa alrededor de la figura de un líder, más si este es mesiánico. Así es tratado por Freud en su Psicología de las masas y análisis del Yo (Freud (1973) [1929-1921]). Justamente, el Yo abdica de su principio de realidad para cederlo al líder, la idea, el credo. Y aquí se trata de algo fundamental: en el origen del accionar de este mecanismo, tanto como del splitting que describiera Ferenczi, -algo que también predomina en estos tiempos, del que me ocupo en el libro citado (Franco, 2025)- está el encuentro del sujeto con algo del orden de lo traumático. Nuevamente La Cosa.

Como he manifestado reiteradamente, la forma de vida previa al ascenso del régimen de ultraderechas en Argentina, fue precedida de una afectación del Yo en sus funciones básicas de atención, juicio de realidad, memoria, pensamiento, etc., a causa de décadas de neoliberalismo, asociado a las tecnologías digitales y a una invasión de estímulos inasimilables, en medio de una aceleración de la temporalidad cada vez mayor. “La velocidad de un fenómeno lo destruye”, sostuvo Paul Virilio (Virilio, 2003). Se trata de una forma de vida traumática: es más y es diferente del encuentro con un episodio traumático. Esto ha favorecido la institución de la renegación como mecanismo psíquico predominante. Esa renegación está entre las causas subjetivas de un estado de locura colectiva. Locura que no es psicosis. 

Esto se comprobó cuando tanto el nazismo como el fascismo fueron derrotados: cayó con ellos el fanatismo, la relación delirante con la realidad y con el líder, todo fue desvaneciéndose paulatinamente, mayormente en el momento de la caída de dichos regímenes. Tal como sucede en las sectas y otros fenómenos de fanatismo, los sujetos recuperan su Yo en buena medida. 

De todas maneras, es necesario manejarse con prudencia en el caso que nos ocupa: la subjetividad previa, como he dicho en otros textos, desfondada en su capacidad de pensamiento crítico, hace las cosas más complejas. 

La locura puede parecer una psicosis, pero conviene pensarla como un estado similar al que producen sustancias tóxicas, el enamoramiento y un estado previo de fragilización psíquica. La locura como una suerte de psicosis artificial, relacionada con el encuentro del sujeto con una realidad traumática, que lo arroja al sinsentido de lo real.

Llegamos entonces al punto. La salida de la pandemia fue rápidamente seguida de la emergencia de lo que conocemos como ultraderechas. A su paso, éstas van sumergiendo la vida social en una sensación de irrealidad. No es algo caído del cielo, sino que se trata de algo mucho más inquietante; como aquel virus escapado de un laboratorio, es obra del accionar humano. Mientras se vaticinaba un probable fin del capitalismo –Žižek así lo sostuvo (Žižek, 2020)- éste emergió con una forma más virulenta. Escribo esta palabra y no puedo menos que sorprenderme por la emergencia de la misma. ¿Por qué? Porque gracias a un daño cognitivo generalizado, a la infección que promueven las redes sociales, a un odio y cansancio generalizados, las ultraderechas se expanden como una nueva virosis². Es inútil querer enmarcarlas en lo conocido, no es fascismo; no es serio ni pertinente reducir lo que sucede a lo conocido. Es como ese color que menta Lovecraft. Una manera de nombrar algo desconocido, pero que lo altera todo. 

Lo extraño en el análisis, hoy

Finalmente, lo extraño que habita en la vida cotidiana se hace presente en el trabajo analítico. En él puede apreciarse que algo fuera-de irrumpe, que lo familiar se ha hecho extraño, que hay ausencias y presencias que producen efectos espeluznantes, que el trauma genera una vacilación del sentido individual y colectivo. Quienes trabajan en empresas y organismos estatales (también sucede en empresas privadas pertenecientes a ciertos rubros) hablan de una presencia insidiosa que todo lo altera -como en el film Alien en la nave Nostromo (Scott, 1979), bajo la forma de normativas caprichosas y la amenaza de pasar a ser prescindible, no sabiendo cuándo ni cómo. Y, al mismo tiempo, observar que los lazos cotidianos con compañeras y compañeros de trabajo se han alterado: cada uno en lo suyo, mientras el sindicato colabora en listas de prescindibles o directamente se llama a silencio. Presencias y ausencias. 

O bien quienes están abocados a la investigación, cuyo futuro se encuentra entre paréntesis, sin saber ni quién ni cómo ni cuándo se decidirá acerca del mismo. ¿A qué dedicarse entonces? ¿Tienen que continuar con su investigación? 

Mientras, los comentarios respecto de las marchas de los jubilados de los miércoles señalan la única constante entre protestas y actos esporádicos que se disuelven en breve lapso. Movimientos espasmódicos en una sociedad fragmentada y con psiquismos también fragmentados. “Es ver que reprimen a los viejos todos los miércoles, como un espectáculo más”.

Fisher en su inconcluso Comunismo ácido (Fisher, 2021), habla del “exorcismo del fantasma de un mundo que podría ser libre”. Hubo, décadas atrás, otro proyecto para la vida colectiva, empujando a movimientos en contra del capitalismo en todo el mundo, tanto a nivel político como cultural -contracultura-. Ese proyecto y los fantasmas que lo acompañaban, fue exorcizado, era algo extraño al mundo capitalista que debía ser erradicado. Y así fue. Se impuso el realismo capitalista: la convicción de que este que habitamos es el único mundo posible. Un mundo espeluznante, ya que está regido por fuerzas que no son del todo accesibles a nuestra cognición, y que desquician nuestro registro pulsional. Para Fisher, lo extraño, también se aplica “a las fuerzas que rigen la sociedad capitalista”. El capital es, en todos los niveles, una entidad espeluznante: a pesar de surgir de la nada, el capital ejerce más influencia que cualquier entidad supuestamente sustancial (…) Una fuerza como el capital no existe en ningún tipo de sentido sustancial, pero es capaz de provocar efectos de casi cualquier tipo” (Fisher, M., 2018). El capital como una pandemia virósica actuando en el seno de lo familiar. Una suerte de fuerza demoníaca. 

Ahora habitamos un realismo capitalista recargado: está al mando una abrumadora presencia de regímenes de ultraderechas, y de sujetos que alientan y adhieren a los mismos. La tarea, hoy -una tarea que no sabemos cómo llevar a cabo, pero que no debemos cesar de buscar- es la de exorcizar el fantasma de que dicho realismo capitalista nos ofrece la única forma de vida posible. 

Notas al pie

  1. 1153276602yagofranco@gmail.com
  2.  Ningún reduccionismo debe hallarse aquí: hay determinaciones psíquicas, sociales, económicas, políticas, etc., ninguna puede determinarlo todo sin ser, a su vez, determinada. Ni tampoco es posible una explicación total.

Bibliografía

Fisher, M. (2016). Realismo capitalista. ¿No hay alternativa?. Caja Negra.

Fisher, M. (2018). Lo raro y lo espeluznante. Alpha Decay.

Fisher, M. (2021). Comunismo ácido. En : K-PUNK , V. 3. Escritos reunidos e inéditos (Reflexiones, Comunismo ácido y entrevistas). Caja Negra.

Franco, Y. (2021). Transfiguraciones. Psicoanálisis de la Pandemia. Psicoanálisis en la Pandemia. Magma.

Franco, Y. (2025) Todo lo que querías saber sobre las ultraderechas pero no atrevías a preguntarle a H. P. Lovecraft. Prometeo.

Freud, S. (1973 [1920-1921]). Psicología de las masas y análisis del Yo. En : Obras Completas, Tomo III. Biblioteca Nueva.

Freud, S. (1973)[1919]). Lo siniestro. En : Obras Completas, Tomo III. Biblioteca Nueva.

Lovecraft, H.P. (1991). El color que cayó del cielo y otros relatos. Andrómeda.

Virilio, P. (2003). Amanecer crepuscular. Fondo de Cultura Económica.

Žižek, S. (2020). Pandemia. La covid-19 estremece al mundo. Anagrama.

 

Acerca del autor

Yago Franco

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