NÚMERO 17 | Mayo, 2018

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Acerca del lazo social | Perla Frenkel

En el comentario “Acerca del lazo social”, la autora vincula diversos conceptos teóricos del Psicoanálisis con varias obras de teatro que logran impactar al espectador de diversos modos. Toma principalmente la obra Orlando de Emilio Garcia Wehbi. Desde este lugar, planteará que “el teatro nos ofrece la oportunidad de interpelarnos, a veces, acerca de nuestra propia clínica”.

El concepto de lazo social en sentido amplio tiene que ver con la unión entre los individuos y las diferentes formas en que se asume la identidad colectiva. Por ejemplo, una nación, un pueblo, un estado. Puede abordarse desde la antropología, la sociología y también desde el psicoanálisis.

Buenos Aires es la ciudad que nos ofrece más allá de un sinfín de dificultades para vivir en ella, el regalo continuo de poder ver teatro y tener acceso al psicoanálisis. Es en esta coyuntura en las que quiero contarles la rica experiencia que nos ofrece el pensar en el concepto lazo social, pero el asunto es cómo y desde dónde. Es aquí que me permito unir teatro con psicoanálisis.

Cuando una obra de teatro nos impacta ¿cuáles son los temas que lo logran? Aguzo un poco la memoria.

  • Terrenal de Kartun (un padre, los hijos Caín y Abel).
  • Mi hijo camina un poco más lento de Ivor Martinić (la negación, la desmentida)
  • Arde brillante en los bosques de la noche de Mariano Pensotti (ser sujeto u objeto)
  • Tarascones de Gonzalo Demaría (el juego de la hipocresía)
  • Orlando de Emilio García Wehbi (El eterno retorno)

Así puedo seguir con una larga lista. Vemos logradas puestas en escena con cuerpos que dicen, con palabras que ocultan, deseos de muerte, rivalidad, competencia, celos, dolores del alma; así circula la deriva pulsional. En resumen, sexualidad y muerte, los temas del inconsciente.

El teatro nos ofrece la oportunidad de interpelarnos, a veces, acerca de nuestra propia clínica.

Me detengo en algunos momentos de Orlando. Por ejemplo, cada siglo se señala con un eclipse. Orlando, en el siglo xvi, es una mujer que desoye el viril mandato de su linaje y se dedica a filosofar durante toda la eternidad. Nos dirá que su padre antes de morir le dijo: “No al bien. No al sueño. No a la música. No a las imágenes. No a los libros”. Sin duda resuenan los ecos del Superyó.

Orlando dirá que tiene que escribir para no ser un “descarte”, que vive en la nostalgia, en el deseo del retorno a la infancia.

Dirá que el tiempo fue creado por el hombre a partir de la idea del retorno. Retorno de la primavera, de las mareas, de Ulises a Itaca. Y así se da cuenta que nunca es la misma primavera ni la misma patria a la que se regresa. Entonces, la nostalgia lo invade y su contrario el deseo, que busca lo nuevo, circula en la angustia porque es una búsqueda a ciegas, que de algún modo no se realiza en su satisfacción. Orlando sueña, nos dice que está disconforme, que es hablado por los fantasmas que estuvieron antes que él y que tiene límites que son los de su lengua, los de su mundo, los de su tiempo, los de su habla. Pero que mientras hable, no dejará de existir. Dirá, en oposición a los decires de su padre: “Si al bien. Si al sueño. Si a la música. Si a los libros”.

Quise compartir con ustedes los textos que recordé de la obra Orlando, una ucronía disfórica de Emilio García Wehbi, cuya puesta en el Teatro San Martín ejercieron en mí un fuerte impacto. Solo señalé aquí un fragmento para articularlo conceptualmente con lo que asocié al repensarlo. Nos habla de la memoria inconsciente, de la temporalidad, de la estructuración psíquica, de la palabra y la voz. Asimismo nos muestra el mandato superyoico y su tramitación sublimatoria; lo vemos cuando Orlando dice, diferenciándose de su padre: “Si al bien. Si al sueño. Si a la música. Si a los libros”.

Entonces ¿en qué nos diferenciaríamos de la sociología, de la antropología al usar psicoanalíticamente el término Lazo social?

Cito a Miller (2005):

Lacan habla de lazo social -lo hace atentamente, para no perturbarnos- y esto nos permite seguir soñando. El lazo social quiere decir que el sujeto no está solo con su ello, su yo y su superyó, que la verdad de la vida psíquica no es el solipsismo, que el sujeto no es autista, que está siempre el campo del Otro, e incluso, que el campo del Otro precede al sujeto, el sujeto nace en el campo del Otro. Pero el lazo social no equivale a la sociedad.

¿Qué quiere decir que no está solo con su yo, su ello y su superyó? A mi entender el analizante viene a contar sus versiones, mientras narra, escribe su historia y repetición mediante, encuentra diferencias. Cuando cuenta, se da cuenta. ¿De qué? Que cuenta para el Otro.

Ese Otro de la transferencia es el analista, que está allí con su escucha, con su acto con su intervención. Por eso, podemos decir que se establece en transferencia el lazo social, que permitirá al sujeto arreglárselas con su yo, su ello y su superyó. En ese camino de a dos que es la transferencia las cosas que eran de una vez y para siempre dejan de serlo y como en Orlando se dirá: ¡Si al bien, si al sueño, si a la música, si a los libros!

¿No es acaso en el tránsito por un análisis que se ponen en juego las problemáticas que señalé en la obra Orlando? ¿No es acaso la transferencia la que establece el lazo social?

Bibliografía

Miller, J.-A. (2005). Psicoanálisis y sociedad; La utilidad directa, Fuente Freudiana (43/44). Recuperado de http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=publicaciones&SubSec=on_line&File=on_line%2Fpsicoanalisis_sociedad%2Fmiller-ja_lautilidad.html

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Perla Frenkel

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