NÚMERO 23 | Mayo 2021

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Adolescencias en pandemia. Intimidad y exogamia | Valeria Mian

En la adolescencia la construcción de intimidad está ligada a la salida exogámica. Durante la pandemia que atravesamos, intimidad y salida se vieron trastocadas. ¿Cómo se construye la intimidad en el encierro con otros? ¿Cómo se construye la intimidad aislados de los otros por fuera de la familia? La exploración del mundo y el acercamiento de los cuerpos, imprescindibles en el tránsito adolescente, estuvieron impedidos durante el aislamiento. ¿Qué función cumplió la virtualidad? La autora propone, además, pensar en algunas fases de organización psíquica que se atravesaron a lo largo de tantos meses llenos de cambios. (Trabajo presentado en el marco del Ciclo Científico de la AEAPG, el 14 de octubre de 2020).

(…) la juventud sólo es el tiempo de veda que el destino

asigna para nuestro fortalecimiento,

para que divirtamos a aquél con nuestra resistencia,

hasta que luego se le ocurra cazarnos.

Sigmund Freud, 1874

 

Durante estos meses de aislamiento físico, hemos tenido que aceptar una vez más que no hay certezas, nuestra incompletud se hizo evidente otra vez. La célebre frase «todo no se puede» nos interpela con mayor irreverencia que nunca. Podemos decir que hay dificultades o posibilidades, obstáculos o logros, defensas o procesamiento. Vaivenes inevitables que nos alejan de toda certeza.

Dado que fuimos invitados a pensar acerca del tema particular que nos convoca, la intimidad en la adolescencia, en una situación específica y actual que es esta realidad avasallante de pandemia, de seguro encontraremos más interrogantes que respuestas. Nuevamente Freud: «El presente tiene que devenir pasado si es que han de obtenerse de él unos puntos de apoyo para formular juicios sobre las cosas venideras» decía en El porvenir de una ilusión (1927, p. 5). Un estado fluctuante entre perplejidad y ligadura es todo lo que podemos pretender por ahora.

En este marco, repasemos algunas coordenadas conceptuales.

Las tres fuentes de sufrimiento de las que habla Freud en El malestar en la cultura (el cuerpo, el mundo externo y el vínculo con otros) cobran particular protagonismo en el tránsito adolescente. Veremos además que los tres son inherentes al proceso de construcción de intimidad y que es preciso hacer foco en ellos, en este contexto de pandemia. «Pero la felicidad es algo enteramente subjetivo» decía Freud en ese mismo texto, en el que nos enseñó que el sufrimiento también lo es (1929, p. 88).

La adolescencia asoma en la literatura psicoanalítica relacionada con términos como transformación, reorganización, tránsito, pasaje, movimiento, historización. Podemos agregar algunos más descriptivos: turbulencia, ímpetu, indefiniciones, exploración, errancia. Insisto: movimiento. Habremos de preguntarnos cuánto y cómo se han movido los adolescentes durante estos meses de aislamiento.

Intimidad, etimológicamente, nos remite a lo que está muy hacia adentro. Si hacemos un rastreo del término en la obra freudiana, lo encontramos mencionado unas treinta veces con dos vías de significación: una con relación al mundo externo, la vía de lo que se guarda para sí, del deliberado secreto. Y otra, inherente al sujeto del inconciente, íntima dimensión que eventualmente se revela.

Entonces, en el tránsito adolescente, plagado de trabajos y de duelos, la intimidad es una construcción encauzada por esas dos vías: la intimidad respecto del mundo, de los vínculos, es un proceso que se conjuga con el desasimiento de las figuras parentales en la búsqueda de la salida exogámica. Y la intimidad de eso otro que habita al sujeto (que, a su vez, no pudo ser sin el mundo tal como Freud plasmó desde el Proyecto) y que se reorganiza en la adolescencia a partir de los reajustes narcisistas y la reedición de la dramática edípica. La mejor definición que encontré de este movimiento de dos vías la dio María Eugenia Farrés, en este mismo espacio en el año 2012: «Las coordenadas de lo íntimo basculan así entre el niño y su familia, estabilizándose con la salida exogámica. Así lo íntimo no quedaría necesariamente en el interior de la subjetividad, sino que en tanto territorio a construir y delimitar, podría ir y venir en un “entre”». (Farrés, 2012).

¿Cómo se conjugan esas intimidades cuando las variables de ese «entre» no varían tanto? Aislados, distanciados de los otros de afuera, pero todos juntos en casa, ¿cómo se construye la intimidad en el encierro con otros? ¿Cómo se construye la intimidad aislados de los otros por fuera de la familia?

Sin dudas, durante el aislamiento obligatorio, la dinámica de cada familia fue puesta a prueba. La hiperestimulación que puede generar la convivencia permanente va a contrapelo de la regulación de contacto que necesitan los adolescentes para la salida exogámica.

Adolescencia, etapa de socialización por excelencia, de grupos de pares y otros adultos referentes identificatorios, de todo aquello necesario para construir intimidad. Momentos de transición, de elecciones. Y, si esos son tiempos de duelos, la pandemia suma nuevos duelos al proceso adolescente. Los ritos de pasaje habituales fueron vedados por el aislamiento. ¿Cómo despedirse sin viaje, sin fiesta, sin los preparativos y la planificación? ¿Cómo iniciar un nuevo ciclo sin algo que marque una finalización? Mojones de la salida exogámica que parecen pasar de largo. Una paciente que termina la primaria y que el año pasado no mostraba ningún interés por su viaje de egresados, cuando se acercaba la fecha me dijo: «La verdad es que extraño el viaje que no fue». Y eso abrió la puerta para hablar de cuánto extrañaba a sus compañeros, pero también del cierre de un ciclo y la despedida que tal vez no pueda ser.    

La exploración del mundo y la presencia de otros significativos por fuera de la familia parecen impedidos. Se pierde proximidad con nuevos puntales identificatorios y la virtualidad cobra otra dimensión, más necesaria aún. Para los adolescentes, los dispositivos electrónicos y lo virtual ya se erigían como un espacio de intimidad, un soporte material donde se jugaba la disputa de autoridad con los adultos. Las redes sociales aportaban la mirada de los otros a través de comentarios y likes. Los juegos en red eran un lugar donde se juntaban para armar planes y salidas. A partir del aislamiento obligatorio, estos recursos tecnológicos cobraron un protagonismo indispensable a la hora de estar con otros, de crear un espacio propio dentro de esa casa donde están todos, es decir, a la hora de construir intimidad y autonomía.

Sabemos que la dialéctica presencia-ausencia es simiente del lenguaje, de la independencia y también de la intimidad. La salida exogámica pulsa insistentemente en los adolescentes. Buscar otras presencias, procurar ausentarse (aunque parezcan recluirse), crear zonas de intimidad fueron los desafíos que los adolescentes y sus padres tuvieron que enfrentar más trabajosamente durante el aislamiento. Ya no se contaba con las vías facilitadas del colegio, la calle, la plaza, el club y otras actividades que ofrecían un afuera seguro y confiable para explorar. ¿Dónde queda el mundo por conquistar? ¿Dónde se ubica la transgresión? ¿Qué hacer con el empuje pulsional sin los cuerpos de otros? ¿Cómo asoma la muerte cuando aquellos que parecen indemnes pueden convertirse en portadores del peligro?

Varios meses han pasado desde el inicio del aislamiento y, a pesar de la aparente monotonía, hemos atravesado diversos momentos que, al modo de las fases que condicionaban nuestros movimientos en el mundo exterior, se han ido transformando en nuevos modos de organización que requieren un restablecimiento paulatino del equilibrio, y eso implica trabajo psíquico. Eso que fui observando en mi experiencia clínica, en este lapso, me llevó a formalizar algunos de esos momentos y cómo vivieron los adolescentes en ellos el proceso de construcción de intimidad que nos convoca. 

Fase 1 o momentos de incertidumbre

Asombro, perplejidad, incredulidad. La incertidumbre puede definirse como la falta de seguridad y confianza que genera lo novedoso. Se despertaban sensaciones de parálisis, de pérdida, de privaciones. Algunos describían un escenario apocalíptico que ya en las artes se había anticipado. Otros, aunque no lo vivían de manera angustiante, inundaban los teléfonos de memes. ¿El humor como intento de elaboración?  

A un paciente que está cursando el secundario con orientación tecnológica le llamó la atención que a raíz de la pandemia se haya masificado el uso del Zoom: «Una cosa —me dijo— que tiene que ver con hacer foco y manejar las distancias». El universo de asociaciones y ligaduras se ponía en marcha.

Para algunos era el momento de aprovechar para hacer muchas cosas, la oferta era infinita. En otros, irritabilidad, enojo, furia fueron diferentes modos de reaccionar frente la frustración. Omnipotencia y fragilidad basculan en un cuerpo en crecimiento. Fueron apareciendo aburrimiento, tristeza, desorganización, temores, angustia. ¿Indicadores esperables frente a lo imprevisto?

Fuimos redescubriendo algo del ritmo, ese flujo de movimiento, acompasado o medido, producido por una ordenación de elementos. Por lo que las coordenadas de tiempo y espacio debían ser ordenadas. Escribíamos con Sebastián Sequeira hace unos meses: «Las coordenadas que usamos de referencia para lo cotidiano se ponen en duda, cambian, en la pausa aparente no dejan de moverse». (Mian y Sequeira López, 2020, p.159)

Cuando el «estar todo el tiempo la familia unida» no es un problema, ¿cómo se construyen los espacios de intimidad? Se produjo una desarticulación y una dislocación de la vida cotidiana. Los espacios propios cambiaron por la presencia en casa de todos los miembros de la familia, o por el regreso a casa de quien aún salía a trabajar. Organización. Rutina. El mandato del «deber hacer» tuvo que entramarse con el tiempo del ocio, «perder el tiempo» hubo de hallar su lugar. El desafío fue ir situando continuidad en la ruptura y alternancia en la monotonía.

Los psicoanalistas podemos dar cuenta de la encarnadura del tiempo en aquellas divinidades griegas: si Kronos es el dios-tiempo del reloj y la linealidad y Aión es el dios-tiempo de la repetición, del deseo y de la circularidad, es Kairos el dios-tiempo que trae la oportunidad, el momento adecuado, el instante para intervenir, un lugar temporal para el trabajo de análisis (Núñez, 2007).

Fase 2 o momentos de adaptación

Adaptarse a pesar de la vivencia de monotonía del tiempo y de estrechez del espacio. La conectividad decanta y rezuma en comunicación. Previsión. La adaptación no es una única manera de someterse a los embates de la realidad, sino el modo creativo de cada uno para lidiar con ella a partir de los propios recursos, posibilidades y deseos.

Dijimos que la espacialidad material se vio reducida, comprimida, se achicó el mundo a explorar, a recorrer. La casa es todo el espacio para moverse, y esta puede ser de varios tamaños y estar compuesta por diferentes ambientes, pocos o muchos. A veces todo el espacio habitable es el dormitorio, para aquellos que cuentan con una habitación propia la intimidad se materializa con la puerta. Otros, reencontraron o descubrieron la terraza o el jardín con recursos ingeniosos para tornarlos «habitables», creando un uso diferente al de «pasar un rato».

La construcción de intimidad requiere de anclajes en las coordenadas tiempo-espacio. ¿Qué hacer con padres o hermanos cuando rondan durante la sesión? La madre de un paciente de 17 años abre la puerta de su habitación para dejar ropa planchada. «Me lo hace siempre, y eso que le avisé que tenía sesión —protesta cuando la madre sale, y agrega que entra con diferentes excusas en cualquier momento— Se lo digo y no le parece importante».  Entonces, se van abriendo preguntas: ¿Cuándo se lo dice? ¿Qué le dice? ¿Cómo se lo dice? Cuando media la palabra, los enojos cobran forma, encuentran cauce. La confrontación generacional se ve recrudecida a veces por la sensación de encierro en ambas partes. El espacio de intimidad se va construyendo con provocaciones y limitaciones a una autoridad de la que, a su vez, se depende. Escribía Winnicott (1958a, p. 132): «El adolescente exhibe una mezcla de independencia desafiante y dependencia, estados que alternan o incluso coexisten, lo cual hace del adolescente una paradoja». 

Se ha hecho carne la expresión ya asimilada «24.7». Generar momentos para estar sin la familia, de acuerdo a las necesidades particulares, se encamina al poder vivir en familia. A veces, los horarios son espacios. Una paciente prefería hacer la tarea y estudiar hasta la madrugada porque de día decía: «Mi casa es un quilombo, mis hermanos no paran de hacer lío y mis viejos se re-alteran, no me puedo concentrar». Le fue muy trabajoso lograr que sus padres le creyeran que estaba estudiando hasta altas horas, pero finalmente conquistó su espacio.

En este segundo momento, por otro lado, descubro que los pacientes comienzan a traer más sueños. Intensa actividad que los sorprende y nos pone a trabajar. Tal vez por esta vivencia de estar siempre en el mismo lugar era menester un desdoblamiento y esa otra dimensión freudiana de la intimidad hallaba una nueva oportunidad de expresión.

Fase 3 o momentos de salidas

Cuando comenzaba a redactar estas palabras (a principios de agosto) estábamos atravesando en la ciudad de Buenos Aires una especie de fase intermedia de distanciamiento social.

Salir fue permitiendo pensar más profundamente en lo que se extraña, lo que se pierde, lo que se espera. «Salir me hizo valorar las cosas que tenía antes» —comentó un paciente tras realizar su primer paseo.

La falta de contacto, los cuerpos aun alejados. La adolescencia es momento para tomar distancia corporal de los padres y para acercarse al cuerpo de los pares. ¿Qué posibilidades había bajo estas nuevas condiciones? Acechaba la fantasía de quedar atrapado no sólo en casa con los padres, sino en la infancia. La amenaza tanática de la endogamia rondaba. Nuevas apropiaciones, necesarias para la salida exogámica, debían buscarse en otros espacios. Durante el aislamiento los cuerpos se hicieron presentes a través de voces e imágenes, el contacto de la piel se sustituyó transitoriamente por el de la pantalla y el auricular. Con el distanciamiento se comenzaba a crear la ilusión de la cercanía.

El trabajo más difícil para los adolescentes es hacerse un lugar y para los padres lo dificultoso es acompañar este proceso que de por sí es doloroso, y que se complica aún más en un contexto que los atraviesa también (las condiciones de trabajo alteradas, el exceso que implica también para ellos la convivencia constante, la preocupación por sus propios padres, por el futuro y el de sus hijos). Obligaciones, responsabilidades, exigencias, temores.

Una vez más, la subjetividad. Esa vislumbre de cercanía también trajo dificultades: en algunos, actitudes regresivas tal vez como posibilidad de volver a un lugar seguro, conocido, como intento de reorganización. En otros, sentirse presionados para salir pudo ser vivido como intrusivo, otro escenario para la confrontación generacional.

Fase X o momentos de nuevas incertidumbres

Estamos en el tiempo de lo que vendrá. Otras incertidumbres nos inundan.  

Cuando esto llegue a un final, podremos evaluar algunas impresiones transitorias a las que se pueden arribar hoy. Según mi experiencia en estos meses, para los adolescentes fue más sencillo adaptarse a la virtualidad y tuvieron menos dudas a la hora de dar continuidad al análisis por ese medio. Los tratamientos fueron sostenidos con poquísimos pedidos de cambio de horario y sin cancelaciones, había mayor disponibilidad. Tal vez la desaceleración, en una vida cotidiana plagada de actividades antes de la pandemia, trajo un mayor espacio para el análisis.

Vimos una vez más que las series complementarias freudianas se encarnan en la clínica. La corporalidad, los recursos psíquicos y las circunstancias se entraman en el caso por caso y la posibilidad de un análisis.

Freud nos habla de tres factores decisivos en el destino de una terapia analítica, en Análisis terminable e interminable (1937): el influjo de traumas (lo no ligado, el rayo que traspasa la barrera), la intensidad constitucional de las pulsiones o viscosidad libidinal y la alteración del yo, su rigidez o flexibilidad. El yo abrumado por cantidades excesivas, el cuerpo como caja de resonancia de sus malabares. El lazo afectivo con los otros apuntala al yo, sostiene el cuerpo, mitiga el sufrimiento. La palabra encauza la pulsionalidad y produce cambios, y la palabra podrá ser dicha cuando haya alguien a cierta distancia para escuchar. La insistencia parental, para que los adolescentes hablen, puede tornarse una intromisión en esa opacidad necesaria para habilitar el pensamiento propio. A veces, el espacio de análisis se erige como el único que posibilita un comienzo para la construcción de intimidad y para el logro de adaptaciones flexibles, especialmente en este contexto que se tornó inflexible. Como si Kairos cobrara vida en ese instante oportuno.

Nos quedan interrogantes pendientes para un futuro que, esperemos, no esté muy lejos. ¿Cómo atravesó cada uno la situación? ¿Cuáles serán los efectos o consecuencias? ¿Qué marcas dejará en esta generación? Esta pandemia es parte de lo que deberán historizar, ese trabajo reorganizador autobiográfico tan propio de la adolescencia «de poner en memoria y de poner en historia» como escribía Piera Aulagnier (1991, p. 442).

«Hacer experiencia —dice Guzzetti— es aprender de las vivencias (…) haciéndolas trabajar con los recursos subjetivos de cada uno, e incluso creando nuevos» (2020, p. 89). Pero aclara que «todavía es muy pronto para hablar de experiencia del COVID. Estamos en tránsito». Un tránsito en el que debimos aprender a «hacer foco y manejar las distancias», como decía mi paciente, y también aprender que el binomio presencia-ausencia abre paso al extrañar, aun aquello que no fue, como decía mi otra paciente. Es esa añoranza la que inaugura un nuevo camino de ligaduras.

¿Y mientras tanto? Sublimación. Creatividad. Fantaseo. Juego. Trabajo. La importancia de sostener espacios, actividades, tiempos, grupos. Intereses que diversifiquen el flujo libidinal y construyan espacios de intimidad. Resistir para fortalecerse, como decía ese joven Freud de 18 años, ese es el trabajoso juego de la adolescencia. Pensar la pandemia como algo transitorio permite no caer en la desesperación y recuperar esa noción de espera, un mientras tanto la vida sigue, y mientras tanto la adolescencia sigue siendo un tiempo para construir intimidad.

PUEDE ACCEDER A ESTA CONFERENCIA EN NUESTRO CANAL DE YOUTUBE:

Miércoles 14 de octubre de 2020 – 11 a 13 h

Ciclo Científico 2020 – ONLINE  | “INTERROGANTES CLÍNICOS. CONJETURAS DIAGNÓSTICAS”

Mesa: «Adolescencias en pandemia. Intimidad y exogamia»

Panelistas:

LIC. VALERIA MIAN

JOSÉ SAHOVALER

Coordina:

Lic. Julieta Buchbinder

Bibliografía

Farrés, M. E. (2012). Nuestra hija es una mentirosa y otras verdades de la época. En Miércoles en la Escuela: La intimidad publicada y el espacio analítico. Inédito. 

Freud, S. (1997). Cartas de juventud. Buenos Aires, Argentina: Editorial Milá.

Freud, S. (1996). El porvenir de una ilusión. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras Completas: Sigmund Freud (Vol. 21). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu (Trabajo original publicado 1927).

Freud, S. (1996). El malestar en la cultura. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras Completas: Sigmund Freud (Vol. 21). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu (Trabajo original publicado 1929).

Freud, S. (1996). Análisis terminable e interminable. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras Completas: Sigmund Freud (Vol. 23). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu (Trabajo original publicado 1937).

Guzzetti, C. (2020). COVID-19: Un maestro loco. En ¡STOP! COVID-19: ¿Volver a la normalidad? El Psicoanalítico: Buenos Aires, Argentina.

Mian, V. y Sequeira López, S. (2020). Tradición y vigencia del psicoanálisis ampliado. Avatares de una práctica transformadora. En Farrés, M. E. (comp.) Psicoanalistas del siglo XXI: dentro y fuera del consultorio. Ricardo Vergara Ediciones: Buenos Aires, Argentina.

Núñez, A. (2007). Los pliegues del tiempo: Kronos, Aión y Kairós. Paperback N° 4, recuperado de http://www.artediez.com/paperback/articulos/nunhez/tiempo.pdf   

Winnicott, D. (1958a). Formulación teórica del campo de la psiquiatría infantil. En La familia y el desarrollo del individuo. Paidós: Buenos Aires, Argentina.

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Valeria Mian

Valeria Mian

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