RELEVANCIA DEL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN:
La asexualidad es entendida en este trabajo como una manifestación de la sexualidad humana caracterizada por el desinterés por la práctica sexual, que puede o no, ir acompañada de desinterés por las relaciones amorosas, independientemente del género (Oliveira, 2014).
Para la mayoría de los autores, el componente central de la asexualidad es la ausencia de deseo, sueños o fantasías sexuales, sin considerar la orientación sexual, y sin la presencia de sufrimiento por dicha situación, que se traduce en un desinterés por mantener relaciones sexuales. En algunas variantes de la asexualidad queda en evidencia que puede existir amor romántico sin atracción sexual o sin una manifestación sexual directa.
La asexualidad perturba el terreno sexo-normativo, al punto de volver problemático su análisis a través del abordaje queer. Este último, actúa en la desestabilización y deconstrucción de la sexualidad heteronormativa, principio que también se aplica a la asexualidad como consecuencia de un fenómeno que actúa en la resistencia y en la creación de un “hecho nuevo” que tensiona el statu quo. En estas perspectivas queer se sugiere que los asexuales presentan una sexualidad rizomática y polimorfa; es decir, son otra forma de sexualidad.
En síntesis, el análisis sobre el tema pone en evidencia su difícil conceptualización y comprensión, ya que incluyen discursos políticos e identitarios que exceden la manifestación sexual del sujeto.
Como psicoanalistas, tomamos posición en una clínica con fuerte compromiso con el lazo social, desde donde se evidencia la presencia de cierta fluidez de la vida erótica. Se instala ante nosotros una sexualidad con variadas formas, tecnologizada, virtualizada, acompañada de diversas formas de goce: es en este escenario, que emerge la asexualidad. La misma requiere entonces de un abordaje más vasto de esa experiencia y, en este sentido, su relevancia está vinculada tanto a la clínica como a las manifestaciones en la cultura.
ANALISTAS COMO INVESTIGADORES:
Inspirados en la idea de una teoría por experimentar, enriquecer, por resignificar y reelaborar, como lo propuso S. Bleichmar, tuvimos que volver a los fundamentos del psicoanálisis, a la sexualidad.
Si bien, ya teníamos en tanto analistas, un camino recorrido hacia la escucha de lo enigmático y nos reconocemos entrenados, en buscar esa pequeña señal, esa huella, aquel fragmento que nos permite profundizar, en nuestro proceso de investigación nos encontramos con un obstáculo: nuestras propias teorías.
Por momentos, contábamos con un pesado maletín teórico que insistimos en abrir antes de tiempo. De esta tendencia nuestra, en la cual nuestros preconceptos podían obturar una posible escucha, nos percatamos e intentábamos estar advertidos con el propósito de dejar hablar a través de estos posteos a un grupo auto denominado asexual perteneciente a comunidades virtuales asexuales. Pero esta advertencia no bastó, a espaldas nuestra, sorprendiéndonos a nosotros mismos, aparecía cada tanto una teoría que terminaba por explicarlo todo.
Así fueron cayendo conceptos conocidos, que probablemente nos tranquilizaba pero que saturaba la escucha con lo ya sabido.
Inmediatamente intentábamos una interpretación clínica sobre un material que no respondía al método clínico, asociación libre, atención libremente flotante y transferencia mediante, nos olvidábamos con frecuencia, que no eran pacientes que consultaban.
Con mucho trabajo y siempre con la natural tendencia de volver al lugar en el cual una teoría parece tener una respuesta para todo, intentamos de manera permanente estar alerta de nosotros mismos y así salir del escudo teórico. Nos enfrentamos al temor a apartarnos del camino, implicando un trabajo interno, el desprenderse de lo conocido.
Lo instituido en nuestro equipo tenía su frase: ¿esto, será psicoanálisis?
Enfrentados a la complejidad de nuestro objeto de investigación y a la luz de estas nuevas experiencias en este proceso, comienzan a surgir preguntas… ¿Qué provoca en los asexuales la imposición cultural de la sexualidad? ¿Por qué los territorios virtuales?, ¿qué significan los territorios virtuales en esta específica subjetividad?
Vamos volviendo entonces a nuestros “faros de interés”.
Poder sostener la pregunta sin encontrar rápidamente respuesta, tolerar la duda, lo provisorio de ciertos supuestos, en definitiva, el proceso investigativo que se fue abriendo a nuestra comprensión, sin duda, fue lo más estimulante. No es sin la experiencia de atravesarlo con el cuerpo.
No saber sobre un tema y no saber sobre un método y a pesar de eso, decidir investigar.
- CAMINO METODOLÓGICO
Primeros pasos: delimitación del objeto empírico
La investigación respondió a un diseño de tipo exploratorio-descriptivo y estructurado con base en la técnica de teoría fundamentada, basado en posteos surgidos de siete (7) comunidades virtuales asexuales seleccionadas en cinco (5) países del cono sur: Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y Perú.
Exploramos las concepciones de la asexualidad en miembros de comunidades virtuales asexuales, a partir del análisis de sus formas de definirse, su vinculación con el plano emocional y su relación al lazo social.
A partir de un criterio de selección temporal Se obtuvieron 92 posteos recogidos entre las 7 Instituciones, de páginas de Comunidades Virtuales Asexuales seleccionadas.
Definimos como posteo a una unidad de sentido recortable, un decir expresado por un participante de esa comunidad, que empieza y termina en torno a algún tópico. En este caso, la asexualidad.
Por ejemplo, un posteo:
“Fue duro darme cuenta de lo que significó no haber sabido lo que me estaba pasando y que muchas veces me quisieron corregir. Asumirlo implicó aceptar que nadie puede obligarme a tener sexo”.
Tomamos a los posteos como unidades de análisis sobre las cuales desarrollar el análisis más profundo de la información, surgida de esta investigación.
Asimismo, consideramos como otro plano de análisis, esta vez de contexto, a las comunidades virtuales donde se alojan estos posteos.
Los posteos conforman unidades de sentido complejas y densas en información. A partir de su lectura, fuimos identificando distintos aspectos que se constituyeron en dimensiones de análisis.
Se abrió así un abanico de temas: formas de interacción, modos particulares de sufrimiento y soledad; motivaciones todas, que llevaron a los integrantes de estas comunidades, a alejarse de un tipo de cultura que no soportaban y de la que se sentían excluidos. Nos encontramos también, con las particularidades de las comunidades en los distintos países.
Leer de manera sistemática cada posteo desde este conjunto de dimensiones nos permitió relevar contenidos que estaban condensados, subsumidos en los posteos y que no se hacían visibles. Del mismo modo, fue una estrategia para evitar interpretaciones apresuradas a un material con el cual no estábamos habituados a trabajar. No olvidemos que un posteo en una página virtual no tiene el mismo estatuto que la palabra en un análisis.
Luego de varios debates e intercambios, siguiendo el proyecto de investigación y con asesoramiento metodológico, coincidimos en trabajar en 5 dimensiones de análisis a aplicar en cada posteo: Motivaciones para formar parte de esa comunidad/ Características de las personas con quienes se vinculan de manera más íntima/ Emocionalidad predominante en sus vínculos (efectivos y deseados)/ Valoración de la sexualidad/a-sexualidad /Autodefinición de la propia sexualidad/ Versión del otro (alteridad) y del nosotros (identidad)
Aplicando la matriz de lectura.
Estábamos en camino. A partir de cada una de estas dimensiones fuimos leyendo nuevamente cada posteo, codificando los fragmentos o palabras que dentro del mismo podían dar cuenta de cada una de estas dimensiones.
Es decir, dejamos hablar al posteo y lo escuchamos lo más a la letra posible.
Logramos organizar el material a través de una matriz, que llamamos Matriz de codificación de posteos.
Ahora contábamos con una mayor riqueza respecto de aquella primera versión sobre la asexualidad con la que partimos. Con la articulación de las diversas síntesis desarrolladas por cada equipo elaboramos una síntesis general por dimensión que dio lugar a ejes de sentido, sobre lo que nos basamos para proponer nuestro análisis de resultado, que aquí les presentamos.
Es desde esta síntesis conceptual, que fue posible articular, con el marco teórico psicoanalítico y de otras disciplinas, que pudimos leer un objeto complejo que se nos revelaba en sus dimensiones singulares, subjetivas e identitarias, pero también, colectivas, políticas y éticas.
ANÁLISIS DE LO INVESTIGADO
Dice Freud en 1930, “La cultura se comporta respecto de la sexualidad como un pueblo o un estrato de la población que ha sometido a otro para explotarlo. La angustia ante una eventual rebelión de los oprimidos impulsa a adoptar severas medidas preventivas.
“El reclamo de una vida sexual uniforme para todos, que se traduce en esas prohibiciones, prescinde de las desigualdades en la constitución sexual innata y adquirida de los seres humanos, segrega a buen número de ellos del goce sexual y de tal modo se convierte en fuente de grave injusticia.” (Freud, 1930, p. 102).
A medida que fuimos trabajando sobre la primera dimensión, Motivación para formar parte de las Comunidades Virtuales Asexuales, nos dimos cuenta cómo se iban entramando las distintas temáticas a las que hicimos referencia y fuimos relevando la problemática que suponemos afecta la subjetividad de este grupo.
La pregunta más pregnante que nos surgió fue: ¿De qué se trata y qué función cumplen las comunidades virtuales en términos de motivación y participación, para este colectivo?
Las asexualidades, así como otros colectivos en defensa de la diversidad sexual, han encontrado en las redes sociales un medio de expresión. Producen un discurso cuestionador de la omnipresencia de la sexualidad en la cultura, denunciando así la fagocitación de los objetivos de liberación sexual que marcó una parte importante del siglo XX. El orden sexual actual ha devenido mercancía.
Los asexuales apuntan al dogma sexual y todas sus consecuencias considerando que la invisibilización que padecen, es una estrategia de sometimiento. Uno de ellos escribe: “Soy feliz sin practicar sexo, pero no me creen”.
Esta invisibilización se ha transformado en causa: abogan por el reconocimiento y respeto a su existencia, relativizan la atracción sexual y otros aspectos de la “normalizada” sexualidad.
Dos posteos al respecto: “Cansa la determinación que se quiere dar a lo coital”
“La asexualidad no tiene cura ni la necesita”
De aquí parte otra categoría que es la Valoración que tienen sobre la Sexualidad y la Asexualidad.
En su dimensión positiva estos posteos muestran una clara oposición entre lo sexual, (en el sentido popular) y los sentimientos con los cuales se ligan afectivamente, que quedan expresados con variadas coloraturas: romanticismo, sublimación, sensualidad, amor, emocionalidad, ternura, además de valorizar otros modos de contacto alternativos a los establecidos.
En la dimensión negativa, observamos una radicalidad más acentuada de rechazo al sexo imperativo y normativo. Los otros, aparecen sancionando sus elecciones asexuales en términos que expresan incomprensión, ignorancia, incredulidad o decepción, con lo cual se sienten expuestos a procesos de estigmatización.
En el artículo de 1908 “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna”, Freud nos dice que cada momento histórico social indica la forma de satisfacción sexual donde queda implícito, tanto lo que debería ser sofocado como la importancia de su incidencia en los diferentes modos de vivir en comunidad.
En el marco de este Congreso nos preguntamos ¿de qué hablamos cuando nos referimos a la moral sexual cultural del siglo XXI?
Así como la nerviosidad surgió como efecto del malestar en la cultura de la época victoriana, hoy nos preguntamos ¿qué verdad enuncia la manifestación de la asexualidad?
Los asexuales se han transformado en nómades de una cultura cuya manifestación hegemónica se traduce en una frase que utilizan: el sexo “que está hasta en la sopa”, les genera rechazo y les “repugna”.
¿Con qué representaciones sociales de la sexualidad están en disputa? ¿Qué los lleva a migrar a la virtualidad donde pueden constituirse en comunidades?
Silvia Bleichmar (2014), propone que el eje de malestar de nuestra época está marcado por la enorme dificultad del enlace al semejante. Reafirmando que, en cuanto a lo sexual, no existe en el ser humano un finalismo que lleve a la genitalidad y la reproducción, entiende esta autora, la “genitalidad” como “enlace al semejante, ninguna otra cosa”. En otras palabras, como la capacidad de amar a otro que, es otro en el sentido de alteridad, pero que también es un semejante.
Una parte de los posteos de asexuales, que no consideran las relaciones sexuales como fuente de atracción y satisfacción, destacaron el territorio de la ternura en la cartografía de sus deseos.
Laplanche (1999) refiere a la presencia de la ternura en el terreno de la autoconservación, como apego, es decir, en la experiencia de reciprocidad entre madre e hijo y como sexualidad inhibida en su fin, en el adulto que cuida del niño; afectos concomitantes a los mensajes cargados de fantasías sexuales inconscientes del adulto, implantadas en el cuerpo del bebé.
En esa interacción empática y traumática con el otro, la sensorialidad es un elemento fundamental, conforme destaca Marcia Bozon de Campos (2016). Sensorialidad entendida como campo transicional entre el cuerpo biológico y cuerpo erógeno, entre el cuerpo de la madre y el del niño, entre la autoconservación y lo sexual; vía portadora de mensajes para la inscripción de lo sexual desligado y de nuevas conexiones pulsionales. Sensorialidad determinante también a lo largo de la vida, en las resonancias entre cuerpo y psiquismo.
Nos preguntamos si la existencia de grupos que se autodenominan asexuales está relacionada con una sensorialidad y una sensibilidad cada vez más limitadas y, al mismo tiempo, con un intento de rescatarlas.
La ternura, como afecto que hace del sujeto un sujeto social y cuya ausencia podría estar relacionada con la precariedad de los lazos sociales contemporáneos, ¿podría ser situada en un lugar protagónico como categoría clínica, ética y política en nuestra época?
Ulloa (1995) planteaba esta idea, desde su actividad en el área de los Derechos humanos y la violencia social, afirmando que la crueldad es la contraparte de la ternura, teniendo como telón de fondo el horror de las culturas dictatoriales, la represión, la marginalización y el escándalo de la miseria. De ahí que considere la ausencia de ternura como fundamental para la comprensión de la situación social y cultural.
Uno de los sentimientos significativos al interior de la dimensión Emocionalidad es el sentirse presionado a tener sexo, como vemos este sentimiento trasnversaliza casi todas las dimensiones que mencionamos antes.
Dan cuenta así sentimientos de tristeza, incomprensión, soledad y decepción.
Insiste así la denuncia de un malestar que va más allá de las necesarias restricciones impuestas por la cultura, pudiendo tener relación con algo del orden del exceso, donde pensamos que podrían sentirse objetos de consumo en los encuentros sexuales, con cuerpos mercantilizados, pasivizados, propensos a quedar encerrados en sus narcisismos. Subjetividad epocal en el que el mandato superyoico ya no es la renuncia pulsional sino, como imperativo social, el gozar.
Los posteos de los asexuales, sus expresiones emocionales y su necesidad de visibilización, crean una realidad compartida, generan identidad y pertenencia. Los sitios web de agrupaciones de asexuales se constituyen como espacios para la resistencia y la contestación, para el reconocimiento y la “educación”, dicen. A través de los posteos se definen, delimitan y diferencian de otros, se hacen visibles en una “otra” realidad donde la genitalidad está excluida o les resulta indiferente en las relaciones interpersonales.
Bleichmar (2014) señalaba que la genitalidad tiene una función como paradigma del enlace al semejante, ¿seguirá siendo paradigmático hoy? Podemos pensar que los asexuales defienden una nueva forma de enlace al semejante, no genital, y que no necesariamente deja fuera el erotismo.
CONCLUSIONES PRELIMINARES
Congruente con nuestro propósito de investigación, las conclusiones apuntan a no ser un cierre sino una invitación a seguir investigando, a generar nuevas preguntas e interés por las asexualidades, tema complejo y valioso que muchas veces tiende a simplificarse como una forma de desestimar e invisibilizar.
Freud ya nos marca una ética y una política, articulando el sufrimiento del síntoma con el malestar de la cultura.
Comenzamos preguntándonos el porqué de la denominación de A-sexuales que se da este grupo: El prefijo A en griego es la negación de la palabra que le sigue, en este caso sexualidad.
En la construcción de la función del juicio, Freud ubica en el texto de “La Negación” (1925) que “la función del juicio se separa del proceso afectivo”, un contenido de representación o de pensamiento reprimido puede irrumpir en la conciencia a condición de que se deje negar. La negación es un modo de tomar noticia de lo reprimido y/o rechazado. Por medio del símbolo de la negación, el pensar se libera de las restricciones de la represión y se enriquece con contenidos indispensables para su operación. Esta lectura a partir de la letra Freudiana nos permite rescatar lo rechazado de la sexualidad. Aquello de lo que el colectivo asexual no quiere saber nada. ¿por qué?, acaso ¿hay algo que desde lo social respecto a la sexualidad aparece como lo rechazado? La sexualidad es un terreno de disputas. Acuerdos implícitos y explícitos hacen a su contenido, lo mismo podemos decir en la asexualidad, aquí lo particular es que lo cuestionado es el conjunto de representaciones imaginarias-sociales que este colectivo percibe como excesivo en la sexualidad, llegando a saturar, que “está hasta en la sopa”, subalternizado el contacto, la intimidad y el encuentro con el otro, todos ellos aspectos que nos humanizan, paradójica circunstancia que merece aún más nuestra reflexión.
Importancia de las Comunidades Virtuales
La construcción de las comunidades virtuales, en este caso, abarca diversos intereses. La necesidad de enseñar y difundir, hacen posible la legitimidad y la visibilización de la propia identidad, de este modo se van constituyendo como un movimiento político y ético.
Las comunidades que han encontrado en la red un medio de expresión, van demarcando un territorio de personas que forman parte de un cuerpo que no valora el sexo como actividad final y/o única de una relación. Estas conquistas que conforman realidades virtuales, actúan como una forma de desvío y la podemos pensar como verdaderas líneas de fuga en el sentido que plantea Deleuze y Parnet, como un movimiento de desterritorialización que permite a estos colectivos recuperar su singularidad frente a lo que consideran una tiranía de la sociedad actual. El huir en este caso, no sería renunciar a las acciones, por lo contrario, es un movimiento activo, es también “hacer huir”, es trazar una línea, toda una cartografía. Fuga de lo intolerable donde huir, es producir algo real, experimentación – vida, creándose, encontrando herramientas, tal como los asexuales lo están haciendo.
Así las diversidades de las Comunidades Asexuales son efecto de una resistencia a subsumirse en una sola identidad, podemos pensarla como la búsqueda de un lugar, de una comunidad, que pretende ser construida polimórficamente. Alteridad /Identidad
…el problema consiste en saber qué harán los hombres con sus diferencias, y no en suprimirlas” (Octave Mannoni, La descolonización del sí mismo).
Y así llegamos a nuestro último punto en estas Conclusiones Preliminares. Nos insistía una y otra vez los tópicos enunciados por los y las personas asexuales en la dimensión” Versión del Otros/Nosotros”, dimensión pensada en esta investigación para analizar la relación al lazo social.
¿Quiénes son los otros?
En relación con quiénes conforman estos Otros, nos encontramos en los posteos, con una amplia gama de gradaciones en el espacio social que va de lo más general (Sociedad, la gente, muchos, etc.) hasta los contextos más íntimos o privados de una persona (familia, compañeros, amigos). En este gran espacio social, son llamativamente parecidos los contenidos al sancionar la experiencia asexual.
Todos ellos enuncian el rechazo que les provoca la asexualidad, sancionando como patológica, enfermedad, rareza, etc. y el esfuerzo por llevarlos hacia el camino de la “verdadera sexualidad”. Lo llamativo es que los modos de enunciación del conjunto colaboran, como una fuerza centrípeta, a sostener un poder mayor, homogeneizante, que contrapone un modo ideal de vivir la sexualidad, versus otro, el de los asexuales, que se rechaza. Podríamos conjeturar que las palabras que se usan en el espacio social incidirán facilitando, obturando o incluso clausurando, la posibilidad de tramitación de una identidad asexual que les permita un lugar valorado al interior de la sociedad.
Considerando las palabras de Luis Miguelez (2001), la identidad resulta una experiencia inseparable del lazo social, pensar la identidad es pensar la relación con los otros, como lo propio se articula con “lo otro”, con lo extranjero. Lo extranjero en uno y lo propio en lo extranjero”.
En esta investigación llegamos a una conclusión diferente de otros investigadores, que plantean que la condición asexual no produce sufrimiento, sentimientos de tristeza o algún grado de padecimiento. Por el contrario, están afectados muy fuertemente de un modo u otro, por las diversas tensiones que les produce tanto la comprensión de su propia condición asexual como las presiones sociales a las que se ven sometidos.
Para pensar este padecimiento, volvemos al texto del Malestar en la Cultura, donde Freud comienza a hablar en términos de fuentes de sufrimiento en lugar de hacerlo en términos psicopatológicos. Desde esta perspectiva, cambia la lectura, la escucha y la comprensión de la manera de abordar los fenómenos humanos. Nos dice que desde tres lados amenaza el sufrimiento humano, el cuerpo, las fuerzas de la naturaleza y desde los vínculos con otros seres humanos.
Daniel Waisbrot, en el texto citado, encuentra una cuarta fuente de sufrimiento, cuando Freud formula no solamente el sufrimiento que proviene desde los vínculos con otros seres humanos (para él el más doloroso) sino que enuncia la insuficiencia de las normas que regulan los vínculos recíprocos entre los hombres, la familia, el Estado y la Sociedad. Malestar o sufrimiento entonces que se genera ante una ética que falla en la regulación de las normas en los vínculos recíprocos. Insuficiencia ética de la que Freud nos advierte, en la forma de una grave injusticia, cuando la sociedad reclama una vida sexual uniforme para todos.