NÚMERO 22 | Octubre 2020

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Compartiendo experiencias en los tiempos que corren | Susana Mindez

Trabajo presentado en la Mesa «Miradas desde Winnicott: jugándonos desde la incertidumbre» organizada por el Área de Pensando desde Winnicott, perteneciente al Ciclo «Miércoles en la Escuela», septiembre 2020. En esta ponencia Susana Mindez sostiene la importancia de cuidar-nos, de la relación con el semejante y de la posibilidad de transformar este impasse que impone la cuarentena en un «entretiempo», oportunidad de poner la creatividad al servicio de la transformación del presente. Así, hace acto de su propuesta: el intercambio con colegas crea lazo.

A modo de introducción, cabe aclarar que el presente trabajo es fruto del intercambio y reflexiones de los colegas del Área de Niñez y Adolescentes y de la invitación realizada por el Área «Pensando desde Winnicott» para comentar su ponencia «Miradas desde Winnicott: jugándonos desde la incertidumbre» en la reunión científica de los Miércoles Científicos de la AEAPG.

El hecho de que ustedes y nosotros estemos reunidos aquí, estableciendo puentes, nos constituye en testigos de lo que puede el deseo y de lo que podemos todos cuando ante las dificultades ponemos lo mejor de nosotros. Si lo atravesamos juntos, cuánto mejor. Mientras esperamos la tan ansiada vacuna, nosotros, hoy, usamos el mejor de los antídotos: establecer lazos para pensar y pensarnos en este contexto inédito que atravesamos.

Desde ya que el título del trabajo es convocante y estimulante #Jugándonos con la incertidumbre#. El Área nos invita a jugar con la o las incertidumbres que nos atraviesan como sujetos sociales implicados, nos atrevemos a decir. Entonces, aceptamos el desafío y nos proponemos, en este tiempo compartido, poner lo mejor de nosotros para disfrutar de este encuentro con lo lúdico y la creatividad que nos convocan.    

Hoy, más que nunca, confirmarnos nuestro compromiso con el cuidado de las infancias y las adolescencias y nada más cercano a nuestro sentir que las palabras de Nicanor Parra: «A ver si alguna vez nos agrupamos realmente todos y nos ponemos firmes como gallinas que defienden a sus pollitos».

Y si de cuidar y de cuidarnos se trata, quién mejor que Winnicott que, tras la segunda guerra mundial, convocó, desde el trabajo terapéutico, a la sociedad en su conjunto, políticas de estado, padres, educadores, instituciones a construir un pensamiento frente al acontecimiento. Resulta imprescindible, entonces, poner en debate la producción de lazos sociales que modifiquen en épocas tan complejas e inciertas nuestra relación con el semejante. Los colegas se preguntan acerca de la categoría de la pérdida con relación a lo traumático. Nos interpelan a pensar. ¿Podemos dar por perdido aquello que aún, en el mejor de los casos, nos encontramos elaborando? Pensamos junto a ustedes y con Winnicott en el valor que representa para la salud la continuidad existencial del marco que ofrece un entorno confiable y lo potencialmente traumático que podría significar en especial para los niños por su estado de dependencia, que los adultos referentes queden atrapados por el presente y se sientan mutilados por el contexto traumático y pierden así la capacidad de sobrevivir a la intrusión y al ataque, es decir, a su función protectora.

En relación con esta idea, y en lo que se refiere a cómo presentar dosificadamente el mundo al bebé, Marie Rose Moro, parafraseando a Winnicott, dice: «El entorno debe ser para el bebé como el aire que respira. El bebé no se percata de que el aire está allí, pero si falta colapsa». Ahora bien, el aire está infectado por un virus invisible y poderoso y es el virus quien tiene coronita y el que alcanza y cuestiona a todos. Los colegas nos cuentan que debatieron mucho acerca de lo que acontece en la intimidad de las tramas sociales. ¿Cuál será el destino de aquellos vínculos frágiles ya con anterioridad a la pandemia y su devenir en este contexto? ¿Cómo sostener a otro cuando es difícil sentirse seguro, cuando no se sabe? Marie Rose Moro, doctora en Etnopsicoanálisis, observa que el impacto del coronavirus, al igual que todo trauma colectivo, moviliza y trastoca algunas percepciones: el sentido de futuro, el lugar generacional en la sociedad y finalmente en el mundo. Los niños necesitan confiar en un entorno seguro y construyen teorías que se sostienen en creencias subjetivas. Una de ellas es que el adulto es omnipotente y es portador de sabiduría. El niño necesita creer y desea creer que mamá, papá, abuelos, maestros, médicos, terapeutas somos portadores de un arsenal de conocimientos disponibles para dar como don de amor. En este contexto los niños confinados nos miran a los adultos que, a su vez, nos miramos desconcertados esperando la salida posible. Cabe destacar que el aislamiento social y preventivo, el tapa boca y la información científica temprana de que el virus no afecta en forma letal a los niños fueron los primeros remedios protectores contra la virulencia infecciosa del virus que pudimos ofrecer a nuestros niños y adolescentes. En algunos las medidas produjeron enojos y malestar y, en otras, sensaciones de cuidado y protección. Muchos niños sintieron alivio al saber que sus padres no pertenecen al grupo de los trabajadores esenciales, por ejemplo.

Los colegas mencionan que el significante del momento es el «Reinventarse» asociado a la idea tan winnicottiana de la agresividad al servicio de la vitalidad humana y no de la destructividad. Aporte teórico útil a la hora de incluirlo en nuestra caja de herramientas para ser usado como botiquín de necesidad y urgencia cuando nuestros ánimos y el de nuestros pacientes se impregnan de emociones de temor, miedo, desazón, desesperanza y tristeza frente a la enfermedad y la muerte.

El Área de Winnicott se pregunta si es posible que los efectos subjetivos de la pandemia en curso interpelen el orden previo para dar lugar al acontecimiento que propiciaría pautas y reglas nuevas. Marilú Pelento, en su artículo «Los cambios culturales y su impacto en el Psicoanálisis actual», reflexiona sobre los efectos culturales en la subjetividad y la clínica con niños y adolescentes. Señala una serie de rasgos dominantes a tener en cuenta. En primer lugar, la velocidad que atraviesa la temporalidad vivencial y que se infiltra en todos los niveles de la vida cotidiana, en la forma de comunicación y en la constitución de los vínculos. El segundo rasgo predominante sería el ascenso del neoliberalismo cuyo sistema de valores de mercado ha dejado fuertes marcas en la subjetividad. Se impuso la cantidad sobre la calidad y la presión por competir: se impone la inmediatez de la satisfacción y la sustitución del placer por las categorías de éxito y fracaso. Nos encontramos con niños sometidos a ritmos temporales que no son propios de la infancia y a expectativas parentales imposibles de satisfacer sin costo emocional y corporal. Nos preguntamos: ¿De qué realidad hablamos y a qué realidad queremos volver? Cabe aclarar que en esta presentación nos referimos a experiencias cercanas a nuestra práctica que no abarca la realidad toda, con sus diferentes especificidades.

Decía María Elena Walsh, en la «Marcha de Osías»:

Quiero tiempo, pero tiempo no apurado

tiempo de jugar que es el mejor

Por favor me lo da suelto y no enjaulado

adentro de un despertador.

 

La pandemia puso pausa, el tiempo se vive distinto, desacelerado, frenado, en suspenso, colgado, rutinario, circular, aburrido, entretenido, etcétera. ¿Podríamos pensar estos tiempos como tiempo de la oportunidad? ¿Podríamos pensar estos tiempos como tiempo de la creatividad?

De la lectura de las viñetas de los compañeros winnicottianos y del profundo debate e intercambios de experiencias con los compañeros de nuestra área, surgen algunas cuestiones interesantes que dan cuentan del proceso de transformación que estamos transitando. Compartimos con ustedes el fecundo concepto de creatividad que da cuenta de la capacidad que tienen algunos niños de inventar nuevas formas de vida a partir de la alteridad y el trauma. A veces son los niños los que nos ayudan a transformar el miedo en algo nuevo. Otro fecundo concepto winnicottiano es el de espacio transicional. Un «entretiempo». Un escenario que posibilita que entre un aire que airee el espacio contaminante y potencialmente paralizante de un virus infeccioso.

«Aun en pandemia los chicos siguen creciendo», nos dicen los colegas. Pensamos que para algunos la experiencia de estar en casa abrió nuevas oportunidades y visibilizó nuevas necesidades individuales, familiares y colectivas. Los niños son sumamente curiosos y quieren saber, la pulsión epistemofílica pulsa y cuestiona. Encontramos niños preguntones y curiosos por el avance de la ciencia; así algunos descubrieron su vocación. Ser científicos para ayudar a curar enfermedades. Los niños suelen ser altruistas y tienen la capacidad de solidarizar con el otro. Han desarrollado la noción del cuidado como un bien social imprescindible. El grupo de hermanos resulta un rescate de la pandemia. El grupo natural de los hermanos estaba desnaturalizado, ya que los niños están institucionalizados por edad y comparten muy pocos espacios. El reencuentro con los hermanos podría dejar una huella de hermandad saludable. Los adultos cuidadores y nosotros mismos tuvimos que «Resetearnos». Mantener viva la experiencia infantil es la fuerza efectiva que nos permitirá resistir y rescatar la vitalidad frente a la amenaza de la pandemia.

Una pequeña anécdota para compartir:

Marzo 2020: niño de 5 años y analista se encuentra primera vez por Zoom.

P: ¿Sabés qué extraño? Extraño cuando vos abrías la puerta y me dabas un beso y un a brazo.

 

La analista se estremece y siente en su cuerpo el afecto que solo el cuerpo sabe sentir. Paciente y analista son convocados por un mismo sentir; la tristeza por la pérdida del encuentro presencial y el advenimiento de un modo virtual e inédito de encuentro.

 

Junio 2020 tres meses después….

P: Hola. ¿Cómo estás? ¿Estás bien?

A: Estoy bien y, ahora que nos encontramos, mejor.

P: ¿Tenes una hoja y un lápiz? Quiero que juguemos a pedir comida en el chino. Vos qué querés y yo anoto. Tengo muchas cosas… carne, pan, chocolates, pancho…

A: Bueno … Anote por favor señor. Quiero carne, queso, leche…

P: ¿Tenes Rappi? Si no tenés Rappi, te tenés que bajar la aplicación y te lleva la moto…y tenés que pagar con el banco. ¿Tenés banco?

 

Cada uno en su casa, en un espacio diferente, comparte la escena, atraviesa la pantalla y construye un territorio, genera un terreno fecundo para que lo lúdico se despliegue, un espacio y tiempo compartido. Un entredós transferencial que potencia la fuerza efectiva del deseo de estar con el otro.

Otra anécdota: un paciente adolescente en los inicios de la cuarenta le dijo a su analista que no quería seguir el tratamiento por Internet: «Prefiero esperar a que se levante la cuarentena». Recientemente el adolescente solicita una sesión telefónica porque había tenido una fuerte discusión con su pareja y no sabía qué hacer. La cuestión era que ahora tenían muchas diferencias y que esto lo había «desinflado». Quedó en llamarlo, si hacía falta, y en que retomaría el análisis después de la pandemia. ¿Sesión a delivery? Modalidades de encuentro diferentes nos convocan. Queda entonces saber esperar el momento en que volvamos a trabajar en nuestros consultorios que, en realidad, nunca fueron lugares apacibles.

Para ir finalizando, nos interesa rescatar la figura del extranjero para el debate. El extranjero como el otro. ¿Quién es el otro? ¿Quién es el semejante? El sociólogo Daniel Feirstein observa que el comportamiento social frente a traumas colectivos se ve atravesado por tensiones sociales, colectivos sociales que expresan su malestar por acciones vinculadas a mecanismos de defensa psíquica como la negación y la proyección y esto explicaría el odio, la exclusión y la discriminación hacia el semejante. En paralelo se encuentran otros colectivos sociales que se expresan desde la solidaridad, la empatía, el reconocimiento de la alteridad y del otro como diferente que resiste y construye lazos sociales. Silvia Bleichmar se refería a la «reidentificación humanizante». O, para decirlo con otras palabras:

La ternura es la antítesis de la crueldad y significa brevemente tres cosas: el abrigo frente a los rigores de la intemperie, el alimento frente a los rigores del hambre y el trato justo.

Gracias, Ulloa.

 

MIÉRCOLES EN LA ESCUELA ONLINE 2020

Miércoles 30 de septiembre de 2020 | Área Pensando desde Winnicott

Mesa: Miradas desde Winnicott: jugándonos desde la incertidumbre

Expositores:
Lic. F. Actis Caporale
Lic. M. Auruccio
Lic. N. Cassinelli
Lic. S. Martínez
Lic. F. Zorrilla

Invitada del Area de Niños y Adolescentes:
Esp. Lic. Susana Mindez

Coordina:
Lic. Federico D’Onofrio

 

PUEDE ACCEDER A ESTA CONFERENCIA EN NUESTRO CANAL DE YOUTUBE:

 

Bibliografía

Bleichmar, S. (2005) La subjetividad en Riesgo. Buenos Aires: Topia.

Levin, E. (2020). La niñez infectada. Juego, educación y clínica en tiempo de aislamiento. Buenos Aires: Noveduc.

Moro, M. R. (Julio, 2016). Huellas traumáticas ontológicas en bebes y en los niños. Temas de Psicoanálisis, (12).

Puget, J., Braun, J. y Cena, M. (2018). El impacto de los cambios culturales sobre el psicoanálisis actual. En Puget, J. Braun y M. Cena, Marilú Pelento, psicoanalista de nuestro tiempo. Un panorama de sus ideas. Buenos Aires: Lugar.

Ulloa, F. (1999, 9 de mayo). Tendencias/ Radiografía de una sociedad violenta. Donde nace la crueldad. La Nación. Recuperado de https://www.lanacion.com.ar/opinion/donde-nace-la-crueldad-nid209944/

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Susana Mindez

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