NÚMERO 31 | Mayo 2025

VER SUMARIO

De Depresiones y Melancolías | Gabriel Trebliner

Ciclo científico. “Dolor, pánico, ansiedad, lo actual en el desvalimiento”

Desde hace un tiempo es inescindible pensar las manifestaciones fenoménicas de las cuestiones actuales del hecho, del contexto y de las condiciones subjetivas de la persona que acude a la consulta. Se podrá pensar en la obviedad, cierta, de la afirmación precedente, aunque, vale la pena insistir en que ninguna subjetividad escapa a su época. Elementos que me ayudan a pensar en el título que da lugar a la propuesta de este ciclo científico.

Me pregunté por la aseveración del título, ninguno de los componentes que lo forman son actuales ni novedosos, ni en nuestra teoría ni en nuestra práctica, menos actual aún es el desvalimiento, por ende, siguiendo con mi pregunta, el interrogante se desplazó hacia el porqué del título y lo novedoso, que, si lo tiene, la incógnita planteada en la cuestión de lo actual. Las problemáticas clínicas más frecuentes, en la práctica con adolescentes, aunque no sólo, no dejan de estar relacionadas con la pregunta acerca de quién soy y quien es el otro semejante. Preguntas que van anudando situaciones, en algunos casos complejas, que traen el intento de respuesta a modo de reflexión o en modo de acto, acto que, por su ubicación, diría Freud, en términos del agieren nos propone una intervención del lado del intento de seguir bordando la posibilidad de agrandar el campo del proceso secundario. Hasta ahora nada nuevo. Nuestra labor, en ese sentido, creo, sigue ligada a las enseñanzas de los trabajos técnicos de Freud y de toda implementación clínica que de allí se deriva. Adolescentes que se presentan atravesados por cuestiones donde es difícil deslindar el campo de la depresión del campo de la melancolía. Pacientes que presentan conductas ligadas a las autoinjurias, los consumos (de todo tipo), las afirmaciones acerca del cómo se autoperciben.

Últimamente, en mi práctica, aparecen cada vez con más frecuencia impulsividades en modo de desafíos vehiculizados en forma de apuestas. Insisto, nada novedoso. Aunque quizá lo nuevo esté en la pregunta por el lugar que ocupa y el ser que sostiene la conducta de la persona que la ejerce. Es decir, me parece, que lo actual novedoso (tributario de la época) es poder pensar en la consistencia subjetiva que porta quien está definitivamente atravesado por lo inmediato y la convicción que la completud, la felicidad, la totalidad de lo que se anhela es factible. Me posibilita pensar en estas cuestiones, más allá de los autores psicoanalíticos en los que me referencio, algunas formulaciones de Franco Berardi y Byun Chul Han. Ambos desde miradas diferentes ayudan a pensar, interrogar, fenómenos actuales de la subjetividad que son ciertamente diferentes a los del comienzo y surgimiento del psicoanálisis, de las décadas de los sesentas y setentas, para encontrarnos con la actualidad donde vemos sujetos cada vez más empobrecidos, no sólo económicamente sino también simbólicamente. Desde esa perspectiva puedo estimar, conjeturar los fenómenos de la depresión y sobre todo de la melancolía (no del modo de lo descrito por la psiquiatría) como formas ligadas a la insatisfacción pulsional por la imposibilidad de cumplir con el ideal y el imperativo social de la satisfacción inmediata y la completud anhelante. Momentos en donde lo subjetivo queda en cierta opacidad eclipsados por la confusión que representa ir tras un imposible y el consiguiente vacío que representa la no concreción de ese mandato. Los filósofos antes mencionados trabajan en relación a la ilusión de una comunicación inmediata y la paradoja de ese imposible que al decir de Han (habla de una sociedad del rendimiento y del cansancio) instala una sociedad del control y la manipulación que trae como consecuencia un abatimiento y abandono de la posibilidad de encontrar “eso” que se busca. Berardi nos habla, entre otras cuestiones, del efecto de la tecnología y la ilusión-promesa de lo inmediato y sus efectos, sobre todo en los jóvenes, y el empobrecimiento simbólico y, por supuesto personal, que eso genera.

Z, varón de 16 años, sesión tras sesión trae su languidez y falta de motivación que produce un estar sin estar en los lugares que ocupa y una falta, al decir de él mismo, de ” atención” por lo que lo rodea. Las situaciones se van sucediendo sin que Z pueda transmitir nada que le llame la atención más allá de tik tok. Hace poco escuché que aquellos tik tokers que tienen cierto éxito, es decir, seguidores, tienen que conseguir captar la atención de quienes los miran en los primeros veinte segundos, si eso no sucede viene el dedo ajusticiador que cambia la pantalla y decreta la defunción virtual de aquel que pretendía aprehender la atención del visualizante. El tik tok es el espacio ¿deseante? de este joven que no expresa ni interés ni deseo, es decir “atención”, en nada que lo rodea. ¿Cómo sería, me pregunto, un diagnóstico en términos clásicos de Z, ¿depresión? Falta absoluta de interés en los seres que lo rodean y en los objetos que están a disposición. Sin embargo, creo que Z está en movimiento, uno muy especial y muy particular; la plataforma que él consume con asiduidad le permite, por veinte segundos, sentirse en conexión e interesado en aquello que se le presenta como una totalidad, y el lugar que promete la ilusión de la conexión absoluta.

M. varón de 28 años, vive sólo, trabaja desde su casa y sus contactos con el exterior, se dan fundamentalmente por discord, plataforma donde se encuentra casi cotidianamente con sus amigos, a los que no ha visto nunca de manera presencial y con los que tiene una relación de cercanía y afecto. La posibilidad del trabajo home office hace que M salga a la calle en contadísimas ocasiones en las cuales, a lo sumo va al kiosco porque según me dice, no puede comprar cigarrillos por plataformas de delivery, porque eso solo no le traen. Lo demás está a tiro de un clic, desde la compra del supermercado a sexo o trámites bancarios, p. ej. Para M un mundo casi ideal, porque como sabemos el ideal absoluto no existe y, en contadas ocasiones tiene que salir. M es una de esas personas a las que la pandemia y la cuarentena subsiguiente le hacen decir que fue uno de los mejores momentos de su vida. No tenía que dar explicaciones, nadie se las pedía, ni tenía que justificarse frente a él mismo. El mundo estaba en las cuatro paredes de su casa. ¿Es M un melancólico que se refugia en una retahíla de autorreproches y flagelaciones personales? No, es alguien, que como muchos jóvenes de la época sostienen que afuera no hay nada bueno y que en su casa él tiene todo lo que quiere y necesita. ¿La soledad?, bien gracias.

Por último, como viñeta, R 23 años, es una joven que en poco tiempo ha tenido cierto éxito como youtuber, con una cantidad importante de seguidores y de allí el beneficio económico subsiguiente lo cual la condujo a participar de un canal de streaming que le dio aún mayor visibilidad. Hasta allí parecería la historia ideal de la época, alguien que se “hizo sola” y a partir de eso creció en un mundo muy apreciado por muchas personas: el de la imagen y la popularidad. Hasta que empezó a ¿ser? víctima de ese mundo, por una situación cotidiana la comenzaron a hatear y comenzó a perder popularidad, lo cual comenzó a traerle situaciones de angustia, dificultades en el sueño, laceraciones e impulsividades varias y perturbaciones en el vínculo con sus colegas.

A diferencia de las situaciones clínicas antes citadas, pienso, que la situación de R es una respuesta a un registro de la presencia de un semejante, que para R tiene una consistencia atrapante y que la define por lo negativo, ella no es por lo que los haters dicen. Encuentro allí un lugar, no exento de sufrimiento, de registro de un otro cruel, pero otro al fin. Los autores antes mencionados hacen hincapié en la transformación de la sociedad en el pasaje del estado de bienestar a lo que llamamos el estado neoliberal .Diferencia fundamental en términos del lugar que ocupa el ciudadano-sujeto y el vínculo con sus congéneres, a medida que va transcurriendo esa mutación en la configuración política de los estados se van sucediendo los fenómenos de radicalización de grupos políticos fogoneados por el poder económico que, por supuesto , detenta también el poder simbólico y como venimos escuchando tienen la capacidad de formar nuevas subjetividades. La radicalización que observamos es la de los diferentes gobiernos y líderes políticos, de cualquier signo, que van generando esa transformación en la subjetividad en la cual el rol del estado cambia y se ubica en un más allá de los ciudadanos personas. Es más importante cerrar el déficit fiscal, cosa importante, independientemente de quien padezca las consecuencias. Podríamos decir que hoy el estado no prohíbe, no regula, no protege, no ampara, con las consecuencias sociales personales y subjetivas consiguientes. Cómo pensar, entonces, en este contexto que al decir de los historiadores viene sucediendo desde comienzos de los setentas, donde el paradigma productivo dio lugar al cambio del paradigma al de lo financiero, es decir el comienzo de la pérdida de puestos de trabajo y la cada vez mayor dificultad de reinserción laboral y el consiguiente deterioro de las condiciones de vida y el efecto sobre la subjetividad. Empiezan a hacer su aparición los discursos antiinmigrantes, la aparición del semejante como un competidor a vencer y, cada vez más presente el lugar del “emprendedor”, nuevo eufemismo del “arréglate como puedas y si no podes seguro es “culpa” tuya”. Describo estas situaciones intentando encontrar una respuesta posible a la cuestión de lo actual del desvalimiento, desvalimiento como aparición de un lugar cada vez más acentuado por la fragilidad y encierro personal que este modelo propone. No hay modelo perfecto, es decir, no hay “una felicidad” garantizada, lo que si empezamos a ver es el efecto de un modelo que sólo promete lo que no va a cumplir, felicidad, inmediatez, completud. Y que genera un efecto masa, donde la deposición del poder en el líder diluye el lazo social con el efecto subjetivo que eso produce.

Para finalizar, parafraseando lo dicho unas líneas más arriba acerca del estado. La familia, en este contexto, ¿ampara, regula, prohíbe? Por supuesto que esto no es un intento de generalización sino interrogantes a los que me llevó a pensar lo planteado en el título antes mencionado del ciclo científico de la Escuela. Las preguntas como estímulo para más preguntas y el encuentro con algunas respuestas. 

Bibliografía

Berardi, F. (., & Picotto, D. (2010). Generación post-alfa : patologías e imaginarios en el semiocapitalismo (1a ed., 1a reimpr.). Tinta Limón.

Han, B.-C. (2017). La sociedad del cansancio (2a. ed.). Herder Editorial. 

Han, B.-C., & Bergés, A. (2021). Psicopolítica : neoliberalismo y nuevas técnicas de poder (2a ed.). Herder.

Freud, S. (1917). Duelo y Melancolía. En Obras completas (Tomo XIV). Amorrortu.

Freud. S. (1920). Mas Allá del principio del Placer. En: Obras completas (Tomo XVIII). Amorrortu.

Freud. S. (1920). Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina. En: Obras completas (Tomo XVIII). Amorrortu

Acerca del autor

GTrebliner

Gabriel Trebliner