NÚMERO 26 | Octubre 2022

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¿De dónde viene el deseo de investigar? | Gustavo Gaccetta

Trabajo presentado en la Mesa del Equipo de Investigación AEAPG-UNLaM: «El deseo de investigar» en el marco del Ciclo «Miércoles en la Escuela ONLINE», junio 2021.

Freud, en 1908, refiriéndose a ciertas experiencias de la niñez en «Sobre las teorías sexuales infantiles», escribe que «la pregunta misma, como todo investigar, es un producto del apremio de la vida, como si al pensar, se le planteara (al niño) la tarea de prevenir la recurrencia de un suceso tan temido».

El niño, en una primera etapa, curiosea los objetos mientras los libidiniza. Se ocupa de descubrir lo que está a su alcance. Se mueve, busca, investiga guiado por las pulsiones de ver y de apoderamiento. Llega así, según las referencias freudianas, a lo que se denomina la investigación sexual infantil donde podríamos decir que se establece una segunda etapa de ese proceso. Pero dicha curiosidad se manifiesta más bien en la relación con los adultos significativos y surge de su interés en saber del otro y no en el de encontrar una explicación a su pregunta.

Una vez llegada la etapa de latencia, los destinos de la pulsión de saber o investigar serían tres:

  1. Podrá compartir el destino de la sexualidad y, así, la pulsión de saber permanecerá desde entonces inhibida y limitada;
  2. El desarrollo intelectual continuará después del sepultamiento de la investigación sexual infantil y podrá ser lo bastante potente para sexualizar al pensarlo tiñendo las operaciones intelectuales con el placer y la angustia de los procesos sexuales propiamente dichos;
  3. O accederá a un tercer destino donde también debemos considerar la represión de lo sexual, pero donde la libido sublimada refuerza y colabora con la pulsión de saber o investigar que se despliega en los intereses intelectuales de cada sujeto.

Retomando el apartado de Freud del inicio, el apremio de la vida perturba la función de mantener libre de estímulos al aparato psíquico, lo complejiza y le da el envión para su ulterior constitución. Se produce por la aparición, en primera instancia, de las grandes necesidades corporales que dará lugar a la primera experiencia de satisfacción, matriz del desear.

Afirma que la acumulación de los estímulos que ingresen en el psiquismo será percibida como displacer, y pondrá en actividad al aparato a fin de originar nuevamente el resultado de la satisfacción dada por el aminoramiento de la tensión ingresada que será sentido como placer.  Freud puntualiza en «La interpretación de los sueños» que «a una corriente de esa índole producida dentro del aparato, que arranca del displacer y apunta al placer, la llamamos deseo» y agrega: «Hemos dicho que solo un deseo, y ninguna otra cosa, es capaz de poner en movimiento al aparato».

El deseo de investigar constituido desde la niñez busca objetos que den alguna respuesta, siempre parcial, al apremio de la vida, el deseo en sí mismo como fuerza que pulsa a su vez hacia nuevas preguntas.

El presente proyecto se inscribe en una investigación mayor realizada por el Equipo de Investigación AEAPG/UNLaM, dirigida y codirigida por la Dra. Beatriz Rodríguez y por la Mag. Alicia Levin, que lleva el título: «Nuevas representaciones de la parentalidad. A partir de la reproducción asistida en la modernidad líquida».

Esta investigación resalta una de sus dimensiones: la sexualidad, a partir de la cual desarrollaré el proyecto «Sexualidad en parejas heterosexuales que realizan tratamientos de reproducción asistida».

La pregunta acerca de lo que sucede en el psiquismo de aquellas parejas heterosexuales que no pudieron acceder a la parentalidad habiendo decidido tener hijos a partir de la reproducción sexual y que, por tal motivo, solicitan asistencia médica me lleva al interrogante sobre qué lugar ocupa el encuentro sexual una vez que este «perdió» la función reproductiva.

Freud planteó en su época que la sexualidad normal buscaba un objeto de satisfacción heterosexual y la meta mayor se dirigía hacia la reproducción.

¿Cómo sería, entonces, la sexualidad de las parejas heterosexuales que realizan tratamientos de reproducción asistida?

De este interrogante se derivaron otras preguntas:

¿Qué sucede en las parejas o, más bien, en los integrantes de esas parejas cuando esta meta está obstaculizada?

¿Qué lugar hay para el encuentro sexual cuando la sexualidad no es el fin en sí mismo, sino un mecanismo programado, regulado y regido por una técnica que establece formas, tiempos, controles y contextos por fuera del deseo erótico?

¿La intervención sobre los cuerpos que plantean las técnicas de reproducción asistida (TRA) introduce un ajeno que modifica al psiquismo y que, por lo tanto, también a las manifestaciones de la sexualidad?

El camino que intentará recorrer esta investigación apunta a responder estos interrogantes, así como a establecer nuevas preguntas en torno al tema. La experiencia de investigar muestra que las preguntas buscan respuestas que, a su vez, por su parcialidad, planteen más interrogantes.

Preguntas que se desprenden de una constitutiva, silenciosa, pero que determina nuestros pensamientos y actos.

Originalmente destinada a parejas heterosexuales y con el propósito de «resolver» dificultades de esterilidad o infertilidad, la reproducción médicamente asistida se popularizó en 1978 a partir del nacimiento de Louise Brown, a quien se llamó primer «bebé de probeta».

La demanda de estas prácticas se incrementó de modo exponencial y, con los años, también su complejización y perfeccionamiento.

A partir de ese momento, desde el ámbito institucional o privado, psicoanalistas y psicoterapeutas acompañaron a un considerable número de solicitantes de tales tratamientos que dieron cuenta de las transformaciones en las referencias simbólicas que estos imponen.

Los psicólogos y psicoanalistas que trabajan en el área y que fueron entrevistados para la investigación marco denotan que las parejas que atraviesan estos tratamientos de reproducción asistida tienen una pérdida significativa de su sexualidad.

El presente proyecto de investigación se ocupa de las modificaciones que podemos encontrar en el plano de la sexualidad como resultado de la intervención de las técnicas en las parejas heterosexuales que buscan acceder a la parentalidad mediante ellas.

En lo personal, como dije anteriormente, el interés específico este proyecto se desprende de una investigación «marco», y toma una de las dimensiones que se plantean allí: «la sexualidad y las TRA» y, en particular, en su vivencia, en las parejas heterosexuales.

Tiene relevancia científica en la medida que el mayor acceso de la población en general a las TRA abre un campo aún novedoso. Escasa cantidad de estudios se refieren a la sexualidad en parejas estériles o infértiles y, menos aún, al estudio de la sexualidad una vez iniciados los tratamientos.

La relevancia social y clínica es pensada en función de la necesidad de ampliar el conocimiento en este ámbito debido a la tendencia social de acceder con mayor rapidez a las TRA y a los posibles efectos que de esta práctica se pudieran desprender con relación a la sexualidad —en este caso, de las parejas heterosexuales—. También a la posibilidad de ampliar el saber sobre el aspecto psicológico y el valor de la clínica psicoterapéutica, sumándole una mirada integral de la salud a la intervención médica.

El marco teórico está dado por los conceptos y postulados psicoanalíticos comenzando por la sexualidad, la pareja y las técnicas de reproducción asistida.

Partimos del fundamento de que la sexualidad no puede reducirse a lo genital, resultado del estudio de las perversiones y de la sexualidad infantil que inició Freud (1905) a comienzos del siglo XX. El análisis de los síntomas de los adultos neuróticos lo llevaron a plantear la hipótesis de que estos son la realización de un deseo sexual en forma desplazada.

Esta sexualidad se iniciaba en el comienzo de la vida del ser humano a partir de la intervención del cuidado del adulto y pasando por diferentes estadios regidos por una zona erógena determinada (boca, ano, genitales).

Postuló una pulsión sexual que se apuntalaba en las funciones de autoconservación del ser humano y que luego se independizarían de ellas buscando placer más allá de la satisfacción de las necesidades básicas y echando por tierra la idea de instinto.

Esta pulsión sexual es pensada a partir de cuatro elementos: Fuerza-Fuente-Objeto-Meta. El objeto será variable y contingente y la meta podrá ser otra que la reproducción sexual.

La sexualidad sería así el placer alcanzado a partir de la estimulación de alguna zona erógena, no solo la genital.

Freud define a la erogeneidad en «Introducción al narcisismo» (1914) como la actividad sexual de la que es susceptible una parte del cuerpo que pasa a ser una propiedad general de toda superficie cutáneo-mucosa e, incluso, de cualquier órgano.

Del desarrollo de la sexualidad surgen dos corrientes: una tierna y otra erótica o sensual. La primera se construye durante el período de sexualidad infantil y se forma sobre los intereses de la pulsión de autoconservación, corresponde a la primera etapa en la elección de objeto y está dirigida a las personas que tienen a cargo el cuidado de la niña o niño. La corriente erótica se añade en la pubertad, momento en el que se termina de conformar la elección de objeto que regirá la sexualidad adulta y que sigue el camino de esa primera etapa infantil, pero estableciendo una nueva meta, la unificación de las pulsiones parciales bajo el primado de los genitales junto con el acceso a un placer mayor al dado en la sexualidad infantil y con acceso a la función de reproducción desde la maduración de los órganos sexuales.

Este paso hacia la pubertad obliga a renunciar a los objetos infantiles y la no confluencia de las dos corrientes —tierna y sensual— no permitiría, según Freud, la unificación de ambos anhelos en el mismo objeto.

Desde el Psicoanálisis vincular. Puget y Berentein (1989), en su libro Psicoanálisis de la pareja matrimonial, definen al vínculo como «una estructura de tres términos constituida por dos polos, los dos yoes y un conector que dará cuenta de la particular manera de ligar ambos». Definen así a la pareja, como una estructura vincular compleja, una relación intersubjetiva estable entre un yo y otro yo donde se deposita el mundo intrasubjetivo de cada uno. El vínculo a su vez ocupa un área diferenciada de la estructura objetal (formación intrasubjetiva respecto del aparato psíquico). La estructura vincular de pareja contiene una zona dotada de una capacidad virtual de apertura hacia lo socio cultural —dimensión transubjetiva— en la que el vínculo se despliega. Los autores hacen hincapié en el trabajo de elaboración psíquica que requiere la resolución de modelos familiares y el desprendimiento de los vínculos parentales de cada uno de los miembros que forman parte en la creación de una estructura inédita «una nueva unidad representable en la propia pareja» (Berenstein y Puget, 1989). Concluyen que la creación del objeto pareja compartido será la resultante inédita de la conjugación de los representantes míticos de cada uno. Aun así, existe la continuidad inconsciente en la trasmisión de significaciones que determinan el vínculo, principalmente, las representaciones de la pareja provenientes de la familia de origen tal como fueron percibidas desde lo infantil.

Proponen cuatro parámetros definitorios del vínculo en diferentes tipos de parejas como categorías polivalentes que permiten diferenciar las configuraciones vinculares en una pareja matrimonial, de amigos o de amantes. Afirman, así, que en estos vínculos siempre habrá algún tipo de cotidianidad, modalidad de relaciones sexuales, alguna forma de proyecto vital y alguna promesa de tendencia monogámica.

Por su parte, Berenstein (2004) define al vínculo como la relación de un sujeto con otro/a en donde cada miembro pone en juego un aspecto semejante, asimilable por identificación, un aspecto diferente, reconocible y aceptable desde una asunción de la alteridad y un sector ajeno, como aquello del otro que los sujetos no logran inscribir en una representación. El trabajo psíquico que implica para cada sujeto tolerar e intentar asimilar ese plus incompatible presente en toda relación intersubjetiva puede constituirse como motor de producciones novedosas.

Kaës (2009), en sus estudios sobre las configuraciones vinculares en grupos, familias y parejas, propone la hipótesis de que todo vínculo intersubjetivo se constituye «como un espacio de realidad psíquica inconsciente conjunta, común y compartida». Según el autor, las personas se unen por experiencias de placer, apuntalamientos tempranos, diversas formas de identificación, resonancias fantasmáticas e investiduras pulsionales convergentes. Propone como aporte original un proceso para destacar en la realidad psíquica que son las «alianzas inconscientes» en referencia a aquellas representaciones circundantes que en todo vínculo, ya sea grupal o de pareja, se deberán forcluir, desmentir o borrar.

En cuanto a la reproducción humana asistida, se denomina así al conjunto de técnicas biomédicas, de menor o mayor complejidad, que facilitan o sustituyen los procesos reproductivos naturales. Relativamente sencillas, las técnicas de baja complejidad son aquellas destinadas a favorecer la fecundación intrauterina: se trata de la inseminación artificial homóloga o conyugal, llevada a cabo con el esperma de la pareja y, la inseminación artificial heteróloga realizada con semen de donante.

Otras técnicas de mayor complejidad, en cambio, reemplazan la fecundación natural por una artificial hecha in vitro en un laboratorio. La fecundación in vitro puede realizarse con óvulo y esperma de los solicitantes y/o de donante/s, asimismo, dar lugar a la «adopción» de embriones y/o a la gestación subrogada. A esta práctica puede seguirle la transferencia del embrión así producido al útero de la mujer que habrá de gestarlo, pero también, el congelamiento de embriones «sobrantes» y su transferencia diferida o su donación.

Las técnicas de reproducción asistida, que en la actualidad no necesariamente se aplican para resolver problemas de esterilidad-infertilidad, posibilitan infinidad de combinaciones reproductivas en las formas de concebir un hijo al separar las instancias biológica, genética y volitiva.

Como objetivo general se buscará describir la sexualidad en las parejas heterosexuales que realizan tratamientos de reproducción asistida y, como objetivos específicos, conocer la percepción de los integrantes de las parejas sobre su sexualidad previa al inicio del tratamiento y durante el tratamiento.

El tipo de diseño de la presente investigación es descriptivo en tanto que su enfoque es cualitativo.

La investigación cualitativa es una fuente para obtener ricas descripciones y explicaciones sobre los procesos en contextos locales, narradas con las propias palabras de los participantes.

El análisis cualitativo no busca la generalización estadística, sino la aprehensión de las particularidades y significados dentro de sus propios conceptos.

La técnica de análisis de la información será el Método Comparativo Constante partiendo de entrevistas semiestructuradas en profundidad a integrantes de parejas que realizaron estos tratamientos.

Se optó por este método porque utiliza un conjunto sistemático de procedimientos para desarrollar teoría derivada inductivamente de los datos empíricos.

La lógica de esta metodología consiste en no partir de variables establecidas a priori, sino en ir construyéndolas a medida que se recogen los datos en una constante tensión entre teoría y empiria.

Hasta aquí la formalización de una pregunta que llevó a la construcción del presente proyecto, pregunta personal relanzada por el trabajo en equipo.

Bibliografía

Berenstein, I. (2004), Devenir otro con otro(s). Buenos Aires: Paidós.

Canteli, M. A. (2019), “Avatares de la castración en el proceso de la concepción de un hijo. Análisis de casos desde la perspectiva psicoanalítica.”, tesis de Maestría en Psicoanálisis. AEAPG/UNLAM.

Freud, S. (1905), “Tres ensayos de teoría sexual” en: Obras Completas, vol. VII; Buenos aires; Amorrortu Editores, 1992.

Freud, S. (1914), “Introducción del narcisismo” en: Obras Completas, vol. XIV; Buenos aires; Amorrortu Editores, 1992.

Freud, S. (1915), “Pulsiones y destinos de pulsión” en: Obras Completas, vol. XIV; Buenos aires; Amorrortu Editores, 1992.

García Quintàns, L. (2018) “Análisis de estilos de personalidad género y salud en parejas que presentan problemas de fertilidad”, tesis doctoral. Madrid, España.

Japur de Sà, A. C, Bianchini Salomao, P., Alves Da Silva Lara, L., Benetti, J.,  Borsatto, S. y  De Oliveira Mora, P.; (2013)., “La visión de la mujer sobre su sexualidad durante el proceso de reproducción asistida”, Revista Latinoamericana de Medicina Sexual . San Pablo, Brasil (2013).

Kaës, R. (2009), Las alianzas inconscientes. Paris: Dunod.

Lopez de Burgo, C. (2017) “La vivencia de la sexualidad en las parejas infértiles/estériles”, tesis de maestría realizada en UNED, España.

Puget, J. y Berenstein, I. (1989), Psicoanálisis de la pareja matrimonial. Buenos Aires: Paidós.

Recalcati, M., “¿Existe la relación sexual? Deseo, amor y disfrute”, Rafael Cortina, Milan, 2021.

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Gustavo Gaccetta

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