NÚMERO 29 | Mayo 2024

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Leer aquí | Número 29: «Intimidad» | Adriana Cabuli

INTIMIDAD

 

Me genera satisfacción tomar a mi cargo  la dirección editorial de la revista, la cual fue llevada a cabo con anterioridad por prestigiosos colegas, hoy asesores de la misma.

Un equipo de integrantes entusiastas y comprometidos con la tarea ha trabajado conmigo en el armado de este número, cuyo tema es Intimidad. El tema generó interés en los autores de los trabajos, que versan sobre distintos aspectos del mismo tan puesto sobre la superficie en estos momentos.

 Si bien la intimidad no es considerada en sí como concepto psicoanalítico, es con ese aspecto del otro con el cual los psicoanalistas sostenemos nuestra teorización y nuestra práctica. Es a partir del encuentro con su privacidad que logramos abordar a través de la transferencia los fenómenos que conforman su subjetividad.

 Fue considerando la intimidad de quien quería hacer oír su voz, que Freud enunció la regla fundamental del psicoanálisis, la asociación libre. Pensó el inconsciente como reducto de lo íntimo, también de lo desconocido para sí. Comprendió que su aparición repentina e inentendible para quien lo vivenciaba, generaba un efecto siniestro, familiar y extraño a la vez. 

 El concepto de inconsciente introduce el desconocimiento radical que nos habita. Inconsciente y sexualidad son conceptos paradigmáticos y fundamentales del psicoanálisis. Lo íntimo da cuenta de su entrecruzamiento.

 La intimidad es condición de subjetividad, ya que salir de la mirada omnipotente del Otro, posibilita la constitución de un sujeto deseante.

 El concepto de intimidad abreva, no en una zona que el sujeto intenta resguardar de forma consciente, esto daría cuenta de la privacidad, sino en aquello que es enigmático para sí y a la vez es su marca esencial, aquello singular a descubrir. Lo íntimo es el lugar en que el sujeto se hace una pregunta, y en el que se revela su opacidad. El sujeto dividido sospecha que lo más interior de sí es exterior a sí. 

 Ese desconocimiento a veces se presenta como angustia, otras como ansiedad, pánico, como desborde que produce actuaciones o fenómenos somáticos, que dan cuenta de lo pulsional en juego.

  En este momento, la privacidad se encuentra permanentemente amenazada, por la intensidad de los estímulos que invaden la vida cotidiana, a través de los imperativos sociales que incitan al exhibicionismo, así como los algoritmos que exponen los intereses y perfiles de los ciudadanos. La vida privada ha entrado en el mercado, también como mercancía. En un doble movimiento, los sujetos se sienten compelidos a estar en el “afuera”, con el afán de reforzar o restaurar su narcisismo, y en simultáneo, el deseo de conectar con lo que podemos llamar lo íntimo de sí. La cara atenta al mundo, lleva a una búsqueda de aprobación del otro, que generalmente es efímera y que no logra sostener ni cubrir el déficit que dicha búsqueda conlleva. En el mejor de los casos, genera alguna pregunta en quien lo padece.

 Lo privado se hace público cuando es enunciado por figuras del mundo mediático, qué por identificación, o simple imitación, son tomados como modelo. Los mismos exponen su padecer, a menudo de manera obscena, con el intento de tramitar el desvalimiento de origen, pese a contar, en apariencia, con todos los bienes que la cultura actual promueve, fama, éxito, aplauso, dinero.

Los invito a disfrutar de los textos desarrollados en este número.

Lic. Adriana Cabuli

Directora Editorial

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Adriana Cabuli