NÚMERO 26 | Octubre 2022

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Entrevista a Graciela Cohan | Diego Zevallos Luna

Dialogamos con tres socias de nuestra Escuela para conocer sus reflexiones sobre algunas de las transformaciones que ha ido atravesando el psicoanálisis en los últimos tiempos. A partir de una rigurosa mirada clínica, nos comparten valiosas ideas para pensar cómo lo epocal atraviesa la teoría y la técnica psicoanalítica.

Diego Zevallos Luna: ¿Qué cambios identificás en cómo se interpretaban antes los sueños y cómo se trabajan ahora?

Graciela Cohan: Como analistas nos hemos formado con la consigna clínica de que el sueño es la via regia para llegar al inconsciente. En los inicios de la práctica psicoanalítica, esa avenida principal se recorría con mucha perseverancia, se tomaba cada sueño y se trataba de interpretar a imagen y semejanza de la interpretación del sueño de la «Inyección de Irma» hasta su límite más profundo, el «ombligo del sueño». El vehículo utilizado era una frecuencia de cinco sesiones semanales de cincuenta minutos cada una. Lo señalo porque es importante tener en cuenta que se contaba con mucho tiempo, en cada sesión y en cada semana, para lograr ese develamiento del mensaje que el sueño porta respecto del deseo inconsciente.

Lo que ha cambiado, básicamente, es que los tratamientos en la actualidad se han reducido a sesiones semanales, incluso quincenales. Hoy podemos encontrar atajos cuando la via regia del formato se ha modificado. Esto implica, por un lado, tener presente que la interpretación de los sueños puede circunscribirse a una sesión, tal como lo sugiere Freud en «El uso de la interpretación de los sueños en el psicoanálisis» (1911). Además, tomar como asociaciones del sueño lo dicho durante la sesión, aun cuando ya avanzada aparezca el relato del sueño. Lo que supone que el analista, con su atención flotante sobre todo lo dicho por el paciente, puede vincular lo previo a la narración del sueño al modo de las asociaciones que clásicamente se consideraban posteriores a su relato. También es importante que el analista no se sienta obligado a dar una interpretación cerrada de un sueño en una sesión, pero sí a escuchar y tomar en cuenta el relato como material para ser trabajado. Puede darse la situación transferencial siguiente: si el paciente percibe un marcado interés del analista por los sueños y su interpretación, intentará «satisfacer este deseo» del analista y habrá una producción onírica excesiva.

DZL: Con relación a la práctica actual, ¿qué peso le otorgás a las redes sociales?

GC: Lo que ha cambiado sustancialmente en los últimos años es la relación de lo privado vs. lo público. Así como antes se consideraba que existía una barrera entre lo íntimo y lo público, hoy pareciera que lo íntimo debe publicarse y tomo la palabra público en el sentido de darse a conocer. Así, las redes sociales son un desahogo para compartir malestares, sufrimientos, abandonos tanto como alegrías y logros. Del lado del analista, se produce una exposición —muchas veces no deseada— de su intimidad a través de las redes: puede ser potencialmente «conocido» por quién lo consulta más allá de su deseo. Es una realidad con la que convivimos, y es necesario que sea material para trabajar en sesión.

DZL: ¿Qué cambios ubicás en el encuadre y en el manejo del dinero, en la actualidad?

GC: Respecto al encuadre —ese marco que funciona como un tercero en la relación analista paciente— creo que se ha superado la imposición de cierta rigidez por parte del analista, por mantener variables fijas dentro del tratamiento. Hoy se trabaja con más flexibilidad, teniendo en cuenta los cambios significativos que produjo la pandemia en nuestra práctica. En la actualidad el encuadre se ha convertido en una construcción entre paciente y analista: las sesiones por dispositivos a distancia, los cambios de horarios, incluso los cambios de lugar lo han transformado y, también, nos han demostrado que se puede analizar sin importar que sea en el interior de la casa, el balcón, el garaje, etc. También se han llevado a cabo sesiones caminando al aire libre. A posteriori podremos evaluar su potencialidad.

Respecto del manejo del dinero, que es un aspecto del encuadre, me parece necesario acordarlo al inicio del tratamiento: monto, forma de pago, cuándo y cómo pagar sin caer en la rigidez, pero dando un marco de trabajo claro. Luego se verá cuál es el significado imaginario o fantasmático que cada paciente le da al intercambio de sesión por dinero. También es un aspecto que el analista debe tener esclarecido en su propio análisis y ver en la supervisión o en la covisión con colegas si aparece alguna dificultad.

DZL: ¿Cuál sería tu foco de interés en los tratamientos actuales?

GC: La clínica actual, que siempre fue la brújula para las reflexiones teóricas, nos demanda una revisión profunda de conceptos teóricos que volcamos en la clínica. Algunos parámetros son conservados: inconsciente, psicosexualidad, complejo de Edipo, estructuración del aparato psíquico. Pero hoy debemos revisarlos a la luz de la construcción de la subjetividad. Personalmente, creo que los Estudios de Género nos aportan una mirada fresca e innovadora que nos invitan a pensar desde otra perspectiva los conceptos de femineidad, maternidad, masculinidad, el mecanismo de la identificación, el complejo de Edipo y la instalación del superyó. En nuestra formación analítica y en nuestra práctica estos están presentes a diario y se han ido naturalizando sin tener en cuenta que están atravesadas por las influencias históricas con las que fueron concebidas.

Además, necesitamos incluir reflexiones sobre las modificaciones que la Medicina permite en la sexualidad y en la reproducción humana: por primera vez en la historia de la humanidad, asistimos a la posibilidad real y duradera de un cambio de sexo.

También nos manejamos con ideas preconcebidas sobre «familia» que dejan por fuera realidades cada vez más numerosas.

Utilizo el modelo freudiano: si él hubiera continuado el camino trazado por sus maestros y hubiera repetido lo que Charcot sostenía sobre la histeria, el psicoanálisis no hubiera aparecido en su momento. Tuvo el valor y el coraje de romper con los mandatos hegemónicos y encontrar un camino diferente. No le fue fácil, pero el resultado ha sido muy fructífero. Ese camino es hoy el que el psicoanálisis intenta con una revisión de los «mandamientos teóricos». Para dar un ejemplo: se enseña el complejo de Edipo normal o positivo y el negativo dejando de lado las mismas reflexiones freudianas sobre un Edipo total y la influencia del superyó en su «resolución».

También presto mucha atención a las Identificaciones con las figuras parentales que delinean la construcción subjetiva.

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