NÚMERO 26 | Octubre 2022

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Entrevista a Teresa Gelbert | Diego Zevallos Luna

Dialogamos con tres socias de nuestra Escuela para conocer sus reflexiones sobre algunas de las transformaciones que ha ido atravesando el psicoanálisis en los últimos tiempos. A partir de una rigurosa mirada clínica, nos comparten valiosas ideas para pensar cómo lo epocal atraviesa la teoría y la técnica psicoanalítica.

Diego Zevallos Luna: ¿Qué cambios identificás en cómo se interpretaban antes los sueños y cómo se trabajan ahora?

Teresa Gelbert: Los sueños, los chistes y los actos fallidos siguen siendo la via regia de acceso a lo inconsciente, tal como planteó Freud. En particular, respecto a los sueños, considero que su interpretación sigue siendo con base en el contexto de la sesión en que aparecen. La pregunta que me hago es ¿por qué apareció este sueño ahora?

Las condiciones para que un paciente ingrese en un análisis deben ser creadas. Muchas veces el relato de un sueño indica su apertura, otros sueños son traumáticos e intentan elaborar una situación. Los hay resistenciales y también desencadenantes. Son parte de un discurso por develar a través de las asociaciones del paciente.

Tal vez, lo que en este momento ubicaría como interrogante sería cuántos pacientes hoy traen sueños, considerando que uno de los motivos comunes de consulta en la cultura actual es la dificultad para dormir y, como decía Freud, es una resistencia a soñar. Por otro lado, ¿cuántos analistas continúan dando al sueño el status que tiene? Para mí, allí radican las resistencias (de los analistas).

Su interpretación sigue siendo a través de las asociaciones y caso por caso.

DZL: Con relación a la práctica actual, ¿qué peso le otorgás a las redes sociales?

TG: Las redes sociales son parte de nuestra época. Son un hecho. Por eso como psicoanalistas es necesario pensar su incidencia en nuestra práctica. Es necesario diferenciarlas. No es lo mismo el uso de un dispositivo tecnológico para una comunicación privada en el ámbito de un tratamiento —en ese caso es un recurso más que utilizar para comprender una situación dada—, que su uso sea más público y al servicio del mercadeo y promoción del profesional o de la búsqueda de una respuesta inmediata. A mi criterio, eso banaliza la práctica a través de slogans y frases. De ser así, es bueno saber que esa es otra práctica. La utilización de las redes tiende a sostener la cultura de la inmediatez y ese imaginario de que hay una receta para todo.

Considero que hay que ver cómo incide su utilización en cada paciente.

DZL: ¿Qué cambios ubicás en el encuadre y en el manejo del dinero, en la actualidad?

TG: Los cambios vienen dados desde hace muchos años cuando el psicoanálisis ingresó en las diversas instituciones: hospitalarias, seguros médicos y obras sociales. Son estas las que determinan las condiciones de trabajo y contratación de los llamados prestadores de salud mental. Dentro de este marco general, cada terapeuta debiera armar su propio encuadre.

Para mí, el encuadre son las condiciones en las cuales yo puedo escuchar a un paciente. Eso incluye el cómo, la frecuencia y el dinero.

En cuanto a la tercerización del pago, es un tema para considerar. Puede incidir tanto en el valor como en la implicación subjetiva del paciente, pero no es absoluto.

En cuanto al terapeuta, es importante que entienda las condiciones bajo las cuales acepta trabajar no como una víctima de un sistema, ya que esto se constituye en un obstáculo para escuchar. Dentro de nuestro sistema de salud cada terapeuta hará su propia elección.

Considero importante trabajar para mejorar las condiciones laborales y participar en políticas de salud como lo viene haciendo la institución y muchos de nosotros.

DZL: ¿Cuál sería tu foco de interés en los tratamientos actuales?

TG: Mi foco de interés engloba las preguntas anteriores. El desafío del psicoanálisis es seguir creando espacios de palabra y reflexión. Espacios donde pueda preservarse la intimidad y lo privado, enfrentando las fuerzas disociativas, desagregantes y tanáticas que habitan en cada sujeto y que activan algunas formas de nuestra cultura actual.

Trabajar más en la posibilidad de reflexión, dado que asistimos a una época de presentaciones clínicas signadas más por la presencia de sucesos y actos, y ausencia de palabra.

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