NÚMERO 32 | Octubre 2025

VER SUMARIO

Escribir en psicoanálisis y fracasar en el intento | Fernando Currais¹

En cierta ocasión un amigo me realizó la pregunta: ¿qué es el psicoanálisis? Comencé a reflexionar al respecto y se me ocurrieron varias cosas: una teoría, una praxis psicoterapéutica, un dispositivo, un método, un cuerpo teórico que  abreva de lo clínico y aspira a tener una categoría científica. Sin embargo lo primero que asocié al pensar en psicoanálisis es la idea que ahí, en en el ámbito analítico se genera una producción de algo, hay una creación singular, algo nuevo que irrumpe. Decidí entonces referir  al psicoanálisis como una poiesis, un tipo de artesanía, en donde las palabras tienen un poder performativo, un efecto perlocutivo. En la filosofía griega antigua se utilizaba el término poiesis para describir el acontecimiento en donde se producía algo nuevo, un producto resultante de una transformación, la poiesis como un actividad creativa, en tanto actividad que otorga existencia a algo que hasta entonces no la tenía,  es decir a partir de determinados elementos surge la novedad, lo poiético también aplicaba a la diferencia respecto a lo teorético en el entendido que este último, hacía énfasis en la búsqueda de la verdad objetiva y al psicoanálisis lo ubico las antípodas de esas nociones tanto de la verdad como de lo objetivo.

Sabes que el concepto de poiesis es algo muy amplio, ya que ciertamente todo lo que es causa de que algo, sea lo que sea, pase del no ser al ser es creación, de suerte que todas las actividades que entran en la esfera de todas las artes son creaciones y los artesanos de éstas creadores o poetas. (Platón 1990, 205 bc)

Del término poiesis deriva  poesía que es considerada como una manifestación de la belleza a través de la palabra, el psicoanálisis tiene mucho de poético más allá del sentimiento estético del lenguaje, en el arte de sanar a través de la palabra lo poético, se manifiesta en el intento de expresar lo indecible, el significante que se desplaza , lo incapturable del lenguaje, “lo metafórico, como una función  significante que consiste en la sustitución de un significante por otro y que de ello surge un plus de significación “ (Lacan 1958, p.151)

Escribir en psicoanálisis  en lazo institucional, escribir con otros y de esta manera desde una posición de analizante también es una acción poética, en donde se busca un plus de significación. En análisis se hacen cosas con palabras, (Austin 1955), emerge una producción escrita, se escribe y se reescribe, como analistas más que escuchar leemos el texto, el discurso en psicoanálisis es intertextualidad, donde en el devenir dialógico irrumpe una dimensión dinámica y productiva. En la escritura del psicoanálisis,  el hecho de reescribir la propia letra también tiene un efecto performativo, un efecto a posteriori en donde emerge algo nuevo en el texto, algo que queda en la frontera entre lo oculto y lo que siempre estuvo ahí, lo evidente, algo que dispara la duda que en el develar, surge algo que no estaba velado, una nueva  escena, la otra escena.

Freud en sus primeras consideraciones esquemáticas del aparato psíquico afirma: Preconciencia es la tercera transcripción ligada a representaciones palabra correspondiente a lo que en este contexto se denomina Yo […] toda vez que la reescritura falta, la excitación es transmitida según las leyes psicológicas que valían para el período psíquico anterior […] La denegación de la traducción es aquella que clínicamente se llama represión. (Freud 1896, p. 276)

Freud pensaba el devenir de la actividad psíquica en una dinámica de escritura, se podría ilustrar este mecanismo en analogía con la fascinante obra “El nombre de la rosa” (Eco 1980) en donde los monjes tienen la función de traducir y reescribir las escrituras que ordenan el conocimiento  y justamente cuando esa reescritura falta, esa traducción no se produce, queda oculta y la cultura se transmite de acuerdo a los preceptos del período anterior.

Escribir en psicoanálisis implica escribir desde la perspectiva del análisis propio,  desde el deseo, permanente transcripción y re transcripción, búsqueda del momento  que nunca surge:

[…] entre la manifestación, que es la intención del ego y el hecho de que el significante en cuanto tal es admitido en el Otro, está en el principio de la posibilidad misma de la satisfacción de la palabra. Si este momento existe, debe estar constituido por la simultaneidad, la coextensividad exacta del deseo en tanto que se manifiesta y el significante en tanto que es su portador y lo soporta, este  es precisamente el punto de partida necesario para que comprendan que eso nunca sucede. (Lacan 1958 p. 152)

El significante  es en tanto portador y soporte del deseo en búsqueda de la satisfacción.

En este sentido el escribir en psicoanálisis está atravesado por el fracaso. Freud  puso el foco en los fracasos del pensamiento, los sueños, en los  intentos fallidos del lenguaje, lo interesante está en lo que decimos y no queremos decir, Lacan tomando como referencia el cogito cartesiano afirma “pienso donde no soy, luego soy donde no pienso” (Lacan 1966, p. 484) 

Escribir en psicoanálisis es una poiesis sin éxito una producción que fracasa a priori, un decir que yerra , un emergente del no pensamiento, una marca de la singularidad, una manifestación del sujeto del inconciente.

Cuando escribimos en psicoanálisis nos encontramos con el Otro como “sede del código “[…] “el deseo llega como significado distinto de lo que era al comienzo” (Lacan 1958, p.52)

Escribir en psicoanálisis es escribir en análisis, es escribir desde la traición, el deseo es siempre infiel, “tú eres el cornudo. Eres tú mismo el traicionado porque tu deseo se acuesta con el significante” (Ibidem , p. 152)

Se dice que Sócrates no escribió porque temía ser malinterpretado y no estar presente para defender sus ideas, al mismo tiempo que afirmaba su saber en la paradoja de la ignorancia, del no saber, de algún modo, intuía la traición de la escritura, trágico malentendido.

Quizás escribir en psicoanálisis también tenga algo de socrático, escribir desde el no saber, alejado de las certezas, el martillo nunca da en el clavo, la cosa se desplaza, las palabras re significan las palabras.

Nietzsche (1883, p. 75-76) en la voz de Zaratustra afirma acerca de la amistad: “Yo y yo estamos siempre demasiado metidos en la conversación ¿cómo se podría soportar si no hubiera un amigo?[…]el amigo es el corcho que impide que la conversación de los dos se hunda en la profundidad”

Escribir en psicoanálisis es en cierta manera “ser poetas en tiempo escaso,” (Landeira 1996) amigarse con el significante que se desplaza,  con la metáfora que flota  e  impide el hundimiento de la conversación profunda con nosotros mismos.

“No hay más poesía que permita la interpretación. Es por eso que yo no llego más en mi técnica, a lo que ella sostiene yo no soy lo suficiente poeta” (Lacan 1977, p.51)

Notas al pie

  1. Prof. Lic.Fernando Currais. 098048396 (Montevideo) E.mail: fcurrais67@gmail.com

Bibliografía

Austin, J. (1955) Cómo hacer cosas con palabras. Paidós.

Eco, U. (1980). El nombre de la rosa. Sudamericana.

Freud, S. (1896). Carta 52 en Primeras publicaciones pre psicoanalíticas. Obras completas, Tomo I. Amorrortu.

Lacan, J. (1966) La instancia de la letra en Escritos 1. Siglo XXI.

Lacan, J. (1958) Las formaciones del inconciente. Paidós

Lacan, J. (1977). L’insu que sait de l’une bévue s’aile à mourre. Biblioteca de la E.F.B.A, traducción: R. Rodríguez Ponte.

Landeira, R. (1996) Seminario de las nuevas perspectivas del psicoanálisis. Escuela Freudiana de Montevideo.

Nietzsche, F (1883) Así habló Zaratustra. Disponible en: www.Elejandría.com

Platón. (1990). El banquete. Gredos.

Acerca del autor

Fernando Currais

Fernando Currais