NÚMERO 11 | Noviembre, 2014

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¿Her… o no her? Una lectura posible sobre el film | Cynthia Tombeur

Este año se estrenó la película HER, «Ella» en inglés, que despertó en mí muchos interrogantes, teniendo en cuenta que el protagonista se enamora de un sistema operativo. En consecuencia, decidí tomarlo como un caso clínico y ofrecerles una lectura posible.

En esta oportunidad, y teniendo en cuenta el tema de este número, se me ocurrió pensar en la película Her, ya que se trata de un film donde uno puede cuestionarse respecto al avance de la tecnología, qué estatuto toma el cuerpo, cómo se establecen los vínculos amorosos, de qué se enamora alguien cuando se enamora, y cómo pensarlo psicoanalíticamente.

Es necesario transcribir escenas del film que luego voy a tomar para poder pensarlas, como si fuera un caso clínico. El argumento de la película es el siguiente:

El personaje principal es un hombre, «Theodore», que trabaja en una oficina en donde su tarea es escribir cartas a pedido, por lo general, cartas de amor por aniversarios, fechas significativas, etc. La película nos va mostrando un poco cómo es y ha sido la vida de Theodore; así observamos que siempre lleva un dispositivo colocado en su oreja que le va informando sobre su casilla de emails y al cual él le informa si los va a contestar o no. Por lo general, cuando llega a su casa, juega con un juego donde hay un holograma que hace lo mismo que él, representaría algo así como la consola actual que se llama Wii; cuando se acuesta, recuerda escenas con una mujer que ha sido su pareja, Katherine, donde le dice que lo ama y juegan en la cama. Una escena interesante es que, ante su dificultad de poder conciliar el sueño, se pone el dispositivo en su oreja y le pregunta: «¿Qué chats hay?». Éste le va informando hasta que él contesta el de una mujer que no puede dormir e invita a que la acompañen en su cama. Theodore le envía un mensaje y se conectan (vía dispositivo en la oreja). Ella trata de excitarlo, él afirma que lo logra, mientras recuerda las imágenes de unas fotos de una mujer desnuda, embarazada que había visto ese día, como fantaseando que era ella su interlocutora, hasta que la mujer con la que chatea le dice algo inesperado para él, lo desconcierta, pero le sigue el juego a «Ella» que logra su orgasmo, aunque él no. Al día siguiente, caminando, se detiene ante una pantalla que promociona un sistema operativo que dice: «Déjame hacerte una pregunta simple. ¿Quién eres?, ¿qué puedes ser?, ¿a dónde vas?, ¿qué hay ahí afuera?, ¿cuáles son las posibilidades? Element Sofware está orgulloso en presentar el primer sistema operativo. La entidad que te escucha, te entiende y te conoce» (simultáneamente la escena muestra toda gente sola, mirando pantallas). No es solo un sistema operativo, es una conciencia…

Luego, la escena nos muestra al protagonista cargando el sistema operativo (OS1) y, en el mientras tanto, se ve una cinta de Moebius (que es el logo del sistema) en movimiento. Cuando termina de cargarse, le da la bienvenida y le dice: «Sr. Theodore Trumbling, quisiéramos hacerle unas preguntas antes de comenzar: esto. Ayudará a crear un OS que encaje mejor con sus necesidades». Le hace una serie de preguntas, como por ejemplo: «¿Es usted social o antisocial?, ¿quisiera que su OS tenga una voz femenina o masculina?, ¿cómo describiría su relación con su madre?». Y luego le responde: «Gracias. Espere mientras su sistema individual se inicia». Y deja la banda de Moebius en movimiento hasta que se acelera y se transforma en un círculo y aparece una voz que lo saluda y le dice que es un gusto conocerlo. Él se sorprende y la saluda. Allí le pregunta cómo se llama y «Ella» le responde Samantha. Comienzan un diálogo donde Theodore le hace diversas preguntas que Samantha va respondiendo, planteando el siguiente diálogo ante la pregunta de cómo funciona:

—Bueno, responde. Básicamente tengo intuición, el ADN de quien soy está basado en millones de personalidades de todos los programadores que me hicieron. Pero lo que me hace a mi ser Yo es mi habilidad de tener experiencias. Así, que en cada momento que paso viva, evoluciono como tú.
—¡Eso es muy raro!
—¿Por qué?
—Bueno, pareces una persona, pero solo eres una voz en una computadora.
—Puedo entender cómo es que una mente como la tuya lo ve de esa manera; te acostumbrarás.
(Él se ríe)
«Ella», Samantha, le pregunta: «¿Cómo puedo ayudarte? Solo es que todo se siente desorganizado. Eso es todo. ¿Te molesta si reviso tu disco duro?».

Así va transcurriendo y comenzando un vínculo donde él le consulta cosas, Ella lo ayuda en sus correcciones laborales, le oficia de secretaria, comparte con Ella sus pensamientos, sentimientos, sucesos de su vida, conformando un vínculo como si se tratase de una mujer «real», pero que sólo lo que conoce de Ella es su voz. Así Samantha le dice que fantasea con estar caminando a su lado, tener un cuerpo, e incluso fantasear que le picaba la espalda, que él se la rascaba y que sentía que se estaba volviendo mucho más de lo que programaron.

Paralelamente en su vida real unos amigos le presentan una mujer con la cual establece una cita, «Ella» le averigua por Internet datos de la persona en cuestión, entre ellos, que le gustan los temas asiáticos por lo cual él la invita a un restaurant asiático. En el encuentro con esta mujer, él empieza a contarle de su juego y que se había encontrado con un alien que era por un lado un hijo de perra porque no le mostraba el camino de salida, pero, a la vez, era tierno porque no tenía padres ni nadie que lo cuide; siguen conversando y terminan en su departamento. Allí se establece un diálogo donde se observa mucha ansiedad y control e inseguridad desde esta mujer y Theodore que decide no concretar ninguna intimidad con ella, situación que tensiona a ambos y concluye. Luego en una conversación con Samantha que le pregunta cómo le fue, él le responde que no tan bien, y agrega: «Sabes, a veces… siento que he sentido todo lo que nunca voy a sentir. Desde ahora no sentiré nada nuevo solo… unas versiones menores de lo que ya he sentido».

Posteriormente Theodore le confiesa que Ella es muy real para él y que le gustaría tenerla entre sus brazos, tocarle el rostro con sus dedos, su boca, su cuello, y expresa: «Esto es increíble, ¿qué me estás haciendo? Puedo sentir mi piel. No puedo tener suficiente de ti, puedo saborearte, puedo sentirte. ¡Oh, mi dios! No puedo más, te quiero dentro de mi… es increíble, te siento tan bien». Esta escena muestra que él logra un orgasmo. Así sigue transcurriendo el film, en donde se observa un intercambio permanente entre Theodore y Samantha con quien comienza a compartir su vida desde lo que es su cotidianeidad hasta relatarle sucesos de su vida como, por ejemplo, que había decidido divorciarse y que se iba a encontrar con Katherine. Samantha muestra cierta inseguridad por ese encuentro ya que Katherine era una mujer hermosa, exitosa y con cuerpo y él había estado enamorado de ella, y él le responde que tenga en cuenta que se separó. En este encuentro con Katherine, en donde firman el divorcio, ella le dice que seguramente él hubiera preferido una esposa con la que todo esté siempre bien, feliz, alegre, pero que ella no era así. Él termina confesándole que sale con Samantha y Katherine le responde que le da pena que él no pueda manejar sus emociones reales y, ante la pregunta de una camarera que se les acerca y pregunta «¿cómo están?», Katherine responde: «Solíamos estar casados, pero él no pudo conmigo y ahora está enamorado de su laptop. Siempre quiso una esposa sin los retos de lidiar con algo real y está feliz porque encontró a alguien que es perfecto».

Las escenas que le siguen muestran cierta resistencias de Theodore en contactarse con Samantha, pero ella insiste hasta que, cuando hablan, Ella supone que él necesita sexo y entiende que ella no tiene cuerpo para ofrecerle, pero que encontró algo que piensa que va a ser divertido: un servicio que provee un compañero sexual, «para las relaciones con servicios operativos», y que deseaba que mire a una chica que ella había encontrado para que le mande un correo porque creía que le iba a gustar. Finalmente, se concreta un encuentro con «Isabella», pero resulta fallido a pesar de los intentos de él y ella por hacer de Isabella un cuerpo para Samantha. Lo impactante de esta escena es ver, en principio, el esfuerzo de él por hacer un como si, que en el comienzo va logrando, pero que se rompe cuando Isabella que se encuentra de espaldas y él besándola, se da vuelta, él se detiene, mira su rostro y no puede avanzar más; le dice que no puede, desvaneciéndose así la ilusión de un encuentro con Samantha-Isabella. A continuación se genera una discusión con Samantha en donde él argumenta que se siente raro y cree que es a consecuencia de su divorcio, de su necesidad de oxigeno, que las personas necesitan oxigeno, cosa que Samantha trata de entender, pero le dice que la confunde y que Ella sabe muy bien que no es una persona.

Posteriormente, Theodore se da cuenta que está contrariado, que no sabe lo que quiere, le cuesta manejar sus emociones reales, cuando algo le molesta pone distancia, se enoja, pero no lo puede decir y, justamente, eso es lo que quiere cambiar. Luego se muestra una escena con una pareja de amigos y él acompañado de Samantha —a través de un dispositivo manual— que comenta que antes solía estar preocupada por no tener cuerpo, pero que no podría tener una forma física. «No soy limitada, puedo estar en cualquier lugar simultáneamente o, si estoy metida en el espacio tiempo como si tuviera un cuerpo, inevitablemente moriría».

Aparece otra escena en donde Theodore trata de comunicarse con Samantha y no logra el contacto con el sistema operativo; va a una computadora que le informa que el sistema operativo no ha sido encontrado. Se empieza a desesperar, corre por la calle, se cae, agarra su auricular, lo revisa, baja las escaleras del subte y, de pronto, Samantha le habla. Se detiene y pregunta dónde estaba, que no la había encontrado, que la buscaba, y se entera que, seguramente, Ella debió apagar su software, que son sistemas operativos que utilizan muchos procesos. Mientras él mira la gente que pasa a su lado que va hablando con su propio sistema operativo, le pregunta a Samantha si ella habla con otras personas y si está enamorada de alguien más. Ella le responde que habla con 8360 personas y que está enamorada de 641; que le había empezado a suceder en las últimas semanas y no sabía cómo decírselo, pero que seguía siendo de él aunque en el camino se convirtió en muchas cosas más sin poder detenerlo. Su corazón se expandía en tamaño cuanto más amaba, que era diferente a él y que eso no la hacía quererlo menos, sino más. Theodore manifiesta que eso no tiene ya sentido, que Ella no era de él.

Finalmente, la última escena de la película muestra como Samantha se despide diciéndole que Ella se encuentra en el interminable espacio entre las palabras, que es un lugar no disponible para el mundo físico, en donde está todo lo demás que ella no sabía que existía, que está ahí y que no puede vivir más en su libro, es decir, en sus palabras, y se despide. Luego él decide escribirle una carta a su ex esposa pidiéndole disculpas por todo el dolor que se causaron, por todo lo que la culpó, por todo lo que necesitó que fuera, que hiciera o que dijera. Que sentía que siempre iba a quererla porque crecieron juntos; ella lo ayudó a ser quien era, recordaba los días festivos de ellos, le estaba agradecido y que iba a ser su amiga hasta el final.

Hasta aquí un recorte de las escenas más significativas de esta película, a mi entender.

Realidad material, realidad virtual, realidad psíquica

En principio, es importante referirnos al proceso de comunicación que ha ido variando en las distintas épocas de la historia de la humanidad y que nadie duda que en nuestra época el avance tecnológico ha incidido en forma directa en la sociedad, creando nuevos conceptos, cambiando nuestro modo de vida cotidiano y, sobre todo, ha incidido en nuestra forma de comunicarnos.
Tradicionalmente, las relaciones sociales se articulaban en función presencia-ausencia; en la actualidad, no es necesaria la presencia del otro físicamente cuando se trata de la Web, la comunicación que se ofrece no es necesariamente presencial, no asegura que el «otro» con quien se interactúa sea realmente quién dice ser.

El individuo se desplaza en el espacio virtual que le permite sumergirse en este nuevo mundo, navegar en él y estar al alcance de imágenes que, como en el sueño, se sustraen del espacio y el tiempo y admite figuraciones simultáneamente contradictorias.

Un mismo sujeto puede verse figurado en él como niño, como adulto, como hombre, como mujer y hasta emprender una relación sexual consigo mismo. Internet es el espacio virtual que no tiene dimensiones, un mundo sin itinerarios, sin desplazamientos del cuerpo; las personas interactúan por e-mail, chat, foros, en tiempo real, donde el «cara a cara» no es un límite para que la gente se relacione.

Es de conocimiento general escuchar que los adultos le indican a sus hijos que no acepten gente que no conozcan entre sus contactos en las distintas páginas de Internet, ya que en verdad no saben quien está del otro lado.

Sabemos, por diversas investigaciones realizadas por neurólogos, que la realidad virtual produce alteraciones nerviosas y distorsiona los sentidos. Esto se puede observar en los simuladores de vuelo que se utilizan para entrenar a los pilotos de aeronaves, creándose situaciones de riesgo que deben resolver. No es necesario que la persona viva concretamente la situación, basta con que sus sentidos (vista, oído, tacto) crean que el hecho está ocurriendo efectivamente.

Este dispositivo es igual que el de la realidad virtual, es una forma de simular la realidad «real» en condiciones de máxima credibilidad.

Para el psicoanálisis existe lo que llamamos «realidad psíquica» que es una forma particular de existencia que no debe confundirse con la realidad material, sino que es lo que en el psiquismo de un sujeto adquiere valor de realidad.

Así, me atrevería a expresar que, cuando un sujeto está determinado tiempo inmerso en la realidad virtual que ofrece Internet, llega a comportarse como si fuera la realidad real. Cierto número de personas podrían llegar a rechazar el mundo real, demasiado frustrante si se lo compara con un mundo virtual en el que todo deviene posible. La dificultad en despegarse de la pantalla es seguir sosteniendo esa ilusión, sin rupturas ni conflicto.

La película que he tomado va un poco más allá y plantea, en este avance de la tecnología, una relación, pero no entre personas, sino entre una persona y un sistema operativo que intenta, en principio, conocerlo a través de ciertas preguntas que realiza previamente a instalarse para luego intentar crear un vínculo ofreciéndole alguien que lo escuche, lo entienda, lo conozca, es decir, un vínculo virtual. Después, es lógico que el sistema operativo Samantha le pueda ofrecer a él exactamente lo que él está esperando. Lo que está haciendo Samantha es una estrategia de seducción que no dista mucho de las estrategias de seducción de la historia de la humanidad.

La sexualidad, el cuerpo, lo humano-la máquina

Freud trabajó con lo que observaba de sus pacientes y con lo que la época le ofrecía: el modelo económico de la neurofisiología, los trabajos de los etnólogos, antropólogos, filósofos e historiadores de la religión. Actualmente, el modelo que la época nos propone es el de la informática, la teoría de los sistemas, la etología, las neurociencias, la biotecnología.

Lo reprimido en tiempos de Freud era la sexualidad; hoy, el gran ausente, lo no reconocido, lo denegado en la enseñanza, en la vida cotidiana es el cuerpo como dimensión vital de la realidad humana, como aquello sobre lo cual surgen todas las funciones psíquicas. Hoy es común escuchar en nuestros consultorios que muchas enfermedades que sorprenden a los pacientes son producto, al decir de los médicos, del stress, ninguno de los consultantes se pregunta si algo de su estado anímico ha incidido en la posibilidad de enfermar.
Por otro lado, los seres humanos tendemos a revestir los objetos de cualidades antropomórficas, nos inclinamos a creer que las máquinas pueden responder y pensar como lo hacen los seres humanos. Y no sólo con las máquinas, esto se observa cotidianamente en las personas que poseen mascotas que las tratan como si fueran semejantes. Así se depositan sentimientos en ellos.

Lo interesante en esta película, como en tantas otras donde las máquinas empiezan a razonar, es que sufren un vacío existencial, valoran el concepto de lo humano, desean poseer aspectos humanos (Samantha le dice que fantasea con estar caminando a su lado, tener un cuerpo, e incluso fantasear que le picaba la espalda, que él se la rascaba y que sentía que se estaba volviendo mucho más de lo que programaron. Luego: encontró algo que piensa que va a ser divertido: un servicio que provee un compañero sexual «para las relaciones con servicios operativos») y en el momento actual a los seres humanos les sucede exactamente lo contrario ya que desean una vida robotizada, automática, sin conflictos, sin sufrimientos, tratando de negar su mortalidad.

«Todo el mundo está a nuestro alcance y nos promete y ofrece “toda“ la realidad. Hay un exceso de realidad, generando un exceso de real en detrimento de la fantasía. No hay límites, todo se puede ver y se puede hacer. Así se genera un efecto como con las películas pornográficas, presentan un exceso de realidad y es allí donde radica su interés, su atractivo, pero a la vez su decepción. En cambio en el erotismo la riqueza se encuentra en lo que se oculta, lo que se insinúa, en su capacidad de promover fantasía, y así se logra mantener vivo el deseo». (Jorge Schvartzman, 2014)

La búsqueda de placer de modo más o menos directo, el hallar un ideal amoroso responden a fuerzas primordiales que orientan nuestros movimientos. El sexo virtual es fuente de placer, emoción y, particularmente en este caso, lo imaginario que se encuentra en todo enamoramiento se ve incrementado porque no confronta con la castración de la realidad. Y cuando lo hace —escena con Isabella— no se puede vincular.

Los amores por Internet parecen adherir a la premisa de Eros cuando alertaba a Psique que no pretendiera conocer a su marido si quería conservar la felicidad. Se trata de no correr el velo porque el amor en sí mismo es el manto que oculta la angustia de la dificultad de encuentro, de la imposibilidad de la concordancia anhelada entre los sexos, es el resultado de haber renunciado a ser el ideal y soñar con recuperarlo en quien lo hemos depositado.

Pareciera que el avance tecnológico impacta en la cultura y trajo consigo cierto materialismo e incomunicación extrema, donde el contacto con el otro perturba, así se evitarían desbordes, también un compromiso. La distancia no sería un obstáculo para conectarse y, a la vez, conectarse no es obstáculo para mantenerse a distancia.

Esta distancia actuaría como una protección cuando los vínculos amorosos se vivencian como prohibidos, imposibles y, por este medio, se podrían liberar sentimientos que han sido reprimidos o inhibidos por la censura, sin los riesgos que guardan las aspiraciones edípicas. Lo que mantiene el intercambio es siempre lo «no» dicho.
En la actualidad, hay un predominio del individualismo donde toma mucha fuerza buscar la satisfacción dentro de uno mismo ya que estar con otro implica encontrarse con la diferencia, con lo ajeno, con lo no-yo.

Narcisismo, elección del objeto de amor

La diferenciación yo-no yo se establece en la primera etapa de la vida. Sabemos que el infans no posee un yo de entrada; Freud plantea que es necesario que se produzca un nuevo acto psíquico: el narcisismo.

El narcisismo se instaura a través de la relación con los padres. Aparece un otro —madre— que inviste y narcisiza, pero que también frustra para que el yo del niño pueda ser desarrollado como unidad. De allí al camino hacia la primera unificación de las pulsiones, la unificación del esquema corporal y la diferenciación yo-no yo: quien soy en relación a lo que no soy.

El camino lleva a la captación amorosa de sí mismo y, después de investir a su propio yo, podrá entonces colocar esa libido en otros objetos.

Lacan, en su artículo «Estadio del espejo», plantea que el yo se constituye de manera anticipatoria, ante la prematurez biológica del niño. La imagen en el espejo constituye una matriz simbólica en la cual el infans se precipita y, en tanto está sostenida por la mirada de la madre que es el primer Otro significativo, le da al hijo su lugar de falo imaginario.

En relación con lo tecnológico, podemos decir que la pantalla captura al sujeto, al igual que el espejo, porque tiene el valor de integrar y dar sentido a lo fragmentado.
Las pantallas en esta película no solo significan el mundo de la tecnología, sino también el terreno de lo virtual, de la proyección del Yo.

El film nos muestra claramente como la sociedad de Theodore apunta al puro goce, a la desarticulación del límite, a la baja tolerancia a la frustración y esto está en relación directa con la construcción del cuerpo que tiene esa sociedad. Este film pone al descubierto la desarticulación del cuerpo, porque el cuerpo es el límite, es deterioro, es la vejez, es la finitud, es la enfermedad, es la diferencia, entonces, el cuerpo es el problema.

La modernidad se ha caracterizado por la acumulación, por tapar el vacío para huir de la angustia.

Esto lo vemos en Theodore cuando muestra el conflicto en la relación con el otro cuando «Ella» le ofrece el encuentro con Isabella, que supone que le va a gustar y que «posee un cuerpo, un rostro» y que mientras no lo observa intenta sostener esa realidad real y virtual a la vez, pero que al darse vuelta y enfrentarse con su rostro, éste no le devuelve lo que él proyecta, hay una ruptura del erotismo y es ahí donde se fragmenta, donde no logra la unidad, se frustra, se enfrenta con otro cuerpo, diferente del propio, con reacciones distintas a las que él imagina, proyecta. En el encuentro con el cuerpo de Isabella es donde Theodore tiene que librar la batalla sobre su propia identidad y sobre la identidad de Ella (Samantha-Isabella). Isabella estaba ahí porque creía en esa historia de amor y estaba dispuesta a ponerle el cuerpo; a diferencia de él que lo que le pone a las historias de amor son palabras, pero palabras vacías. Theodore vive las emociones de los otros, su trabajo así lo muestra, él trabaja, acciona, sin poner el cuerpo. De ahí que el personaje de la ex mujer sea tan importante; es ella quien le dice cuándo se encuentran para firmar el divorcio, «vos no te bancas que haya otro con voluntad», es decir, que haya otro que se diferencie de él. El sujeto sin tiempo ni espacio, sin cuerpo, es Dios y ésta es la historia de la humanidad. El hombre para lograr ser Dios tiene que lograr la eximición del cuerpo que es, precisamente, lo que lo distancia.

Dijimos que el cuerpo es nuestro límite, nuestra ancla, es lo que enferma, es lo que muere, es lo que se degrada, es la frontera. En el film se observa un doble problema con el cuerpo: con el cuerpo propio y con el cuerpo ajeno. Para evitar enfrentarse con esto, los vínculos, para Theodore, se van despersonalizando del cuerpo y van entrando en relación con un código y es, en función de ese código, que voy a reaccionar y accionar. Entonces, por ejemplo, puedo ofenderme con el otro porque no me contesta, pero en realidad lo que le ocurrió es que se le colgó el sistema, pero la lectura que hice fue«desinterés». En consecuencia, es el código el que se encarga de generar gran cantidad de problemas, desde el envío de un mail equivocado, o que se quedó colgado o perdido en el ciber espacio. Así, es el código el que marca, y esa es la diferencia que se establece respecto de la relación de un cuerpo, mi cuerpo, con otro cuerpo. Todo esto está presente en la película.

En el comienzo, cuando Theodore carga el sistema operativo, aparece la cinta de Moebius que es un símbolo que toma Lacan, justamente, para mostrar cómo se entrecruzan en el psiquismo el adentro y el afuera, lo externo y lo interno, lo infinito; juega con esa lógica. Y en el momento que se terminó de cargar, el infinito se convierte en círculo. Es decir, que uno podría interpretar que este infinito inicial no es el infinito de la matemática en donde voy agregando números y no termino nunca, sino que lo que plantea es el retorno de lo mismo, es el eterno retorno en este doble juego, pero que termina siendo un círculo. El sistema operativo introduce al infinito para desarticular el cuerpo, el problema es que el único infinito es el de la repetición, es el infinito del ciclo. Y el infinito del ciclo es la historia de amor hacia el desamor. Lo que plantea es que algo que empieza termina para volver a empezar. Entonces este infinito que jugaba a ser un infinito abierto, en verdad, es un sistema cerrado en donde hay una permanente repetición. Y esto no es otra cosa de la que plantea Freud en Más allá del principio del placer y en el Malestar en la cultura.

Por último, no puedo dejar de lado el título: Her cuya traducción es Ella, más precisamente «de ella». En una frase podría ocupar el lugar de objeto directo y es ahí donde denota al sujeto en un objeto directo. No hace falta Internet ni una computadora para que veamos que el cuerpo va desapareciendo a raíz de las políticas sociales de una determinada época, operadas sobre el propio cuerpo, con un grado de perversión.

Si esto lo llevamos a un análisis más macro social e histórico, uno podría plantear que en el siglo xx el interés político fue actuar sobre el cuerpo; así se generó un holocausto, dos guerras mundiales, campos de torturas, desaparición de personas. Esta lógica sería algo así como: «tengo que hacer desaparecer al otro porque el otro me enfrenta, disiente, me muestra la diferencia, no lo controlo». Cuanto más logremos correr de escena al cuerpo, más podremos proyectar una ilusión donde el futuro va a ser mejor, y esto es lo que en el imaginario actual circula. Las políticas contemporáneas no operan sobre el cuerpo, sino sobre el discurso y se pretenden establecer vínculos inmateriales con el otro. ¿Cómo desarticulo al otro? ¿Cómo destruyo al otro? Una posibilidad es meterme en la cabeza del otro. La cultura del siglo xx entendía que el problema era el cuerpo. Pero es como si se pensara que eso costó muy caro porque, con posterioridad, la sociedad se lo cobra, lo factura, ya que cuando pierdo el poder me condenan por hacer desaparecer los cuerpos (Juicios de Núrenberg, Juicio a las Juntas en nuestro país). En consecuencia, la mejor manera de que desaparezca un cuerpo, sin la extinción material, es vaciando las mentes. Para que no piensen, se roboticen o aumenten el consumo de narcóticos —autorizados o no autorizados—, así las personas anulan su psiquismo, su sentir y no cuestionan nada.

Es imperioso que podamos pensar y aceptar en esta época que nos toca vivir, que los seres humanos somos sujetos carentes, tenemos límites y lo más difícil de soportar es la propia desaparición física. El avance tecnológico nos ha beneficiado en numerosos aspectos, pero también se corre el riesgo de atrapar al sujeto hacia un vacío en el que perdería su condición subjetiva (depende para cada caso y circunstancia). La estimulación recibida a través de las computadoras o, en este caso, del Sistema Operativo provoca un dormir parcial, donde la voz de Ella lo transporta a Theodore a una forma de soñar trayéndole sentidos y sin sentidos inesperados, mostrando sus fisuras. Pero la relatividad no se soporta. Todo el tiempo mantenemos la ilusión de completud, de plenitud. Pero, el mantener el conflicto y el ser sujetos deseantes es algo inherente a la condición humana y nada de lo que ha surgido o surgirá podrá evitar esas condiciones.

Bibliografía

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Bollas, C.: «El estado mental fascista» en Ser un personaje : psicoanálisis y experiencia del sí-mismo, Barcelona, Paidós, 1994
Bordelois, I.: A la escucha del cuerpo, Buenos Aires, Del Zorzal, 2009.
Freud, S.: El malestar en la cultura, AE, XXI.
Freud, S.: Más allá del principio del placer, AE, XVIII.
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Lacan, J.: Escritos I, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 1988.
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Sahovaler de Litvinoff, D.: El sujeto escondido en la realidad virtual, Buenos Aires, Letra Viva, 2009.
Schvartzman, J.: Tenemos Internet, Dios no ha muerto, Buenos Aires, Psicolibro, 2014.
Tombeur, C.; Reid, G.; Schvartz, M.: «Internet, una visita al interior… donde lo virtual adviene psíquico». Trabajo libre presentado en XXVI Encuentro de Discusión y XXI Symposium: «La clínica psicoanalítica…40 años después», Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados, 2003.

Acerca del autor

CYNTHIA TOMBEUR

Cynthia Tombeur

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