Los desarrollos sobre género han enriquecido nuestro acervo científico y cultural, visibilizando prácticas de tan larga data como la existencia de la vida en sociedad. Ya en el relato bíblico del Antiguo Testamento estaban presentes.
A lo largo de la historia hubo diferentes maneras de pensar aquellas formas de elección amorosa que no coincidían con el sexo biológico esperable, considerando que lo esperable era la coincidencia con el sexo biológico portado al nacer en una elección heterosexual de onjeto.
Freud, en el artículo Introducción del Narcisismo de 1914 planteaba que el hombre tiene una doble existencia, en cuanto es fin para sí mismo y eslabón dentro de una cadena para la continuidad de la especie. Propone que la sexualidad y la ganancia del placer que la misma conlleva es uno de los propósitos individuales que colabora para la misma.
En este momento, se sabe que la especie podría seguir desarrollándose mientras la ciencia aporte sus conocimientos y su técnica, y que posibilite que los humanos podamos elegir para la vida amorosa erótica diferentes posibilidades, como así también el transcurrir nuestra de vida sexual. Incluso no sería necesaria la relación sexual para la descendencia. Si bien el óvulo y el espermatozoide no se han podido reproducir aún de manera sintética, sabemos que es el desarrollo de la bioética, lo que pone freno a esa posibilidad, tal vez pasible de ser llevada a cabo si se decidiera estudiar esas opciones. Prueba de eso, son los múltiples experimentos que se realizan en otros seres vivos con eficacia.
La ciencia también posibilita que un sujeto pueda alterar aquello que le fue dado por su biología en relación con lo femenino-masculino. Tal vez lo que no era posible en otros tiempos como en la actualidad, era la elección de género de manera estable. Se lo remitía en general al arte, como el teatro y la pintura, la danza donde se presentaban cómo producciones artísticas. Era menos frecuente observarlo en la vida cotidiana de las personas.
Pensar desde el psicoanálisis, inevitablemente atravesado por lo actual, nos remite a la idea de inconsciente como premisa fundamental y las identificaciones como posibilidad de constitución del psiquismo, como ya lo decía Freud en el artículo El Yo y el Ello en 1925. En el mismo nos mostraba las diferentes vicisitudes de la resolución del Complejo de Edipo para la elección del objeto amoroso. Desde entonces, el psicoanálisis nos aporta elementos para poder comprender al ser humano, entendiendo que la subjetividad está inserta en la época en que transcurre y, en todo caso, dependerá de cada analista poder comprenderlo. No es excluyente pensar el psiquismo individual de la inserción de ese sujeto en el tiempo y lugar en que le toca vivir. Si tomamos los conceptos más importantes del psicoanálisis, inconsciente, pulsión, sexualidad como vigentes todavía, tenemos mucho por hacer con quien nos solicite ayuda, con el decir de su sufrimiento más allá del modo con que se presente a la consulta con un psicoanalista. Caracteres sexuales somáticos, caracteres sexuales psíquicos y elección de objeto podrán ser analizados desde las herramientas teóricas con que contamos los analistas para aliviar el sufrimiento de aquel que se presenta a nuestra consulta. Tendremos estar atentos a no quedar inmovilizados por prejuicios que atentan contra la posibilidad de pensar. Para esto el trabajo con colegas y el poder pensar sobre nuestra cultura actual continúa siendo necesario para sostener nuestra práctica y enriquecer nuestra clínica.
Giorgio Agamben plantea que lo contemporáneo es una relación con el propio tiempo. Nos dice que contemporáneo es aquel que mantiene la mirada fija en su tiempo para percibir no sus luces, sino sus sombras. Todos los tiempos son oscuros. Contemporáneo es quien sabe ver esa sombra.
El instrumento freudiano, junto con el aporte de otros analistas que enriquecieron la teoría nos otorga elementos para poder estar atentos a esas sombras.
Comentarios