NÚMERO 32 | Octubre 2025

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La extraña desaparición del tiempo y el espacio | Carlos Weisse

En una mirada atenta al contexto epocal, el autor nos invita a pensar en las formas de subjetivación y patología mental en la cultura actual, con una mirada sobre las nuevas configuraciones acerca del tiempo y del espacio a nivel global. 

En este lugar seguiremos en parte el pensamiento de Paul Virilio¹, quien considera central el concepto de velocidad en aceleración constante. Esto cambia subjetivamente el transcurso del tiempo (el tiempo real por ejemplo en las comunicaciones) y la virtualización, que genera una deslocalización del espacio.

El tiempo global es un tiempo único; pasamos del tiempo local al tiempo global La puesta en obra del instante genera un empuje subjetivo todavía mayor a la inmediatez, una imposibilidad de los tiempos de espera, una demanda de respuesta instantánea y la realización de tareas simultáneas (estudiar + escuchar música + mirar videos + chatear) en los nativos digitales.

Otro elemento que surge es la deslocalización laboral por medio de la cual las empresas optimizan las ganancias en aquellos países cuyos salarios son mucho menores que en los países de sus casas matrices, con las consecuentes olas de desocupación y marginalidad.

Muchos pensadores celebran el vértigo tecnológico de las últimas décadas, y es cierto que internet permite la información política más allá de las megaempresas de información manipulada, y permite una práctica política inédita como lo vimos en la primavera árabe.También admite amplificar el conocimiento al funcionar como una enorme biblioteca mundial, pero paralelamente el flujo financiero que ya hemos descrito es impulsor de la enorme concentración económica y el crecimiento de la desigualdad.

  Virilio no deja de señalar como contrapartida una fragilización que se plantea como una propensión a los grandes accidentes a los que está expuesta la racionalidad instrumental de la tecnología. Llega incluso a proponer una nueva disciplina: la “dromología”, el estudio de la lógica de la velocidad y su impacto subjetivo, así como una economía política de la velocidad. En otros términos, la velocidad es poder y las sociedades se ordenan alrededor de él.

En Ciudad pánico, el autor mencionado recorre las características de las megalópolis que se vienen desarrollando desde el fin de la segunda guerra mundial. Una ciudad en alerta permanente, desconfianza y vigilancia entre vecinos. Dos tipos de peligro la acechan: el atentado y el accidente, y los nuevos sospechados, las poblaciones nómades multiétnicas. Las ciudades van reemplazando a los estados y se convierten en centros de altísima sofisticación tecnológica, clasificada y administrada por unos pocos. Un estado de paranoia y desconfianza permanente pauta el estado subjetivo de las grandes urbes.

La contrapartida de la desaparición del espacio es el obstáculo al recorrerlo; la tecnología sofisticada está articulada con los numerosos muros de contención de una inmigración desesperada que huye de la miseria, de las guerras, de la violencia y el desamparo de sus tierras de origen.

Tras la caída del muro de Berlín, numerosos muros nuevos se levantaron. No son muros ideológicos, son muros antiinmigrantes. Antiguamente, los muros o murallas tenían como función detener el avance de los ejércitos enemigos tales como la gran muralla china, el muro de Adriano o la muralla de Teodosio. 

Pero los actuales muros tienen como función detener la inmigración de los países pobres a los países ricos, o de países en guerra a países en los que reina la paz. Hay comunidades que son encerradas en guetos.Hay muros naturales como lo es el mar Mediterráneo en Lampedusa, destino casi suicida de los inmigrantes africanos que huyen a Europa en barcas inapropiadas y mueren de a miles en el mar.

Otros muros en cambio combinan materiales sólidos con tecnología sofisticada. Es el caso del muro entre Estados Unidos y México, para el cual se contrató en la actualidad a la empresa israelí Elbit Systems², que levantó el muro en Cisjordania. Se trata de una empresa de productos electrónicos de defensa. El sistema que empleará se denomina Torre Fija Integrada y está equipado con cámaras de alta sensibilidad y radares.

¿Cuál es la textura de este género?

En la época de Freud el mandato social consistía en la prohibición de la sexualidad heterosexual no regulada socialmente (en base a una doble moral sexual) y el rechazo absoluto de la homosexualidad. El superyó se constituía como la introyección de la prohibición paterna en términos de la dramática edípica, conformada en base a cada estructura familiar que refractaba singularmente los mandatos de la época. Así se erigía como una instancia  que vigilaba la interioridad subjetiva e intervenía en la producción de síntomas neuróticos, típica sintomatología de la época. En cierto sentido el síntoma como expresión de resistencia inconsciente participaba de una función política de repudio al poder.

El 15 de julio de 2010 se promulgó en el Congreso de la Nación la aceptación y legalización del matrimonio igualitario luego de un prolongado debate. Lo que en realidad hizo el Congreso fue legalizar lo que de hecho se había convertido en usos y costumbres sociales. Es así como las minorías sexuales (gays, travestis, lesbianas, transexuales, etc.) han conquistado la posibilidad de exhibir con todo derecho lo que antes debía de permanecer oculto. 

Además de casarse legalmente, pueden adoptar hijos, formar familias, y tener todos los derechos que antes estaban reservados a las parejas heterosexuales. Por otro lado la intervención médica de los cuerpos puede convertir en real la apariencia del cambio de sexo. Esto expone a la vista la inexistencia de una sexualidad natural, tan cara a la civilización judeocristiana, y plantea que la asunción de la sexualidad humana es producto de un largo proceso de identificación, en el cual el sujeto elige, no conscientemente o no del todo, qué posición sexual adoptar.

Ahora bien ¿cómo explicar este cambio? En primer lugar debemos señalar un cambio de actitud del poder, un cambio radical que consiste en el reemplazo de la prohibición del placer no reglado a la incitación del placer generalizado. En segundo lugar el placer se desplaza desde el terreno de la moral al terreno del cuerpo, entendiendo a este como un órgano polivalente de goce, un cuerpo en un doble sentido, desde el punto de vista real como intervención material sobre dicho cuerpo en tanto placer de órgano, y desde el punto de vista estético como lo dado a ver (belleza, juventud, rendimiento).

  Hay una sensualización generalizada y una estetización extendida que funciona como una fábrica de fantasías que se plantean como pasibles de ser convertidas en realidad. Esto implica la captación por parte de la maquinaria capitalista-publicitaria de la dimensión del deseo imaginario, y una sexualización de la economía probablemente en su pasaje de la fábrica al capital financiero. Pero es importante señalar que en la medida que el placer es personal y no globalizable, es necesario un supermercado de productos de placeres diversificados que se vayan diferenciando más y más de acuerdo a las demandas particulares.

El control disciplinario sobre el cuerpo del obrero para priorizar la producción se ha desplazado hacia la incitación de fantasías de placer como caldo de cultivo de las demandas de objetos de placer, promoviendo desde requerimientos individuales a colectivos de placer, como clubes, asociaciones, etc.

Sin embargo, todo lo dicho no acerca al sujeto a la satisfacción, sino que paradójicamente lo aleja de ella, haciendo que la frase de Freud resuene con más fuerza: nada en el hombre lo hace apto para la satisfacción o la felicidad. El supermercado del placer se revela en sus baratijas de consumo en un verdadero kitsch sexual.   

Resumiendo,  si volvemos al título sobre el que elegí escribir: “Subjetivación y patología mental en la cultura actual” podríamos concluir en una serie de líneas de fuerza que, lejos de caer en un reduccionismo determinista en cuanto a las  patologías y la conformación de un sujeto producido en forma acabada, den cuenta de la presentación más frecuente, facilitada, promovida o incitada de ciertos rasgos que fuimos destacando a lo largo del trabajo.

Estos rasgos se fundamentan en la actual estructura económica y su poder de presionar sobre aspectos subjetivos cuya expresión (patológica o no) dependerá de una cuestión de grado. La actitud de captación de la demanda consumista es la primera que describimos, y planteamos que la tendencia a la promoción de este rasgo como factor ideal del mercado es la producción de un sujeto adicto a los distintos productos que los agentes económicos vuelquen al mercado. Esto se ve reforzado por una realimentación positiva de: consumo-dependencia-consumo.

El segundo rasgo es el engaño, la estafa masiva de la población, sobre todo la desinformada, de menores recursos, sobre sus ahorros o sus salarios, estafa llevada a cabo por instancias financieras que ostentan poder y prestigio, que por ese mismo motivo son usadas como señuelo para esquilmar a la población, sin ningún escrúpulo, llevando a las personas a la desesperación, la depresión, el pánico o el suicidio.

El tercer rasgo es el uso de la tecnología para el espionaje con fines políticos, militares, comerciales, etc., que genera un sentimiento paranoico en el sujeto actual, quien teme que sus datos asociados a internet sean usados en su contra, para estafarlo, como objeto de maniobras comerciales, extorsiones varias, etc.. Me refiero a la instauración de miedo, sentimientos de persecución, vivencia de ser vigilado, controlado, etc.

El cuarto rasgo se refiere al papel de la virtualización y de la información, en el cual la realización en tiempo real y la deslocalización que conlleva generan una tendencia a la impulsividad en los actos, a la imposibilidad de los tiempos de espera, a la búsqueda del placer inmediato, lo que dificulta los procesos de reflexión y de los usos lógicos del pensamiento y del procesamiento de la emoción. La polución de información lleva a la banalización de la distinción entre lo importante y lo accesorio.

Por último, la demanda de placer sexual en todas sus formas es captada como demanda de consumo en lo real del cuerpo y en  la estética de su imagen, generando una frivolización del sexo y dificultades en las relaciones de amor y de compromiso afectivo. 

Es importante destacar que todos estos rasgos son presiones del ambiente cultural que de ninguna manera  deben ser comprendidos como absolutos ni como totalmente perjudiciales; hicimos hincapié en los aspectos negativos, porque el sentido de este trabajo es poner el acento en la presión sobre la patología mental. Lejos está de sostener una postura catastrofista, y podríamos ver otra cara de cada uno de estos rasgos. Pero lo sostenido no deja de ser cierto, a juicio nuestro, en cuanto al efecto de estas líneas de fuerza en la subjetivación de la cultura contemporánea. 

Notas al pie

  1. http://andrescapelan.blogspot.com.ar/2008/11/109paul-virilio-la-critica-del-progreso
  2. Diario página 12. Lunes 22/09/2014. Pág.22

Bibliografía

Bourdieu, P. (2005). La dominación masculina. Anagrama. 

Deleuze, G. y Guattari F. (1972). Mil mesetas, capitalismo y esquizofrenia. Paidós. 

Foucault, M. (1992). Microfísica del poder. Tercera edición. Ediciones de la Piqueta.

Foucault, M. (2005). Historia de la sexualidad I: la voluntad de saber. Trigésima edición. Siglo XXI. 

Freud, S. (1975). Obras completas. Vol. VII: Tres ensayos de una teoría sexual. Vol. XVIII: Más allá del principio del placer: Psicología de las masas y análisis del yo, Vol. XXI. El malestar en la cultura. Amorrortu Editores.

Lacan, J. (1979). Observación sobre el informe de Daniel LagachePsicoanálisis y estructura de la personalidad”. Escritos II siglo XXI. 

Marcuse, H. (1968). Eros y civilización: una investigación filosófica sobre Freud. Segunda edición. Editorial Joaquín Moritz. 

Virilio, P. (1993). El arte del motor. Manantial.

Virilio, P. (1995). La velocidad de liberación. Manantial. 

Virilio, P. (1997). Un paisaje de acontecimientos. Paidós.

Virilio, P. (1997). El cibermundo, la política de lo peor. Cátedra.

Virilio, P. (2006). Ciudad pánico. El afuera comienza aquí. Libros del Zorzal.  

Acerca del autor

Carlos Federico Weisse

Carlos Federico Weisse