Nuestra primera inclinación es despreciar en mucho
el valor del criterio de la condición de consciente,
puesto que ha demostrado ser muy poco confiable.
Pero nos equivocaríamos. Ocurre como con nuestra vida;
no vale mucho, pero es todo lo que tenemos.
S. Freud
Mi lucha
Quizás me tome la vida para sostener, defender esta batalla;
intensa, ridícula y feroz.
Encaprichada, con bronca y algo de odio,
me empecino en torturar palabras.
Las estrujo, las deshago, las deshecho;
juego a enloquecerlas.
Las exprimo, las sacudo, las escribo;
pero no es suficiente.
Les grito, les exijo, las insulto.
Termino agotada.
Y la palabra, nada.
¡Son insuficientes malditas! ¡Son in-su-fi-cien-tes!
Aún así, son lo único que tengo.
Las palabras no son suficientes para modificar su insuficiencia,
y quizás yo me pase una vida,
ridículamente empecinada en intentar volverlas suficientes
para soportar su insuficiencia.
A veces develan su origen encubierto, sádico,
Vociferan locas, confusas, indescifrables,
Como en los tiempos de pandemia:
atormentan, elevan su ruido obsceno hasta la locura.
Rescatada por mi causa, recuerdo:
No todo lo que hay son palabras —las voces son peores—
pero solo tenemos palabras para expresar todo lo que hay.
Mirar esto de frente ¡Es insoportable!
Y vuelvo a luchar mi estúpida y cruel batalla.
¡DIGAN ALGO BASTARDAS!
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