NÚMERO 10 | Marzo, 2014

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Ayer y Hoy

Psicoanálisis y arte. Ficciones de lo imposible | Graciela Beatriz Reid

En “El Jardín de Senderos que se Bifurcan” Borges escribe: “En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts’ui Pen, opta-simultáneamente-por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también, proliferan y se bifurcan”. (Borges, 1941: 143)

En la literatura, en el arte y en todo proceso de creación el sujeto se halla arrojado a ser su fuerza productora, se centra en dominar y organizar el universo que lo contiene. En ese sentido, siempre parte de lo que lo antecede. En los tópicos borgeanos, como suelen llamarlos los especialistas, esta imposibilidad de conocer todo —varios porvenires, no todos— es asumir la posición muda de la muerte, del tiempo que, sin nombrarlo. gira en toda obra. La hermenéutica de la que se vale para construir los diferentes con-textos del cuento se asemeja a los recursos utilizados por Freud para la construcción de la teoría psicoanalítica.

En las fronteras del mundo borgeano, en los intersticios, se hallan el tiempo y el azar que sintetizan su literatura y su pensamiento. Tal vez allí, se unen las ficciones: ¿acaso la ciencia no está llena de éstas? Los objetos matemáticos, los conjuntos, las estructuras algebraicas, los números y las líneas se unen en su literatura: “La Biblioteca de Babel”, “Las Ruinas Circulares”, “El Jardín de Senderos que se bifurcan” armando el entramado cultural, histórico que se ramifica más allá de los límites de la ficción y aparecen teoremas con hipótesis fantásticas que tienen un asombroso paralelismo con las leyes de la mecánica cuántica (teoría de los mundos paralelos) (Bunge, Moledo, Rojo, Sbarra Mitre, 1999). Así es que ellas pueden leerse como ciencia ficción y en Borges la ficción puede leerse como ciencia.

La obra freudiana contiene en sí misma varios laberintos y es sostenida esencialmente por la metapsicología que la rige —tal vez ésta sea su infinito—, que íntimamente en el acto de su creador está dirigida al lector. A los/las psicoanalistas nos toca el ejercicio de ruptura del texto original; como con toda obra original debe producirse una no-copia certificada ya que el influjo de verdad que ejerce, al cual no debemos someternos para ser lector de letras vivas, lector-psicoanalista, descolocado, descentrado de la posición dominante del conocimiento. Tomar el universo de significantes y mutarlo, darle nueva identidad, la obra debe ser subvertida en su origen, multiplicar los sentidos sin perder su categoría conceptual.

Así, en este vértigo que nos proponemos, inferimos también que más allá de las diferencias entre la ficción científica y la del arte, ambas advienen nuevos lenguajes, el tiempo lineal es transcripto en tiempo subjetivo, así como dice Zizek “el hombre es el animal cuya vida es gobernada por ficciones simbólicas” (Žižek, 2004) para dar sustento y sentido a la angustia de la levedad del ser (1) que nunca cesa.

La construcción lógica o artística se halla determinada en su contenido por cierto coeficiente de incertidumbre y remite a una cuestión gnoseológica que toca el problema del conocimiento: ¿es posible conocer? El fantaseo viene a nuestra ayuda ya que no es simplemente algo no verdadero, máscara o apariencia, sino un constructo portador de conocimientos virtuales, dado que para construirse algo, la estrategia epistémica es extraer de ello un efecto que sin la ficción sería imposible.

Freud a la hora de desarrollar la teoría psicoanalítica —como método de investigación— centra la estructura teórica en la metapsicología con sus tres procesos: tópico, dinámico y económico que da fundamento al objeto metapsicológico: lo inconsciente. Se valió del artificio para conducir su hipótesis y darle consistencia y estatuto teórico. La llevó a los límites hasta el final de su obra.

Se valió de obras como la de Goethe y tantos otros escenarios Dostoievski, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, W. Jensen, que también provocaron con sus artes fetichizar la pulsión de muerte.

En un punto, siguiendo a Cortázar, podemos preguntarnos: “Porque ‘lo otro’; ¿quién lo conoce? Ni el novelista ni el lector, con la diferencia de que el novelista adelantado es aquél que entrevé las puertas ante las cuales él mismo y el lector futuro se detendrán tanteando los cerrojos y buscando el paso. Su tarea es alcanzar el límite entre lo sabido y lo otro, porque en eso hay ya un comienzo de trascendencia. El misterio no se escribe con mayúscula como lo imaginaban tantos narradores, sino que está siempre entre, intersticialmente”. (Cortázar, 2004)

Podemos pensar entonces, que en todo proceso de conocimiento y creación, las manos que escriben generan un acto que contiene una incógnita, un no saber. El investigador psicoanalista en la clínica —saber del síntoma— nada sabe y allí reside el arte y la potencia de su praxis.

 

Notas al pie

(1) Tomada esta frase de la novela ya que condensa las muchas digresiones que la narración presenta y las múltiples voces que la habitan. Kundera, M. (1984): La insoportable levedad del ser, Buenos Aires, Tusquets, 2008.

Bibliografía

Borges, J. L. (1941): “El jardín de Senderos que se Bifurcan” en Ficciones, Buenos Aires, Emece, 1999.

Bunge, M: Moledo, L.; Rojo, A.; Sbarra Mitre, O.: Borges científico, Buenos Aires, Página 12, 1999.

Cortázar, J.: “La muñeca rota” en Último Round, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.

Freud, S. (1937-1939): “Análisis Terminable e interminable”, A. E., XIII.

Kundera, M. (1984): La insoportable levedad del ser, Buenos Aires, Tusquets, 2008.

Žižek, S: ¡Goza tu síntoma! Jacques Lacan dentro y fuera de Hollywood, Buenos Aires, Nueva Visón, 2004

Acerca del autor

Graciela Beatriz Reid

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