NÚMERO 32 | Octubre 2025

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¡Un vínculo asimétrico allí, por favor! | Laura L. Berenbaum¹

Subjetividad y adolescencias

La relación de los seres humanos con el mundo se modifica a través de la historia. Es así como cada momento histórico-social delimita formas particulares de lazo social. Estos cambios permiten que se constituyan subjetividades de cada época.  

Siguiendo a S. Bleichmar, la subjetividad puede entenderse como un producto histórico que varía en las diferentes culturas, y se transforma en función de los cambios histórico-políticos. Surge de un proceso efecto de la presencia y el cruzamiento de dos ejes.  Uno marcado por las variables históricas, en tanto que los modos históricos generan condiciones del sujeto social. El otro eje serán los tiempos de constitución, haciendo referencia a aquellos elementos universales de la constitución psíquica y las reglas del funcionamiento psíquico (represión, inconsciente, asimetría vincular, entre otros).

Entonces ya no hablaremos de la adolescencia como etapa vital estática y homogénea, sino de las adolescencias en función de cada momento histórico, de cada contexto social e historia singular.  

Señalaré algunas características de los adolescentes y jóvenes que hoy se presentan en nuestros consultorios: 

  • Están marcados por una sociedad y una cultura que empuja al individualismo, la meritocracia, a ser consumidores, a un ideal mercantilista y a una búsqueda de placer inmediato. 
  • Están familiarizados con la tecnología digital y las redes sociales, en una época de rápida evolución tecnológica. Desarrollan gran capacidad para la conectividad.  Tienden a la hiperconectividad y a la vez, al aislamiento. 
  •  Presentan inclinación a la desobediencia a la jerarquía.
  • Cuestionan el autoritarismo paternalista, promoviendo la horizontalización o la disolución de la autoridad.
  • Manifiestan poca tolerancia a la frustración y mínima capacidad de espera.
  •  Muestran poco manejo en la resolución de conflictos y emociones.
  • Construyen vínculos lábiles, poco sostenibles en el tiempo.
  • Priorizan el presente inmediato, el pasado pierde sentido y el futuro se desvanece frente a la ausencia de proyectos de vida.
  • Presentan estados de apatía y aburrimiento.

Estas características imprimen/marcan de un modo particular los aspectos universales de las adolescencias, que hacen a su desarrollo psíquico-emocional, como ser: el desasimiento de la autoridad parental, la confrontación generacional, la necesidad de un vínculo asimétrico. En todos ellos el lugar del otro, del semejante, tiene un rol y una función primordial.

El vínculo asimétrico: su importancia en la constitución subjetiva y en el transitar de la adolescencia

El otro, el semejante, es el principal articulador de la subjetividad.  ¿Qué queremos decir cuando hablamos del semejante? S. Bleichmar plantea que la noción de “semejante” no refiere a que sea “igual a mí”, sino a que “el otro esté provisto de los mismos derechos y posibilidades que socialmente me corresponden” pudiendo apropiarse de su vida y “realizar un proyecto en el mundo que le dé sentido y que no lo reduzca a la inmediatez de su cuerpo biológico.” (Bleichmar, 2006, p.108) Dirá que la ética del semejante está basada en la forma en que la persona enfrenta sus responsabilidades hacia el otro, teniendo en cuenta su presencia y existencia, favoreciendo así la constitución subjetiva. 

En los tiempos de la constitución psíquica, entre el adulto y el niño es necesario que se establezca un vínculo asimétrico. Una diferencia de roles y funciones marcada a partir de la vulnerabilidad y el desvalimiento infantil, que requiere de presencia y continuidad, cuidado, protección y sostenimiento afectivo por parte de un adulto, otro primordial, otro auxiliar.  S. Bleichmar plantea que este vínculo también está marcado por “una asimetría de saber y poder entre el niño y el adulto y la responsabilidad que esta asimetría impone al adulto en función de la restricción de su propio goce …” (Bleichmar, 2014, p.20)   

En estos primeros tiempos es necesario salir del plano de la autoconservación, de modo que se produzca un plus de placer que deje una huella y dé lugar al deseo.  Así como también la presencia de un otro que al libidinizar a ese niño permita la apertura de las zonas erógenas. Un proceso de narcisización que implique una mirada totalizante y valorizadora del niño.  B. Janín retomando a Bleichamar refiere que este proceso se ve favorecido cuando es llevado a cabo por alguien que se siente valioso y presenta un “narcisismo sobrante” para poder investir narcisisticamente a otro. (Janín, 2022, p.48) 

¿Cómo repercute la ausencia de estas condiciones en la infancia durante la adolescencia? ¿Qué sucede cuando las diferencias entre adulto–niño (ahora adolescente) son negadas o desmentidas? ¿Y si el adolescente es invisibilizado? 

Federico (17 años) no quiere ir a la escuela, sólo quiere hacer aquello que tiene ganas, busca satisfacciones inmediatas, no tolera la espera ni la frustración, presenta dificultades para establecer relaciones con pares, se aísla y encierra en su habitación con su computadora, su  celular, libros y pensamientos. Sus padres no toleran verlo así. Le proponen actividades que ellos mismos realizaron en algún momento de sus vidas y que ellos piensan que lo ayudarían a armar lazo social con el afuera.  Insisten y argumentan ventajas, pero no escuchan los intereses, las posibilidades y limitaciones de su hijo quien no es percibido como un sujeto con deseos y necesidades propias, diferentes a la de sus padres. 

Situaciones desubjetivantes.  Adultos actuales, centrados en sus propias historias y modos de vivir, exigidos por un mundo productivo y competitivo donde prevalece el tener. ¿Quién escucha a Federico? ¿Quién comprende su realidad y sufrimiento? ¿Cómo tejer un vínculo que no estigmatice el aislamiento y las diferencias, y que sostenga y construya subjetividad? 

Freud en La novela familiar de los neuróticos plantea que “En el individuo que crece, su desasimiento de la autoridad parental es una de las operaciones más necesarias, pero también más dolorosas del desarrollo.  Es absolutamente necesario que se cumpla, y es lícito suponer que todo hombre devenido normal lo ha llevado a cabo en cierta medida.  Más todavía: el progreso de la sociedad descansa, todo él, en esa oposición entre ambas generaciones.” (Freud, 1909, p.217)

En la actualidad, la exaltación e idealización de lo joven borra las diferencias etarias produciendo una adolescentización generalizada de la sociedad. Este borramiento de las diferencias no favorece el desasimiento de la autoridad parental ni la confrontación generacional. Los jóvenes permanecen cada vez tiempos más prolongados en los hogares parentales. Los adultos (padres, profesores), como figuras de autoridad y responsabilidad se ven cuestionados y sienten una profunda herida narcisista, que tiende a manifestarse en una horizontalización de los vínculos.  

En estas situaciones, ¿cómo se construyen las normas y se ponen límites a los adolescentes? 

Las normas son intrínsecas a la constitución psíquica. La instauración de la Ley de Prohibición del Incesto con la consecuente renuncia a los objetos de amor primarios permite la preservación narcisista y la salida exogámica. El cumplimiento de leyes, la aceptación de normas y la renuncia a ciertos goces inmediatos, posibilita cuidar nuestra vida, así como también respetar y reconocer al otro (semejante).  Pero en la simetría vincular la responsabilidad del adulto con respecto al adolescente se desvanece. 

Carolina (24 años) presenta episodios de ansiedad y conductas impulsivas que la ponen en situaciones de riesgo (consumo de sustancias, desarreglos con la toma de la medicación psiquiátrica, manejo del auto sin estar en condiciones para hacerlo, etc.).  La intensificación de estas situaciones de riesgo y el incumplimiento de pautas (tanto de convivencia en el hogar familiar, en la universidad como en el tratamiento psicológico) lleva a la terapeuta a convocar a sus padres.  Los padres refieren que siempre se ocuparon de ella (le compran todo lo que necesita y pide), que ahora está grande y tiene que madurar, que tiene que hacerse cargo de sus actos, que ellos también tienen problemas y no pueden ocuparse siempre/continuamente de ella, que ellos también tienen derecho a vivir. 

Entonces, ¿quién cuida? ¿quién protege? ¿Quién instala aquellas normas necesarias que implican renuncias en el interior de la cultura y que nos involucran a todos? ¿Cómo respetar y reconocer al otro cuando las normas y los límites no están, se desdibujan o son arbitrarios según el capricho de quien los imparte? 

Carolina se desorganiza, sus representaciones y afectos se deshilvanan, la impulsividad predomina.  La energía libre, imposibilitada de ligarse busca una descarga inmediata que lleva a una compulsión a la repetición y tiende a desestabilizar al yo. Los padres desorientados, centrados en sí mismos narcisísticamente, no asumen lugares de responsabilidad (impartiendo límites y normas), no proveen recursos de ordenamiento ligador ni tampoco sostenimiento afectivo.  Presencia del análisis, promoción de un trabajo psíquico que permita acotar, poner límite, ligar lo que está disperso, desamarrado y sin sentido.

Lo pulsional y las adolescencias

Volvamos a los tiempos de la constitución psíquica. 

  1. Heinrich en su libro Borders de la neurosis plantea que en los tiempos de la constitución psíquica, para que se constituya un sujeto deseante es necesario la renuncia pulsional del goce materno y del propio goce, la elaboración de la separación y la pérdida, y la presencia de un Otro que emita un juicio.  Este juicio implica una convalidación de que hay un niño, un sujeto que dice algo y este Otro intentará leer e interpretar de qué se trata. 

¿Y en la adolescencia? Los adultos en tanto Otros con mayúscula, ¿emitimos juicios hacia los adolescentes? ¿Cómo leemos e interpretamos sus acciones y dichos?

A medida que el principio de realidad se afianza, se renuncia a ciertas satisfacciones pulsionales.  Es importante la presencia de un otro auxiliar que, por un lado, introduzca lo libidinal en lo autoconservativo, y por otro, permita la construcción de diques psíquicos a la satisfacción pulsional irrestricta generando condiciones de ligazón que propicien la tendencia a una descarga regulada. 

¿Cómo pensar la presencia de “un otro auxiliar” en la adolescencia? ¿Cuál sería su función? ¿Qué límites poner? ¿Cómo contener los desbordes? ¿Cómo brindar condiciones de ligazón que propicien una descarga regulada?

Luis (12 años) inicia tratamiento psicológico por presentar conductas impulsivas en la escuela (pegar, empujar sillas y mesas) en situaciones donde es agredido, agreden a un compañero/a o percibe una injusticia (ej.: todo el curso se queda sin recreo a raíz de que sólo un pequeño grupo de alumnos se portó mal).  Impulsividad, desorganización, agresión… energía psíquica que desborda, pulsión desamarrada que busca su descarga en forma inmediata. Desorden interno y externo donde ni el cuerpo ni las palabras del profesor logran limitar y contener.   Es necesario salir de la escena.  Construir espacios (en la escuela, el consultorio) que le permitan a Luis expresarse con palabras (las cuales al principio emergían aisladas y deshilvanadas).  Lentamente estos espacios se consolidan cuando los adultos escuchan, comprenden y alojan su angustia, favoreciendo que Luis vaya entramando vivencias, emociones, palabras y pensamientos.  

Para concluir quiero remarcar la importancia de una asimetría vincular entre adolescentes y adultos, es decir de sostener la diferencia generacional, para la constitución subjetiva en la adolescencia.  Para ello será necesario también:

  • Pausas que den lugar a la reflexión. 
  • Tiempo y espacio para metabolizar/simbolizar los excesos y el malestar. 
  • Límites: no impuestos desde afuera o de un modo autoritario, sino fomentando la construcción de los propios límites. 
  • Promover el diálogo y la conversación respetando las diferencias. 
  • Fomentar “ligazones” a través de la trama del pensamiento, de lazos tiernos, de amor y creatividad. 

Notas al pie

1.11 5158 5499

lauberenbaum@gmail.com

Bibliografía

Bleichmar, S. (2008). Violencia social-Violencia escolar. De la puesta de límites a la construcción de legalidades. Noveduc.

Bleichmar, S. (2004). Límites y excesos del concepto de subjetividad en psicoanálisis. Revista Topía, Nº Año XIV, Nº 40; Bs. As. 

Fischer, I. (2022). Ser niña, niño o adolescente en situaciones de desamparo social. En : De vínculos, subjetividades y malestares contemporáneos. Fischer, I. (comp.). Entreideas.

Freud, S. (1979). La novela familiar de los neuróticos. En : J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras Completas : Sigmund Freud (Vol. 9, pp. 114). Amorrortu (Trabajo original publicado (1909[1908]).

Greco, B. (2025). Tramas y tejidos de confianza en tiempos de infancia. Una clave intergeneracional para pensar “lo común” en tiempos contemporáneos. La Usina del Forum, edición N°8. Recuperado de: https://foruminfancias.com.ar/tramas-y-tejidos-de-confianza-en-tiempos-de-infancia/

Heinrich, H. (1993). Borde(R)S de la neurosis. Homo Sapiens. 

Janin, B. (2022). Subjetividad y agresión. Un malestar cotidiano. En : De vínculos, subjetividades y malestares contemporáneos. Fischer, I. (comp.). Entreideas.

Szyber, G – Wassner, M. (2025). Lo que insiste: conversaciones acerca de la escuela. La Usina del Forum, edición N°8. Recuperado de: https://foruminfancias.com.ar/lo-que-insiste-conversaciones-acerca-de-la-escuela/

Zanotto, A. (2022). De la asimetría generacional a la simetría vincular. De los pa(d)res a los pares. En : De vínculos, subjetividades y malestares contemporáneos. Fischer, I. (comp.). Entreideas.

Acerca del autor

Laura Berenbaum

Laura Berenbaum