Imprimir este artículo La metapsicología y la clínica de lo irrepresentable

 

 

Editorial

 
 

Mesa redonda: La clínica actual: los estados límites

Panelistas: Enrique Ascaso, Luis Hornstein, Ezequiel A. Jaroslavsky

Coordinadora: Paula Marrafini

 

Los Estados Límites (Dossier)

 

 

Revisión Histórica del concepto de Estado Límite

por Ileana Fischer

 

Estados Límites según Jean-Jacques Rassial

por Enrique Ascaso

 

Estructura psicopatológica borderline y neuroplasticidad

por Paula Marrafini

 

 

La pulsión de muerte

por Silvia Bleichmar

 

 

La metapsicología y la clínica de lo irrepresentable

por Martha Vega

 

Tesis de Maestría en Psicoanálisis

 

 

Proyecto de Investigación de Factores de Riesgo Somático y Psíquico y Desarrollo de un Programa de Prevención en Psicosomática

por Alfredo Maladesky

 

Reseñas conceptuales

 

 

El Modelo modular Transformacional

por Bruno Winograd

                      

Homenaje al Profesor Gregorio Klimovsky

 

 

Gregorio Klimovsky

por Vera Neuman

 

 

Entrevista al Profesor Gregorio Klimovsky

por Norberto Szwarc, Vera Neuman, Margarita Pelle, Irma Barenboim

 

Comentarios de textos

 

 

Nuestro lado oscuro

Elisabeth Roudinesco

por Paula Marrafini

 

 

El Vacío Mental

Jaime Lutenberg

por Paula Marrafini

 

por Martha Vega

 

Introducción

El tema que hoy nos convoca: lo irrepresentable, la falta de inscripción, lo no simbolizado apunta a un carácter de lo negativo, de la falta, del vacío representacional, la desinvestidura y bascula entre la pura angustia de los primeros trabajos Freudianos de las Neurosis Actuales y la temática de la pulsión de muerte después del 20 con el concepto de compulsión de repetición como el retorno de lo no ligado desde un más allá del principio del placer.

Las patologías que Freud llamaba Psiconeurosis eran tributarias de la terapia psicoanalítica y se expresaban en el ámbito de la cura enmarcadas en la neurosis de transferencia re-actualizando la neurosis infantil subyacente. Esto permitía su resolución a través del trabajo de elaboración.

Pero es habitual en las últimas décadas, en la posmodernidad, encontrarnos con patologías que no remiten a una neurosis infantil, que tampoco hacen transferencia y que apuntan más a una falta en la estructura del aparato que a un despliegue sintomático florido.

Son patologías que al decir de Green “oscilan entre la ansiedad de separación y las ansiedades de intrusión” y que usan mecanismos primitivos de defensa como la escisión, la desmentida, la desinvestidura, los cortocircuitos al acto o la expresión puramente somática.

Este pasaje al soma se da como una manifestación pura de la cantidad pulsional en forma de afecto no significado, proviniendo de un inconciente escindido en términos de los últimos trabajos freudianos (Freud, 1933, 1937,1938).

Me parece necesario hacer una distinción semántica entre dos términos parecidos, ambos mencionan la representación, lo irrepresentable y lo no-representado. El primero enuncia una condición duradera de imposibilidad obturando la pertinencia de cualquier trabajo analítico. El segundo apunta a la negatividad del proceso representacional ya sea ésta primaria o secundaria por desinvestidura de representaciones anteriormente inscriptas, dándonos la posibilidad de operar sobre estos cuadros intentando un armado representacional simbólico, una ligadura de la cantidad pulsional a un representante psíquico de la misma, invistiendo o reinvistiendo representaciones.

Estas patologías actuales comparten como característica la pura descarga evacuatoria, a veces en el cuerpo mismo, de cantidad pulsional o de “excitación sexual somática, en la terminología freudiana primitiva, sin inscripción ni representaciones en lo psíquico. Entre ellas se cuentan las enfermedades psicosomáticas, los actos impulsivos, algunos estados tóxicos de drogadependencia, y algunos cuadros alucinatorios agudos. Se nos presentan como casos límite que articulamos por sus diferencias con las neurosis, las psicosis y las perversiones. Por esto es que nos obligan a interrogar la metapsicología freudiana que ya sabemos tuvo su origen en el estudio de las neurosis.

La terminología de clínica de lo irrepresentable o lo no representado no es freudiana, es actual, pero trataré de puntualizar en su obra los momentos a los que se les puede remitir.

 

La cuestión de la angustia como afecto y cantidad

En los comienzos de la obra freudiana la noción de conflicto se jugaba entre los intereses yoicos y las representaciones sexuales (primera dualidad pulsional) y era el yo quien instrumentaba las defensas de represión y correspondía a las Psiconeurosis de la clasificación de la época.

Por fuera del conflicto pulsional estaban las Neurosis Actuales: la Neurastenia, la Neurosis de Angustia y la Hipocondría como un componente de esta última. Compartían el hecho de expresar retentivamente en el soma la “tensión sexual somática” sin posibilidad de pasaje al campo representacional de la psique. Se atribuían a prácticas sexuales deficitarias o incompletas en su descarga. Esta condición tóxica, por retención de la libido, generaba el afecto correspondiente a la angustia sin simbolización alguna, expresándose en el cuerpo, el lugar mismo de su fuente, con los concomitantes somáticos respiratorios, circulatorios, vasomotores etc. (Freud 1895)

Esta problemática de cantidad pura, no metabolizada ni trasmutada por su relación con el psiquismo, constituyó el punto de partida para la concepción de la Psicosomática, posteriormente ampliada y elaborada con mayores elementos y precisiones conceptuales. Sobre todo en el campo psicosomático francés con Pierre Marty y De M´Uzan y sus ideas sobre la falta de simbolización y de representación fantasmática del cuerpo. (Alexitimia).Vale recordar la diferencia con los psicosomatistas argentinos de hace unos años que consideraban por el contrario la existencia de fantasías específicas de órgano (Chioza y col. del CIMP).

El concepto de cantidad se vincula directamente en Freud al de trauma en el sentido de grandes montos de excitación ,exteriores o interiores, que no pudiendo ser ligados arrasan los dispositivos protectores,( Freud, El Proyecto, 1895) y dicha imposibilidad se corresponde con un yo con escasa capacidad de inhibir los procesos primarios, por prematuridad e indefensión (hilflosigkeit) lo cual lleva a las defensas masivas precoces y escisiones tempranas que permanecen sin un pasaje posterior a defensas más elaboradas (Freud, Análisis terminable, 1937) Sigue esta línea McDougall (1989) cuando afirma que frente a vivencias altamente traumáticas el psiquismo temprano reacciona con defensas extremas: repudio a la representación y su desafectación lo cual favorece la vulnerabilidad psicosomática o somática.

Como vemos el tema de la pulsión y la representación son centrales para comprender la metapsicología freudiana y todo el edificio psicoanalítico mismo.

La angustia en la metapsicología del 15 sigue vinculada al desprendimiento del quantum de afecto del componente ideacional de la representación por obra de la represión. Quantum de afecto que representa a la pulsión misma en la representación y cuyos tres destinos posibles eran la sofocación, la trasposición a otra representación o la emergencia como angustia. (Freud, “La Represión”, 1915)

El tema de la angustia sufre posteriormente una nueva concepción al postular la segunda teoría en la que la angustia no es consecuencia de la represión sino su causa, entendida como angustia señal. Este apronte angustioso permite una ligadura de la irrupción de cantidad en tanto los sistemas cargados, investidos, tienen la capacidad de ligar la energía libre haciéndola tónica o ligada. Su falta traía neurosis traumáticas y sueños repetitivos en un intento de hallar a posteriori esa ligadura que le fuera en su momento denegada.

Para cerrar el tema de la angustia recordemos que en 1926 plantea otras variantes de la misma en las neurosis de transferencia, más incapacitantes, relacionadas con la amenaza de pérdida del objeto, de pérdida de la percepción del objeto en el niño cuando aún no se instaló la constancia de objeto (Piaget) y la angustia ante el superyo.

”El yo es el genuino almácigo de la angustia” (Freud, 1924) , y la” imagen mnémica de la persona ansiada es objeto de una carga muy intensa y en un principio posiblemente alucinatoria...La angustia surge así como reacción al hecho de advertir la falta del objeto, circunstancia que nos recuerda que el miedo a la castración tiene por contenido la separación de un objeto muy estimado y que la angustia más primitiva, la del nacer surgió con la separación de la madre” (Freud, 1926). También en la Conferencia 32º de 1933 hace otra modificación del origen de la angustia refiriendo que sólo en las represiones tardías la angustia es usada como señal, que: “...Las primeras y más originarias defensas nacen directamente a raíz del encuentro del yo con la exigencia libidinal hipertrófica proveniente de factores traumáticos; ellas crean su angustia como algo nuevo, es verdad que según el arquetipo del nacimiento”. O sea que el espesor conceptual que tiene la angustia en la última parte de su obra difiere en absoluto de la pura cantidad que atribuía a las Neurosis Actuales. Igualmente son estas primeras las que nos interesan para el tema que hoy tratamos.

 

La cuestión de las desinvestiduras representacionales

Preguntémonos entonces ¿cómo se fijó la pulsión a una representación por vez primera? Y en la metapsicología del 15 Freud responde con la Represión Primordial (UR represión): momento mítico de la constitución del vorstellung-repräsentantz consistiendo en “una primera fase de la represión que consiste en que a la agencia representante psíquica de pulsión se le deniega la admisión en lo conciente. Así se establece una fijación, a partir de ese momento la agencia representante en cuestión persiste inmutable y la pulsión sigue ligada a ella” (Freud, 1915) [el subrayado es mío].

Esta primera fijación inaugura los prototipos inconcientes que aseguran la investidura inconciente de cosa. En las psicosis son estas las representaciones que pierden su investidura al intentar el retorno libidinal hacia los objetos del mundo luego de la regresión libidinal. Esta desinvestidura del Inconciente en las psicosis marca para Freud la diferencia con las neurosis en las que lo que se retira es la investidura del preconciente o sea de la representación palabra en el proceso de represión secundaria pero se conserva la investidura inconciente.

En este camino de retorno la investidura fugada de la representación inconciente sobreinviste la representación palabra deshaciendo la distancia simbólica y configurando la “ecuación simbólica” que permite decir al paciente de Bion “pene es una palabra de cuatro letras” (Bion, Volviendo a pensar) y a la paciente de Víctor Tausk hablar en lenguaje de órgano y afirmar “mis ojos están torcidos,...él es un torcedor de ojos, ...ha cambiado mi posición..” a diferencia de una histérica que hubiera presentado un estrabismo (Freud, “Lo Inconciente”,1915).

A partir de 1920 toda regresión implica una defusión instintiva (Freud, 1924) y por ello cualquier desinvestidura pasa a ser tributaria de la pulsión de muerte que desliga, por contraposición a Eros que tiende a hacer enlaces cada vez mayores con los objetos (Freud, 1920).

En la concepción económica y tópica de Freud la dirección del aparato es siempre desde el inconciente hacia la conciencia y la motricidad, yo pienso que las primeras fijaciones (UR REPRESIÖN) de la pulsión a sus representantes-representativos, contrariando la posibilidad de su descarga, han de ser debidas a la acción de la pulsión de muerte que fijaría allí a eros a la manera de la concepción del masoquismo erógeno (Freud, 1924). La fragilidad de esta fijación en la psicosis es lo que permite su desinvestidura posterior a la regresión. Digo esto porque así como la pulsión de muerte es lo que desliga con su tendencia a 0 o al Nirvana, también éste, su carácter “conservador” o de vuelta hacia atrás, serviría para la fijación pulsional, estructurante, en los tempranos momentos del psiquismo, de la pulsión a sus representantes.

Otra referencia cínica del orden de la desinvestidura, en este caso de una realidad displaciente, intolerable para el Yo, es la de la Amencia Alucinatoria Aguda de Maynert, la madre que desmiente la percepción del hijo muerto y rellena el agujero en la trama psíquica con una alucinación placiente, esta proyección delirante implica una falta representacional por desinvestidura de la misma a consecuencia de la desmentida, como defensa hacia la realidad intolerable.

 

La cuestión de la falta de inscripción dentro de las cadenas significantes

A: El concepto de a-posteriori. Ya desde 1895 con el proton-pseudos se menciona el trauma en dos tiempos cuando por efecto retardado de la vivencia de ser tocada en las nalgas en un comercio a los 8 años queda como huella por fuera del encadenado de significación sexual hasta los 12 años en que se conoce su sentido y deviene trauma con desprendimiento de displacer al anudarse con retardo (nachtraglich) aquella primera impresión. Desde allí luego da los síntomas fóbicos.

B: El sueño del Hombre de los Lobos: Durante el sueño de sus cuatro años, Freud nos señala como algo mantenido en el inconciente con el status de huellas mnémicas tempranas, que no se encadenaron en su momento en una representación significativa, hallan la posibilidad de activarse logrando entonces recién la inscripción adecuada. Dice Freud que fue la angustia de castración durante el sueño el motor de la mudanza de afecto: “lo que esa noche se activó del caos de las huellas de impresiones inconcientes fue la imagen de un coito entre los padres...” (Freud, Historia de una Neurosis Infantil, 1914) [La negrita es mía].

Recogió la percepción que conservó de manera fiel en su inconciente y elaboró con posterioridad las impresiones recibidas al año y medio, que en aquel momento originaron en el infante una descarga masiva somática por exceso de incremento tensional traumático: una defecación y gritos y llanto. No entró por ello en el libre comercio representacional por haberse dado en momentos tempranos preverbales y la imposibilidad de comprender la falta del pene materno. Durante el sueño de los lobos a los 4 años adquiere significación lo cual origina la represión de la pulsión homosexual que es enviada al inconciente.

Interesante es plantearse a qué se refiere Freud al decir “el caos de las huellas de impresiones inconcientes “en el sentido de preguntarse dónde orbitan estas experiencias tempranas sin ligadura a las cadenas de significación y él parece incluirlas en los aspectos libremente móviles del Inc (no ligadas) en términos de la Primera Tópica, y siguiendo esta línea seguramente en términos de la Segunda Tópica irían a parar al ello (en tanto representa el inconciente de la primera), como partes no reprimidas, en contacto en el interior del aparato con las tres instancias, (dibujo que hace Freud en El Yo y el Ello y la Conferencia 31.)

Cito:”Nos aproximamos al Ello con comparaciones, lo llamamos un caos, una caldera llena de excitaciones borboteantes. Imaginamos que su extremo está abierto a lo somático, allí acoge dentro de si las necesidades pulsionales que en él hallan su expresión psíquica pero no podemos decir en qué sustrato.”(Freud 1933)

 

La cuestión de la falta de inscripción en el aparato de una representación significante, Verwerfung, forclusión o repudio.

1. En el Historial del Hombre de los Lobos Freud señala la existencia de tres corrientes existentes en el aparato “codo a codo” sin estorbarse mutuamente (es claro que está hablando de una triple escisión, ya retomaremos este tópico).

Una de ellas tomaba en cuenta la castración y reprimía el deseo homosexual hacia su padre para salvar su pene, otra que aún ,castración por medio ,aceptaba la posición pasiva al padre y una tercera más original, más antigua que no había dado entrada alguna a la temática de la castración. Esta expulsión radical de una representación es llamada por Freud verwerfung o forclusión y por Lacan repudio.

Nos interesa esta defensa ya que de ella se deriva el episodio alucinatorio del dedo cortado, alucinación negativa del pequeño, a los 5 años, jugando con una navaja en un árbol cree haberse cortado su dedo totalmente. Esta alucinación sin objeto es el reconocimiento de la castración en el campo de lo real del dedo no cortado.

2. En el Historial de Schreber (Freud 1911) destaca la desinvestidura objetal , del mundo exterior y sus objetos del entorno y con ese retiro de libido e interés se producen también alteraciones en su Yo y nos dice” ..con el retiro de la investidura libidinal que hasta entonces había dirigido, todo se ha vuelto indiferente y sin envolvimiento para él...” El proceso de restablecimiento, que sí es ruidoso, trata de reconducir la investidura hacia donde fuera retirada en el tiempo anterior, mudo.

En la paranoia se cumple por el camino de la proyección y Freud dice: “No era correcto decir que la sensación interiormente sofocada es proyectada hacia el afuera, más bien inteligimos que lo cancelado adentro retorna desde el afuera,”

Lo que aquí llamaba proyección de lo sofocado adentro corresponde al repudio o forclusión (que retoma luego Lacan en su teoría para decir “retorna desde lo real”), y originaba los delirios de Dios y del doctor Fleshing buscándolo como pareja para generar hijos, El significante paterno había sido rechazado del orden de lo simbólico retornando, desde afuera dice Freud, desde lo real dice Lacan.

 

La cuestión del más allá del principio del placer

La introducción de la segunda dualidad pulsional, pulsiones de vida y pulsión de muerte resultó grávida de consecuencias dentro de la obra y por supuesto en sus seguidores entre los cuales la teoría Kleiniana ha cobrado capital relevancia en el psicoanálisis postfreudiano.

El concepto de compulsión repetitiva aparece como modo de intento de ligadura y de inscripción representacional de aspectos, que por diversas circunstancias, han quedado fuera de su integración al funcionamiento del aparato por dentro del principio del placer.

Llegan de ese más allá los sueños traumáticos intentando suplir el componente angustioso que faltó en el momento del trauma, la reacción terapéutica negativa con el sentimiento inconciente de culpa anudado tal vez ,para Freud a ”una muy antigua identificación” que de ser en la clínica detectada podría resolver la tendencia a persistir en la enfermedad. La repetición en el juego del carretel a través del cual el niño intenta simbolizar la ausencia materna y genera el inicio de las representaciones preconscientes de palabra, ligadura origen del lenguaje: fort-da, en el lugar de la falta del objeto y el dominio de la misma. Las neurosis de destino se exteriorizan en situaciones de idénticas repeticiones displacenteras comandadas desde oscuras fuerzas desde fuera del circuito del principio del placer. Lo que se busca sin saber y se encuentra sin querer.

Si bien ambas pulsiones tiene un carácter conservador, de tendencia repetitiva, Eros liga mientras Tánatos desliga, por ello las circunstancias que mencionamos quedan tributarias de la pulsión de muerte ,conservadora de la tendencia a 0, lo Nirvánico, que ya desde el Proyecto fuera dada como el principio de inercia neuronal tendencia a liberarse de la totalidad de la carga, principio que es modificado (ahora por Eros) constituyendo el de constancia u homeostasis con una conservación tolerada de la energía necesaria ,dentro del aparato , para representar.

 

La cuestión de las escisiones

Freud advierte que tal vez todo desarrollo del yo se haga en base a escisiones, y que la servidumbre del Yo a tres amos lo obliga a deformarse tratando de encontrar transacciones a esta “obediencia”. (Freud, 1937) las locuras comunes de los hombres. Hay ciertos mecanismos defensivos en la infancia que son normales para tratar percepciones amenazantes al narcisismo del niño como la visión del genital femenino y la posibilidad de la castración, que se tramitan desmintiendo la significación de la percepción, (no la percepción misma) (Freud, 1937) y que de hacerse duraderos en el adulto llevan, por ejemplo, a la construcción del fetiche (Freud, 1927). Ante la desmentida de la percepción traumática se traslada el valor del pene a otra percepción anterior a la visión de la falta. Coexisten las dos corrientes y como esta patología no gobierna de manera exclusiva la elección de objeto, deja espacio para una condición de mayor o menor normalidad sexual. Nunca logran desasir totalmente al Yo de la realidad por lo que no son psicosis.

Dice en el Esquema:

”...Probablemente tenemos derecho a considerar con universal validez que lo sobrevenido en tales casos es una escisión psíquica. Se forman dos posturas psíquicas en vez de una postura única: la que tiene en cuenta la realidad objetiva, la normal, y otra que bajo el influjo de lo pulsional desase al Yo de la realidad. Las dos coexisten una junto a otra. El desenlace depende de las magnitudes relativas de ambas.” (Freud, 1938, parte III)

También es ejemplo de escisión en la clínica freudiana el “doble preconciente” que le atribuye al Hombre de las Ratas cuando éste sabiendo de la muerte de su padre años atrás por una parte, llega a la consulta diciéndole a Freud del temor que muera su padre si él se masturba frente al espejo. En los Records de Freud de este historial nos dice que recién en la tercera o cuarta sesión se entera que el padre murió...

El tema de la escisión (Freud, 1937/1938) requiere un estudio en mayor profundidad que tengo entendido será abordado en la próxima reunión científica pero valgan los dos casos enunciados anteriormente para ilustrar unas posibles manifestaciones clínicas de esta patología.

A diferencia del proceso represivo que separa de lo conciente la representación a ser reprimida y por lo tanto opera en el sentido horizontal del aparato de la 1º Tópica enviando el material al Inconciente, la escisión trabaja a la manera del splitting Kleiniano separando porciones del aparato como la triple escisión del H de los Lobos en un sentido vertical, coexistentes con distintos modos de procesamiento en ellos de la fantasmática o de la carencia de la misma.

Acotando el concepto de escisión como algo irreductible o totalizador afirma Green en De Locuras Privadas:

“En ninguna parte existe una escisión completa, ni dentro de las pulsiones, ni entre cuerpo y alma ni en el interior del Yo y sus interrelaciones con el Ello, Superyo y Realidad. En consecuencia tenemos que considerar lo fronterizo como una frontera móvil y fluctuante tanto en la normalidad como en la afección grave y como el concepto fundamental en psicoanálisis que no se puede comprender en términos de representaciones sino que se tiene que concebir en función de procesos de transformación de energía y simbolización (fuerza y sentido).” (Green, 1990).

 

Comentarios finales

He recortado las principales cuestiones de la obra freudiana pasibles de articulación metapsicológica con las patologías que hoy tratamos y mencionamos como lo no representable o la clínica de lo negativo o lo irrepresentable.

Destaco la importancia derivada de la concepción de cantidad somática acumulada sin traslado a representación psíquica a la que se atribuían las Neurosis Actuales, en función de la importancia de la comprensión psicosomática actual basada en ella.

También los funcionamientos psicóticos basados en mecanismos de forclusión los incluyo en las desinvestiduras o faltas de representación que importan en la clínica.

La temática de las escisiones no la traté en extensión ya que por su importancia en la última concepción Freudiana del aparato será vista en exclusividad en la próxima reunión.

Me extendí sobre la cuestión de la angustia por el hecho de ser considerada como un afecto y por lo tanto un proceso de descarga o de desinvestidura y de expresión disociada de la representación, descualificado, y por haber variado significativamente su status conceptual a lo largo de la obra.

A los fines de esta temática de hoy, creo que los pasajes de Neurosis de Angustia y la metapsicología del 15, es como mejor ligan la angustia con el tema de la pulsión como quantum de afecto y su articulación o no, con el componente ideacional de la representación.

¿Dónde vemos nosotros generalmente en la clínica estas manifestaciones de la falta de representación?

Se nos aparecen en:

1. el cuerpo no simbolizado en como alteración somática,

2. en los pasajes al acto como el cortocircuito de la pulsión saltando por sobre la representación preconciente fallida que sería su posibilidad de ligadura a la palabra y los procesos de pensamiento,

3. en los delirios retornan las representaciones expulsadas o forcluidas, ellas mismas o a veces el relleno fantasioso de los agujeros en la trama como en la amencia de Maynert.

4. en la reacción terapéutica negativa con su alto componente de irreductibilidad y la compulsión de repetición como resistencia del Ello.

5. en la contratransferencia, donde se nos expresa, muchas veces como contratransferencia somática, en sensaciones, afectos, o fantasías que nos orientan en el trabajo de reconstrucción de lo no representado en el paciente.

 

El tratamiento de estos pacientes transita por un camino distinto al de la neurosis ya que en lugar del desandado del camino desde el síntoma al inconciente reprimido se nos plantea el difícil desafío de lograr algo del armado representacional faltante o la posibilidad de ligar aspectos escindidos del aparato que no han encontrado lugar en una historicidad y en una fantasmática por la incapacidad del aparato de metabolizar especialmente los traumas tempranos preverbales que le han excedido

 

Bibliografía

Avenburg, R.: Psicoanálisis, perspectivas teóricas y clínicas, Buenos Aires, Publikar, 1998.

Bion, W.: Volviendo a pensar, Paidos 1963

Green, A.: La Metapsicología revisitada, Buenos Aires, Eudeba 1996.

Green, A.: De locuras privadas, Buenos Aires, Amorrortu, 1990.

Freud, S. (1895): “Sobre la justificación de separar de la neurastenia”, A E, III.

Freud, S. (1895): Proyecto de psicología, A E, I.

Freud, S. (1911): “Puntualizaciones sobre un caso de paranoia”, AE, XII.

Freud, S.: Records del Historial del H de las Ratas.

Freud, S. Historial del H de los Lobos.

Freud, S. (1915): “Lo inconciente”, AE, XIV.

Freud, S. (1915): Pulsiones y destinos de pulsión, AE, XIV.

Freud, S. (1915): “La represión”, AE, XIV.

Freud, S. (1920): Más allá del principio del placer, AE, XVIII.

Freud, S. (1924): El yo y el Ello, AE, XIX.

Freud, S. (1926): Inhibición, sintoma y angustia, AE, XX.

Freud, S. (1927): “Fetichismo”, AE, XX.

Freud, S. (1933): “Conferencias 31 y 32”, AE, XXII.

Freud, S. (1937): “La escisión del yo en el proceso defensivo”, AE

Freud, S. (1937): Análisis terminable, AE, XXIII.

Freud, S. (1938): “Esquema de psicoanálisis”, AE XXIII.

Piaget, J.: La formación del símbolo en el niño, Buenos Aires, Eudeba, 1973.

 

 

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