NÚMERO 28 | Octubre 2023

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Aun, Gerónima | Liliana Diament

Compartimos las palabras del co – guionista del largometraje “Gerónima” y la reflexión presentada por Lili Diament en la mesa de Psicoanalistas dialogando con las artes, del 11 de Julio de 2023, titulada Salud Mental y pueblos originarios.

Aun, Gerónima*

por Carlos Paola

 

Hacía ya dos años que Raúl Tosso y yo habíamos egresado de la Escuela de Cine de Avellaneda cuando mi amiga, Ana Malamud, nos alcanzó la historia de Gerónima Sande.

Se trataba de un artículo escrito por Jorge Pellegrini, publicado en la Revista “El Porteño” a principios del ’82.

El autor era un médico psiquiatra del Hospital de General Roca que había atendido a Gerónima en el año ’76, en ocasión de su primera internación.

El eje de dicho artículo estaba sostenido en la trascripción de una entrevista que el mismo Pellegrini mantuviera con Gerónima.

Gerónima Sande era una mujer mapuche que, por iniciativa de unos agentes sanitarios, fue internada junto a sus cuatro hijos en el Hospital de General Roca, por un presunto estado de desnutrición del grupo familiar.

Así, arrancada de su rancho en Trapalco, Departamento del Cuy, sufrió los efectos del hospitalismo y la transculturación.

¿Cómo los saco a los chicos de acá? – preguntaba con insistencia.

Luego del episodio en que agrediera a su hijo menor, el informe médico dictaminó “grave estado psicótico”.

A continuación, el hospital decide la externación de Gerónima y sus cuatro hijos, llevándolos de vuelta a Trapalco.

Pero no había retorno.

Sus cuatro hijos habían contraído la “tos convulsa”, producto de una infección intrahospitalaria.

Dos de ellos murieron por asfixia como consecuencia de la aspiración de un vómito.

Cuando el grupo familiar fue reingresado al Hospital de General Roca, Gerónima resistió con furia la entrega del cuerpo, ya sin vida, de su hijo menor, que sostenía entre sus brazos.

Poco tiempo después del reingreso, Gerónima murió.

En el Hospital, la causa de su muerte no fue diagnosticada.

Alguien dijo: La pobre, no tuvo defensas.

La decisión fue inmediata: en plena guerra de Malvinas, director y coguionista, viajamos a General Roca.

Allí nos contactamos con el Doctor Pellegrini y con la actriz mapuche Luisa Calcumil.

Escuchamos conmovidos la voz de Gerónima en la grabación de esa entrevista transcripta en el artículo, y nos estremeció la tos de esos chicos preanunciando el trágico final.

Recorrimos Trapalco en el Departamento de El Cuy.

Fotografiamos el desierto y los pasillos del Hospital de General Roca.

Pero por sobre todas las cosas, intentamos conectarnos con la subjetividad de los mapuches.

En el avión de regreso comenzamos a escribir.

El interés que nos despertaba esta historia nos hacía olvidar de nuestro miedo de volar a pocos días del hundimiento del crucero “General Belgrano”, atacado por un submarino británico en aguas muy lejanas al área de exclusión del conflicto bélico.

Así, comenzaron a surgir las primeras escenas del film.

A ocho mil metros de altura, decidíamos que el hilo narrativo sería la entrevista, de la cual nos traíamos una copia en un cassette.

En principio el proyecto de Raúl Tosso era la realización de un cortometraje, pero ya no en súper ocho como estábamos acostumbrados en la Escuela de Cine, sino en dieciséis milímetros que era considerado un “paso” profesional.

Y de la mano de Luisa Calcumil fuimos investigando la historia de Gerónima y aprendiendo los detalles cotidianos de la comunidad.

“Mapu” quiere decir tierra y “che” significa gente.

Paradójicamente esta gente se fue quedando sin tierra.

La mal llamada colonización de América, implicó no sólo la apropiación de un extenso territorio poblado, sino también el genocidio de cincuenta millones de aborígenes americanos.

La resistencia de los mapuches a la invasión fue aguerrida y se sostuvo por más de tres siglos.

Fueron vencidos recién en 1880 por las tropas de Julio Argentino Roca.

Y obviamente, el genocidio para la apropiación de territorio fue también el móvil de la Campaña del Desierto.

Hoy la población sobreviviente, como tantas otras comunidades originarias, permanece confinada a la tierra árida, a la “villa miseria”, a la reservación.

Y General Roca sigue siendo una de las ciudades más importantes del desierto.

De algún modo, Raúl y yo sabíamos que el poder dominante hace uso de la ficción de lo monstruoso (que está en la base de nuestra subjetividad) para manipular la opinión pública y justificar las atrocidades derivadas de su pulsión de dominio.

En contrapartida, nosotros aspirábamos a ficcionar la verdad que portaba esta tan conmovedora historia, para así denunciar una segregación que se había efectuado por partida doble: la supuesta locura y el origen cultural.

Oímos decir en Trapalco que, a Gerónima se la habían llevado al hospital, porque había algún “winca” terrateniente de la zona que quería aprovechar su ausencia para apropiarse de su campo.

Rápido se comprende por qué esa voz mapuche significa, tanto hombre blanco, como asesino.

¿Hace mucho frío en Trapalco?

Los chicos tosen.

¿El campo de Ustedes lo tienen alambrado?

Los chicos siguen tosiendo.

¿Por qué a veces comen todos los días y a veces no?

Los chicos vuelven a toser.

¿Hay algún dios por allá?

El “winca” no sólo tiene matanza y sojuzgamiento en su haber. También se dedica a estudiar con interés antropológico.

Nosotros, no queríamos eso.

Precisamente, en un artículo de la revista “Sudaca”, el analista cinematográfico Luis Franc decía que “Gerónima” había introducido una novedad con respecto al tratamiento clásico de la problemática indígena en el cine[1].

Y esta novedad consistía en un cambio en el punto de vista, ya que era la mirada de la mujer mapuche la que conducía el film.

Recuerdo que Raúl y yo nos preguntábamos por qué esa mujer, amorosa en el trato con sus hijos, había agredido al menor de ellos en ese episodio que el Hospital diagnosticó como brote psicótico.

¿Era el modo de sacarlos de allí?

Nosotros no sabíamos nada sobre psicosis. Pero, claro está, teníamos nuestras representaciones.

Decantaron, entonces, las puertas vaivén y el chaleco de fuerza.

En el ’83, el proyectado “corto” quedó convertido en un mediometraje.

Y cuando lo exhibimos en General Roca, el encuentro fue realmente conmovedor.

La gente de la comunidad mapuche dijo que era la primera vez que en la pantalla se la trataba con respeto.

Nuestra forma de contar la historia había generado confianza.

La puerta estaba abierta, y por ella muchas personas allegadas a Gerónima se acercaron espontáneamente a traernos nuevos relatos de esta mujer, ya convertida en heroína.

Raúl Tosso leyó que lo hecho hasta entonces con el mediometraje era sólo una etapa de investigación de esta historia.

Y quiso ir por más.

Y, mientras revolvía cielo y tierra para conseguir créditos, subsidios y auspicios, me convocó nuevamente.

Así, a la vuelta de la democracia, nos encontramos en el vértigo de escribir el guión del largometraje, en donde incluiríamos muchas escenas ya filmadas en la etapa anterior.

La rigurosidad que fue cobrando la reconstrucción de la historia, gracias al aporte de la comunidad, nos hizo replantear, también, el episodio de la agresión al hijo y el modo elegido de narrarlo.

Pero de dicho episodio casi no teníamos datos.

Ni los médicos del hospital ni la comunidad nos pudieron proporcionar relatos nuevos.

Nosotros estábamos llenos de preguntas.

¿Se trataba de una locura desatada por la transculturación?

¿Estábamos ante una respuesta propia de su cultura, similar a la de los Onas quienes, ante el sojuzgamiento del hombre blanco, decidieron no tener descendencia y extinguirse?

Y aún, en el modo de contarlo: ¿resultaba verosímil que el chaleco de fuerza hubiera sido quitado en el momento de dejarla en su rancho?

Finalmente, se precipitó la respuesta.

No íbamos detrás de una nosología psiquiátrica.

Y nuestras preguntas, más que contestarlas, queríamos transmitirlas.

Si tratábamos de contar una historia, en la cual el poder médico había hecho estragos, para después abandonar, cuando el daño era irreparable, ¿qué importaba lo verosímil del chaleco, si éste podía transmitir la opresión de “las buenas intenciones” que había padecido esta mujer mapuche?

Así nos autorizamos.

Y nuestras propias representaciones fueron, entonces, el recurso narrativo elegido.

Cuando la película “Gerónima” fue estrenada en el ’86, Raúl Tosso inauguraba su carrera como director de cine.

Luisa Calcumil, consolidaba su trabajo en la comunidad mapuche.

Y yo, tomaba la decisión de dedicarme al psicoanálisis.

Reflexión de Lili Diament

Volviendo a mirar la película Gerónima muchos años después, empiezo a sentir malestar, distinto de lo que me pasó la primera vez, que fue una enorme conmoción, pero me generó mucho interés, ahora hay momentos en que me cuesta seguirla y pienso “Es obscena”

¿Por qué esta palabra? siempre la consideré una película muy fuerte, que toma una situación real, pero ficcionada, dificilísima de transmitir, ¿pero obscena?  Y me doy cuenta que lo que pasa es que la película no vela nada.

Entre el tiempo que pasó desde la filmación hasta la actualidad, se convirtió (o siempre lo fue) en un documental del padecimiento de los pueblos originarios de nuestro país, a quienes, hasta hoy, diversos poderes quieren dejar fuera de escena.

Pasaron muchas cosas en la Argentina y el mundo desde el estreno de la película, pero lo que vemos que vive y sufre Gerónima, hoy se multiplica por…. No sé cuánto decir…y esa discriminación, iatrogenia y abusos de poderes, que llevan a las muertes, no paran de repetirse, Santiago Maldonado entre muchos otros, hasta lo que pasa en estos momentos en Jujuy.

Freud ya nos advierte que la agresividad, vestida de violencia, indiferencia, maltrato, con ropajes cada vez más sofisticados, es inherente a la condición humana, pero no propone no hacer nada con ello, y en este caso Gerónima como producto cinematográfico hace lo suyo.

 Quiero aclarar que de ninguna manera pienso en este material como un caso clínico sino como una oportunidad para pensar y compartir algunas cosas, ya que para hablar de psicoanálisis deberíamos hablar de deseo, inconsciente, transferencia, ética, solo por poner algún concepto, con los que podríamos hacer psicoanálisis aplicado con la película.

 Pero yo creo que el psicoanálisis también es una manera de mirar-estar en el mundo y prefiero que las preguntas que nos planteemos nos ayuden a seguir pensando en lo posible para trabajar con estos temas

Tanto Carlos como Raúl Tosso, el director, lograron mostrar movimientos Primero, vemos a una mujer fuerte, que fue maltratada por su marido, pero que junto a sus hijos fueron unos de los pocos que sobrevivieron a la nevazón; que es pobre pero no mendiga; que acepta sumisamente lo que le pagan y se mal-arregla; cariñosa con sus hijos y los hijos con ella; que se cuidan mucho entre ellos; pero lo que la define para los otros, es su ser mapuche.

Segundo, el movimiento del poder, alguien decide que están desnutridos y sin preguntas y con mínimas explicaciones los sacan de su rancho-casa, para llevarlos al hospital para “curarlos”. Parece un secuestro… y de la misma manera los “devuelven” al rancho desde el hospital, todo deshumanizado.

En la película, en la escena de las entrevistas con el psiquiatra, escuchamos la voz de la Gerónima real, se la escucha colaboradora frente a la curiosidad del profesional que se interesa mucho sobre la cultura mapuche, si tienen uno o muchos dioses, que comen, etc… pero nada sobre su padecimiento, ni subjetividad, mucho menos sobre historizar algo de su propia vida para intentar entender, desde allí y si se puede, si hay alguna otra manera de ayudarla

Tengo que remarcar aquí que Gerónima jamás pidió nada, solo que la dejen estar con sus hijos, no pidió que los lleven al hospital, ni que los pongan en ¿tratamiento?  y mucho menos hablar de su vida con ningún psiquiatra.

Es este abuso de poder lo que entre otras cosas la pone en una situación de restricción de autonomía y libertad, y que, si bien la sostiene en una situación de desamparo, ella, con alguna herramienta que todavía conserva, intenta resolver situaciones intimas, como por ejemplo hacer sus necesidades como es su costumbre y no “ir al baño”, dormir en el piso como en su casa y para seguir con su manera de vivir en un lugar que le es tan ajeno y poco amable.

Pero esto no le alcanza para defenderse de la violencia del poder médico y social Wuinca.

Evidentemente el poder se impone, por eso me llamó la atención, el personaje de la enfermera, cuando luego de tratar infructuosamente de convencerla de que sus hijos están bien, se le acerca y amablemente la invita a tomar juntas un té, un gesto empático dentro de tanta desubjetivización.

Otro momento importante es la escena donde Gerónima comienza a pegar a su hijito, es una escena muy dolorosa. Nadie sabe por qué le pega, qué es lo que le sucedió, pero cuando falta la palabra….

¿Qué pasó? ¿Venía pidiendo estar con sus hijos y de repente empieza a pegarles?  Inmediatamente aparece un diagnóstico y una decisión que, si bien resuelve la emergencia, atándola y medicándola no da más que datos: se volvió loca, tiene alucinaciones, es psicótica. Es posible, pero nunca lo sabremos, como tampoco sabemos que significaba para ella estar sin sus hijos en un lugar extraño.

Como vimos en la película todo termina muy mal para Gerónima y su familia y lo mismo pasa hasta hoy en la vida real, con los pueblos originarios, y no solamente, por eso me gustaría terminar con aquello que sí se pudo cambiar;

– desde hace tiempo podemos ver cine con la temática de pueblos originarios, tratados dignamente

– tenemos ley de salud mental y la oportunidad de discutir el tema en esta mesa y otros tantos lugares

-algunas cosas cambiaron para los pueblos originarios y muchas otras no, pero salen a la luz

– Carlos decidió algo en su vida personal y profesional

– Luisa Calcumil la actriz de la película también, ya que a partir de la misma se convirtió en una vocero y militante de la problemática mapuche.

La película Gerónima hizo lo suyo

 

Notas al pie

*    Artículo ya publicado en mi libro “Freud literario (entre la imposibilidad y la ficción)”, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2020.

[1]    Franc, Luis, Aspectos de la temática indígena en la filmografía actual (2ª Parte), Revista Sudaca, una alternativa de cultura nacional, Año 9, Nº 21 (Redacción: D. Bianchi, E. Busacca, P. Margulies), Buenos Aires, 1999, pag. 29.

Acerca del autor

Liliana Diament

Liliana Diament

Carlos Paola

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