Al comenzar mi presentación me detuve en mi deseo de recordar el comienzo de la investigación en adopción que surge en los años de la iniciación de mi carrera profesional.
En el año 1980, presenté un trabajo en el IV Congreso Argentino de Psicología: “El mito de lo hereditario en un caso de adopción” en Rosario. La hipótesis fue demostrar, a través del tratamiento de una madre adoptante, la necesidad de que una de las series complementarias de Freud, lo hereditario, deba cumplirse indefectiblemente en su hija adoptiva como una manera de mantener un mito generacional y así librarse de sentir el profundo dolor que le provoca su esterilidad.
Al regresar a Buenos Aires me encuentro con mi familia en Retiro; era el día de la madre: mis dos hijos me entregaron una tarjeta a modo de relación con el título del trabajo: “El mito de lo hereditario en dos casos de procreación”, como respuesta personalizada y creativa de la situación familiar.
Es decir, que tanto los hijos biológicos como los adoptivos se conformarán a partir de lo que transcurra entre los padres y el hijo, más allá de que haya sido o no engendrado por éstos.
Desde aquí y, vertiginosamente, han ocurrido tantos cambios científicos y tecnológicos que los terapeutas y la comunidad en general han tenido que realizar una tarea específica para la aceptación de las nuevas formas de parentalidad.
Es decir, que el atravesamiento social en la subjetividad en diversas épocas y culturas ha dado cierta caracterización a la resolución de la trascendencia en la progenie. Tal como se cita históricamente en la Biblia, a Abraham cuya esposa Sara era estéril y el caso de Raquel y Jacob. Actualmente y desde 1978, fecha del nacimiento de Amandine, primer bebé de probeta francés, los nacimientos con Técnicas de Reproducción Asistida se han multiplicado. La oferta ha aumentado a partir de la demanda y se ha desarrollado científicamente de manera sofisticada.
Tal vez en esta búsqueda permanente de solucionar esta problemática de la imposibilidad de procrear es importante la consideración y análisis del deseo de hijo que los pacientes y los profesionales poseen. Cuando se habla de deseo de hijo se abren dos cuestiones que plantean preguntas éticas desde un punto de vista práctico: la obstinación o furor procreativo y el ocultamiento de la sexualidad.
El significado simbólico del deseo de hijo está íntimamente relacionado con la historia personal de los que lo desean, otorgándole singularidad a este deseo en un determinado contexto sociocultural, económico.
Considero que el paradigma de la parentalidad se ha ido modificando. Comenzó con la adopción, con la idea que de eso no se habla para homologarla a un hijo biológico, hasta la actualidad que con la evolución de la ciencia se apela a las nuevas técnicas de reproducción como modelo. Freud escribió en El malestar en la cultura, 1930: “Con ayuda de todas sus herramientas, el hombre perfecciona sus órganos -motrices y sensoriales – o remueve los límites de su operación”. El hombre se ha convertido en una suerte de ser omnisciente cuando apela a soluciones auxiliares, pero éstas no se integran siempre en él. Continúa Freud: “Las épocas futuras traerán consigo nuevo progresos en el ámbito de la cultura, acaso de magnitud inimaginable, y no harán sino aumentar la semejanza con un D´s… el ser de nuestros días no se siente feliz en su semejanza con él”.
Asistimos a un cambio de paradigma respecto de la conformación de las familias.
Desde el consultorio y nuestras vivencias, sabíamos que estos cambios estaban dados de hecho, no legalizados, y no eran tan visibles como lo son hoy.
Se ha logrado, a partir de las nuevas técnicas, superar el escollo que la dificultad en la procreación produce y utilizar este recurso en el que las cuestiones de la privacidad del engendramiento se pierden.
Hoy surgen nuevos paradigmas. Es decir, que no sólo contamos con las Nuevas Técnicas de Reproducción Asistida, sino también con la legalización del matrimonio igualitario, probablemente la inclusión del vientre subrogado, con lo que algo de nuestros conceptos tienen que ser removidos para poder trabajar con nuestros prejuicios que sólo nos permitían concebir una familia constituida por padre, madre e hijo.
Una de las tareas necesarias para los terapeutas es la decodificación de nuestros prejuicios y sentimientos para aceptar que otro tipo de familias existen, que son emocionalmente efectivas como las tradicionales. Dependerá del grado de libertad que nos podamos otorgar a nosotros mismos para otorgarle al otro el respeto de su elección independiente.
La revisión de los sentimientos que las nuevas conformaciones familiares evoca en nosotros, los profesionales (contratransferencia), permitirá la posibilidad de desprenderse de la presión social que incide en las propias historias personales con su novela familiar.
Nos preguntamos qué aspectos tendremos que considerar respecto de lo que llamamos “Adopción homoparental”.
1) Uno de los aspectos a considerar en la homoparentalidad es la ética del analista que se despliega en su singularidad, en su deseo que no puede ser otro que develar el deseo inconsciente del paciente.
Es legal y aceptado que una sola persona pueda ejercer la función padre/madre y lo que intentaremos es reflexionar sobre las familias con dos madres o con dos padres.
Podemos pensar en distintos aspectos de la parentalidad genéricamente como funciones estructurantes del aparato psíquico de un niño. Lo vivencial será con los padres que ejercen esta función y los otros atributos necesarios debieran ser tomados en cuenta para los padres en una crianza saludable.
Habrá cuestiones a dilucidar con las herramientas que poseemos y otras que deberemos procesar en la clínica para teorizar, porque si no lo que se intenta es aplicar una teoría a un caso particular y no adecuar nuestros saberes a lo que estamos escuchando de ese sujeto individual. Hay que generar teoría frente a lo novedoso. En ese sentido, lo importante es considerar que en realidad cada situación es particular y singular, por lo tanto, consideraremos caso por caso.
Toda cría humana necesita de las funciones estructurantes como padre/madre; veremos de qué manera nos despegamos de lo puramente biológico para poder pensar estas situaciones individuales sabiendo que toda criatura para desarrollarse sano necesita, ante todo, saberse amado.
2) Otro elemento importantísimo será qué decirles a los hijos nacidos de fecundación asistida en una pareja heterosexual u homosexual. En este sentido, la verdad no puede ser abordada desde una concepción de unicidad; la verdad es un complejo proceso de construcción que se va dimensionando en tiempo y espacio en los que la relación vincular entre los padres y el hijo se estructura. Los interrogantes y enigmas son propios de todo sujeto, pero sin duda los padres ayudan como sostén y apoyo para simbolizar aquello imposible de simbolizar en el comienzo mismo de la vida.
En ciertas situaciones, cuando algo queda sin palabras pasa a ser enigmático e incomprensible. Los padres colaboran en la simbolización de esta situación en el vínculo con sus hijos; serán el sostén para la búsqueda de la verdad singular.
Siguiendo las ideas de Freud: “para recordar tiene que haber inscripción en el aparato psíquico, algo se inscribió en las huellas mnémicas que tiene acceso a la cualidad consciencia”. En Análisis terminable e interminable (Freud, 1937) hace referencia a: “…hemos penetrado a través de los estratos psicológicos y hemos llegado a la roca viva, y por lo tanto nuestras actividades han llegado a su fin. Esto es probablemente verdad, puesto que para el campo psíquico el territorio biológico desempeña en realidad la parte de roca viva subyacente”. Podemos pensar que los niños que se desarrollan en un vínculo familiar, en el que la verdad (no el sincericidio) es lo que los caracteriza, pueden recibir los recursos necesarios para salir fortalecidos para enfrentar la vida.
Así como dice Silvia Bleichmar (1993): “Algunas huellas verán imposibilitadas su retranscripción; otras serán reinscriptas… Habrá entonces huellas recuperables en análisis y otras cercables “reconstruibles” a partir de los relatos del semejante… de todos modos, lo que importará “a futuro” es su activación, su investimiento o desinvestimiento para que devengan patológicas… Su capacidad de ser desinvestidas o reinvestidas, su actualidad o emergencia como bloque errático: compulsión a la búsqueda de ciertos olores, de ciertas sensaciones táctiles…”.
3) Otro aspecto a considerar es la noción de trauma. He observado en la clínica que en algunas situaciones cuando un acontecimiento deviene traumático es por la significación que hacen los padres del diferente modo de nacimiento. Esto incide en el niño que también lo vivirá de manera traumática. Desde nuestra perspectiva, consideramos que el deseo inconsciente es el motor para acceder a la maternidad-paternidad y trascender en la vida, luego de la renuncia de engendrar un hijo. Al adulto no le corresponde resolver los enigmas de sus hijos, pero sí que puedan ser sostén sin ahogarlos con su saber. En la homoparentalidad habrá situaciones a construir tanto por la pareja como por el hijo. Esta construcción tendrá como conjunción los múltiples elementos que inciden, como ser: los mitos respecto de la parentalidad, el imaginario social, la familia, y los profesionales que asesoran. El hijo construirá su propio saber, el que le falta.
Por la convención social que establecen las normas jurídicas que reglamentan la convivencia, podemos decir que nosotros, los seres humanos, somos hijos adoptados por este mecanismo legal. La vida de las personas no sólo depende de quien la engendra y da a luz, sino fundamentalmente de quien la nombra y desea pues, de lo contrario, sucumbiría frente a la temprana indefensión.
El niño ingresa al universo simbólico de sus padres. Su identidad se construye a partir de las identificaciones de quien lo desea y ama.
Le agradezco habernos citado en su trabajo, desarrollando el anudamiento entre identidad y adopción, con el concepto de “ahijar”. Lic. Graciela V. García y Luis CarlosH. Delgad0, “La etapa nasal”. seguimos investigando: lhdelgado.WordPress.com