NÚMERO 21 | Mayo 2020

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«Joker». Una mirada sobre las masculinidades hegemónicas y su relación con la violencia | María Julieta Peluffo

En este articulo la autora aporta una mirada critica sobre las masculinidades, la desigualdad y la salud mental, desde una perspectiva de género, ensayando posibles conceptualizaciones y comprensión de los malestares, sufrimientos y las violencias que habitan cada una de las escenas del film para que advengan en instrumentos de valor para nuestras prácticas.

Introducción

El actual número de la revista nos invita a reflexionar sobre las violencias utilizaré entonces como disparador para el presente trabajo la película Joker (2019). Protagonizada por Joaquín Phoenix, y dirigida por Todd Phillips. Es un film complejo y ofrece múltiples líneas interpretativas. Por lo tanto, tomare para este desarrollo el concepto de masculinidades hegemónicas, la construcción epistemológica de esta y la constitución de la identidad masculina que nos aportaran una guía para emprender el recorrido. Así como también el entramado que sostiene aún hoy naturalizaciones dadoras de derechos y legitimidad que resultan alienantes y habilitan violencias en nombre de la normalidad, la salud y una supuesta naturaleza humana . Y particularmente al interior de las masculinidades, entre varones.

Por último y a modo de conclusión desarrollare brevemente como alternativa la propuesta acerca de la ética, (Tajer, 2018) como posibilidad de una cultura del semejante.

¿Cómo funcionan al interior de las masculinidades hegemónicas del patriarcado capitalista el lugar de los hombres más o menos poderosos, más o menos vulnerables?  ¿Son víctimas del patriarcado? gozan de todos sus atributos y sus atribuciones? Existen masculinidades que por déficit quedan en algún territorio otro, no el de las mujeres, ni los homosexuales, trans, niños etc. ¿Que legitima la violencia al interior del mundo de los varones?

De la cultura del malestar a la cultura del semejante

JOKER. La película comienza con una ciudad repleta de basura a causa de una huelga de recolectores lo q tiene a todos los sectores sociales muy alterados, afectados por malos olores, suciedad y una invasión de ratas gigantes, incluidos los Barrios más pudientes. El personaje principal, Arthur Fleck, que luego devendrá en el Joker, es un hombre joven, con una enfermedad neurológica que le provoca reír sin control e inadecuadamente, tiene alucinaciones, es raro, de clase baja, trabaja de payaso y cuida a su madre enferma. Desea ser comediante. Sufre situaciones de violencia, de mal trato y ridiculizaciones de sus compañeros de trabajo, su jefe y en la calle. Admira a un periodista o presentador televisivo Murray Franklin, que ve junto a su madre y con quien fantasea, desea que fuera su padre. Además, en el transcurso de la película se desarrolla la posibilidad que Thomas Wayne, un hombre poderoso y rico que se postulara como alcalde de la caótica Gotham, sea su padre, ya que su madre de joven trabajó como empleada en su casa. 

Trataré en primer lugar de ubicar a Arthur, podríamos decir que es un varón no hegemónico en tanto carece de poder, desde la lógica atributiva de las masculinidades que determina una lógica distributiva. (Burin, 2000) Distribución inequitativa del poder, de las riquezas, el trabajo, los beneficios, las mujeres, los placeres, el bienestar, el lujo. Por supuesto el periodista y Wayne dan cuenta de quienes son aquellos hombres q ostentan el poder, al decir de Burin,2000 (p. 127)

 

El poder estaría en manos de los hombres blancos heterosexuales adultos, cuya masculinidad es hegemónica, quedando marginados los “otros” hombres (niños, ancianos, homosexuales, negros, etc.)

 

Si bien tenemos aquí en juego la episteme de lo único formulada como Hombre=hombre, que iguala a la humanidad a este hombre anatómicamente definido y con los atributos mencionados varón, blanco, adulto, propietario y heterosexual. Y Quedando la mujer como lo otro, en negativo, en menos. (Fernández, 1993). Desde esta perspectiva también analizaremos los vínculos y situaciones que se desarrollan con los personajes tanto masculinos como femeninos. Pero tomo ahora la definición de Burin para poder observar hacia el interior de la masculinidad hegemónica a fin de particularizar el funcionamiento de esta lógica en los vínculos entre varones. Podríamos agregar en los etcéteras, locos, enfermos, pobres, marginales categorías en las que nuestro protagonista se inscribe.

Hemos recorrido varios autores y desarrollos acerca de cómo las mujeres se constituyen en semejantes de baja intensidad, (Tajer, 2018) y las consecuencias en la   salud, lo social, lo político y lo económico que esto conlleva pero quisiera como mencioné antes explorar qué modos y qué impactos tiene esto al interior del colectivo masculino.
En primer término y desde la primera definición que tomé  de Burin podríamos hablar de marginados. Y en tanto tal, al margen, pero dentro o fuera de Los Hombres ¿serían subordinados tal como lo piensa en el artículo?, ¿podríamos pensarlos como los suburbios de la masculinidad? No afuera como las mujeres, los LTGBIQ+, los niños, pero tampoco en la Metrópolis. En precario equilibrio, en el borde.

Pensaba en el exilio de envejecer, jubilarse, enfermar aun siendo un hombre hegemónico, padecimientos que en el consultorio se presentan como sujetos que se perciben des subjetivados, tristes, deprimidos, impotentes. Caídos como el fruto maduro se desprende del árbol para acabar inexorablemente en el suelo, con los desperdicios.  Lo sintetiza con precisión G. Reid (2019, p. 213)

Muchas de las angustias de los varones tienen que ver con la caída de las referencias identificatorias y de los valores identitarios para los cuales fueron subjetivados,

 

Como en la película. ¿La basura nos igualara a todes?

Eso me lleva a una pregunta que se hace D. Tajer, en un artículo de la revista Topía  (2018, p. 14) …si los varones también son víctimas del patriarcado,
y se respondeDesde mi visión , no son víctimas sino que sufren los costos por la hegemonía, los costos del poder y de no poder hacer todo lo que quieren…

Lo que ella ubica que está en juego en los varones es la valoración propia y social, y que en esta masculinidad hegemónica aquello que les da privilegios  paradójicamente también los daña.

Entonces la masculinidad hegemónica si bien garantizaría los privilegios del patriarcado no es homogénea en su composición y entramado colectivo. Pero de todos modos no pierde su dominio, a decir de Bonino Mendez (2002, p. 7)

…la masculinidad tradicional, llamada más exactamente masculinidad hegemónica (HM), no es solo una manifestación predominante, sino que como tal queda definida como modelo social hegemónico que impone un modo particular de configuración de la subjetividad, la corporalidad, la posición existencial del común de los hombres y de los hombres comunes, e inhibe y anula la jerarquización social de las otras masculinidades…

 

La película nos muestra un varón subjetivado desde la lógica de la humillación masculina subalterna es decir poseedor de nada, o de casi nada porque posee su masculinidad. Y nos permite ver las múltiples y complejas jerarquías que se establecen en los vínculos de esta masculinidad. En el mismo texto, Bonino Méndez (2002, p. 8) nos alerta acerca de la importancia de comprender la …inscripción social y subjetiva de la masculinidad hegemónica.  Por tanto, no solo delinea identidad identificatoria, sino que inscribe en cuanto a la misma existencia y al valor social.

Es interesante introducir aquí un nuevo personaje de la película, el compañero de trabajo que ostenta el poder hegemónico en ese grupo de marginales que reproduce el orden jerárquico en estéticas decadentes de la masculinidad. El grupo de payasos lo componen, un negro, un gordo, un enano. Volviendo a este nuevo personaje que aparece además de ridiculizarlo en un gesto paternalista al modo del patriarcado capitalista, lo provee de un arma. Un arma para defenderse, para no permitir que lo humillen, ya que había sido atacado y golpeado por un grupo de adolescentes en la calle.

Apelare al concepto de matriz de la Belicosidad heroica (Bonino Mendez,, 2002) para pensar esta ficción restitutiva de la dignidad que le propone, si bien este organizador del deber ser, se presenta a modo de luchador heroico, valeroso, competitivo no es el único de sus matices ya que legitima la violencia aun en su forma mas extrema, donde el otro puede ser un adversario peligroso. De hecho, las ubica como base de la homo y xenofobia, y de la misoginia. Volvamos a los suburbios de las masculinidades hegemónicas, que conviven con el peligro latente, la posibilidad de quedar fuera. Y a la vez que con la imposibilidad de desplegar por falta de recursos simbólicos y materiales estas matrices en sus versiones más seductoras, deportivas, estéticas.

Por lo tanto, Arthur pintado de payaso, ya que vuelve de trabajar viajando en el subte, armado y obediente a este padre -autoridad de la jerarquía hegemónica- se encuentra a raíz de su risa inadecuada, e interpretada como burla irreverente, agredido y humillado por tres jóvenes que con absoluta impunidad despliegan sus atribuciones. Estos, primero molestan a una chica hasta q lo ven, y van por el que obediente debiera soportar, los insultos, los golpes. La muerte. Pero contra toda lógica de la obediencia y sumisión hegemónica los termina matando, convirtiéndose en el Joker representante involuntario de los marginales, encabezando una rebelión sangrienta en busca, no de justicia ni de nuevos modelos de inclusión y equidad, sino de ascenso a la cúspide del escalafón hegemónico.

 Encabezando todas las noticias, las portadas de los diarios y desatando una intensa búsqueda policial. Porque estos tres crímenes de los dignos representantes del Patriarcado son intolerables, incomprensibles, injustificables y por ende imperdonables.

Me es inevitable detenerme en dos reflexiones. La primera, que hubiera sucedido si el ataque terminaba con la violación y o muerte de la chica. La prensa se preguntaría ¿de dónde volvía, que hacía tan tarde y sola en el subte una chica­?  FIN. 

Y en la segunda, si hubiera sido Arthur, titularía: Pierde la vida en una pelea, en circunstancias no esclarecidas un paciente psiquiátrico, armado y disfrazado de payaso. FIN.

Porque estos dos crímenes no desafían la hegemonía masculina, no cuestionan sus jerarquías por lo que se inscriben en lo tolerable, comprensible, justificable, y por ende no punible o perdonable. Suceden a las afueras de los territorios que vigila y garantiza la legalidad hegemónica.  

Por otra parte, tomare dos cuestiones para analizar aquí el daño a sí mismo y a terceros. Y el desconocimiento o desconexión en cuanto al cuidado y la vulnerabilidad en los varones hegemónicos.

En cuanto al daño, porque la historia que vamos conociendo del protagonista es una sucesión de descuidos, vulneraciones, violencias y abusos desde la infancia. La negligencia asociada al cuidado en cuestiones de género y la violencia asociada a las lógicas de subjetivación masculina. (Lo Russo,2012) Quiero consignar que esto podría abrir una línea de análisis en relación con la educación, la infancia y los modos de subjetivación patriarcales y diferenciales en niños y niñas, así como el acceso a las masculinidades hegemónicas de los adolescentes, lo que requeriría de otra u otras monografías paralelas.

Retomando el tema del daño y las nociones de cuidado nos permiten reconocer la forma aprendida y en tanto posible del “cuidado” entre estos varones así subjetivados que tiene que ver con la recuperación, o adquisición  del poder o atributos negados, la venganza y la crueldad al interior de la metrópolis masculina; metáfora que utilizaré para referenciar este universo cinematográfico, pero también como modo de funcionamiento territorial que delimita posiciones y que excluye a todos los no varones.

Caracterizado por un deslizamiento hacia la acción, la conquista o la defensa dependiendo el caso y el adversario, con mayor o menor potencia, crueldad. Y sin registro del riesgo, el peligro, la finitud.

En la película el protagonista denuncia que durante toda su vida no sabía si realmente existía, al menos hasta convertirse en el Joker.

Voy a introducir un concepto en relación con el reconocimiento para pensar la existencia. Reconocimiento que como experiencia nos vuelve humanos. Y donde “La sociedad crea humanos verdaderos vs humanos falsos” (Porchat, 2013., p. 150) Vuelvo a encontrar otro intersticio donde reflexionar en estas masculinidades que no son hegemónicas, no están por fuera de sus alcances y efectos, pero a su vez, parafraseando a Porchat podríamos decir son varones verdaderos vs varones falsos.

Retomando el film, la invitación al programa de TV fue motivada por un video de una presentación penosa como comediante de Arthur, que causa mucha gracias a los televidentes sumada a las burlas del presentador sobre esta. Caracterizado ya como un Joker disfrazado de hegemónico, bailando en las escalinatas de la Metrópolis, pero payaso al fin, poderoso y desafiante emprende el camino hacia algún final. Habiendo asesinado ya a su madre y al payaso que le diera el arma- en lo que creo es el asesinato más cruento de la película –  habiéndole perdonado la vida al enano, se presenta en el programa.  Tal vez con la idea de confesar lo acontecido en el subte, y luego suicidarse, devela al aire que es el payaso cobarde -tal como lo catalogara Wayne- que cometió dichos crímenes. Expone los sufrimientos que él y en él, ellos los marginados, los que habitan ese borde, territorio externo e interno padecen. Lo que fueran risas y burlas como intento de doblegarlo mutan en desentendimiento, condena y punición instantáneas que exponen en el presentador los hilos de la jerarquía y la autoridad. Pero antes que esta extienda su largo brazo y ante el pedido que llamen a la policía, en una escena inesperada le vuela la cabeza de un tiro, en plena transmisión.

Pero esto no es tolerado en él verticalismo de las masculinidades hegemónicas porque además de tener un costo personal- tal como nos advierte Tajer (2018), en su texto-,rompe los códigos, salta las jerarquías abriendo peligrosamente la posibilidad de que, a raíz del ascenso violento de los subalternos al poder, se conmueva o peligre el orden dispuesto. Y claro está la estructura misma.

¿Es posible que pensemos aquí que lo que existe en la masculinidad hegemónica sean tan solo códigos carentes de ética?

¿Códigos que solo aseguran que cada varón se mantenga en el lugar que le fue atribuido y soporte la distribución desigual con resignación?

Los códigos son popularmente conocidos, ejemplo de ellos es el porque lo que no se toca es a la mujer del amigo en tanto propiedad de otro hombre, pero se humilla a través de la conquista en su forma más leve hasta la más brutal como la violación sobre el cuerpo de la mujer del enemigo.

Esto nos introduce a otro tipo de habilitación a la crueldad y daño hacia las mujeres, en la película él mata a la madre porque descubre, que ésta lo sometió a abusos, descuidos, vejaciones. Una madre loca, delirante, mala madre. Hospitalizada, psiquiátrica, negligente.  Nada se pregunta sobre la responsabilidad, ausencia, negligencia del padre. Y cuando enfrenta a Wayne su posible padre no solo no lo mata, sino que recibe una trompada ante sus reclamos. Queda la duda de la veracidad de todo aquello develado por Wayne, y su familia quienes detenta el poder suficiente para ejecutar cualquier tipo de acción para enloquecer, vulnerar y deslegitimar a esta madre y a su hijo.

Por otro lado vemos una relación con la vecina como parte de un delirio donde él es un hombre que despliega todos los atributos de la actividad masculina y la conquista. Que termina irrumpiendo en el living de su casa en una escena que la aterroriza y donde no sabemos qué más sucede en términos de daño.

Sobre el final de la película asesina también a la terapeuta que lo atiende en su encierro final en el psiquiátrico y en una escena dramática y teatral pinta de rojo con sus zapatos los blancos pisos del manicomio con la sangre de esta terapeuta mujer y negra.

Acaso la teoría que sostiene que toda la trama de la película es tan solo una alucinación del protagonista que nunca abandona el Hospital Psiquiátrico, confirma la eficacia del Patriarcado capitalista, pregnante que delínea hasta los modos de alucinar hegemónicamente aceptables si se aspira a ser reconocido en las filas de la masculinidad.

Conclusiones

Brevemente quiero referirme a las preguntas iniciales y que se despliegan y complejizan en el desarrollo del trabajo. Pienso que es interesante seguir explorando lo que llamare aquí los suburbios de la masculinidad hegemónica. Los caracterizarías como áreas limite, como esos espacios en la frontera que no son afuera ni dentro y que los alcanza una mixtura que les es propia. Hubiera querido ponerlos en diálogo con el concepto de multitudes Queer, pero vale decir que el espacio es tirano. Y quedara como otra posible manera de comprender, o mas bien acercarse a la compresión de estas subjetividades que tal vez a través de alguna restitución ética puedan hallar maneras más saludables de reconocimiento.

Por otro lado, pensaba que posible salida de estas masculinidades hegemónicas patriarcales y capitalistas podríamos avizorar. Porque quienes mas poder concentran no dejan de ser quienes menos padecen los costos de esta hegemonía. Y a su vez, debieran ser quienes pudieran percibir alguna ética capaz de inaugurar una cultura del semejante. Un otro, sujeto de derecho compañero, par, multitudinal, diferente. Pensaba en la sororidad. Que salida a la perplejidad que no funcione como un maquillaje, un Joker que disfraza la revolución de hegemonía y la hegemonía de revolución para perpetuar un sistema que, a la larga, nos desgarra a todes. Y termino con una frase de Tajer (2018)

Los seres humanos somos complejos y sujetos de conflicto e inconsciente. Pero también podemos ser éticos y es desde ahí, que se convoca a la responsabilidad.

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María Julieta Peluffo

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