NÚMERO 22 | Octubre 2020

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La transferencia como (modelo de) construcción de realidad | Norberto Lloves

Síntesis de la Tesis de Maestría en Psicoanálisis, Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados (AEAPG) en convenio con la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), defendida en agosto de 2019. Directora: Mag. Andrea Martínez Filomeno. Jurados: Dr. Eduardo Mandet, Dra. Beatriz Rodríguez, Mag. Carlos Weisse.

Introducción y objetivos

Esta tesis nace de interrogantes clínicos que surgen de la transferencia como parte de la realidad del análisis: ¿Cuál es el estatuto de realidad que presenta la transferencia analítica? ¿Cuánto de esta concierne a la realidad psíquica y cuánto a la material?

En esta línea, la investigación se abordó desde el siguiente problema: ¿Cómo opera la transferencia en la construcción de realidad, y qué cualidad adquiere ésta en un tratamiento psicoanalítico, desde la perspectiva del psicoanálisis freudiano?

Como respuesta tentativa, se planteó la siguiente hipótesis: que la transferencia, desde el punto de vista metapsicológico, tiene un mecanismo que puede considerarse modelo de cómo el aparato psíquico legado por Freud construye realidad.

Esta perspectiva no sólo incluye la realidad de la transferencia dentro del marco analítico,  también se extiende a las realidades transferenciales por fuera de dicho proceso, aquellas que acontecen en los vínculos libidinales de una persona en su vida cotidiana. 

Esta hipótesis se fue construyendo con el hallazgo de correspondencias entre el mecanismo de producción de transferencia, como puesta en acto en el mundo de los objetos materiales de la realidad sexual inconciente, y el mecanismo de discernimiento y construcción de  realidad que Freud ha teorizado en su obra. Una correspondencia se observó en el modo de constituir vínculos con los objetos del mundo, donde ambos mecanismos se apoyan para su operatoria en representaciones psíquicas anteriores, restos de vivencias y percepciones:

  • La transferencia construye lazos con objetos del mundo a partir de representaciones previas, para la puesta en acto en el mundo material de deseos inconcientes;
  • El “examen de realidad” valida la condición de realidad objetiva en el “reencuentro” de representaciones mnémicas con percepciones de los objetos del mundo material;
  • Ambas operatorias se apuntalan en restos indiscernibles de la realidad objetiva.

El efecto en ambos mecanismos es la construcción de realidad para lo psíquico: sus productos se vivencian actuales y parte de la realidad objetiva. Por esto la hipótesis de que la transferencia sería un modelo de cómo el aparato psíquico construye realidad objetiva.

Los objetivos generales de esta investigación son: 

  • Comprender el problema específico de la construcción de realidad en el marco transferencial.
  • Comparar esta operatoria con la construcción de realidad del aparato psíquico freudiano, para ubicar a la transferencia como modelo de construcción de realidad.

Metodología, desarrollo y conclusiones

Se efectuó, como diseño metodológico para el desarrollo de esta tesis, una investigación descriptiva e interpretativa, configurada a partir de un estudio bibliográfico y documental, con enfoque cualitativo. Esta investigación se constituye de cuatro capítulos:

En el primero, se describe el esquema teórico del aparato psíquico freudiano, con las  diferentes características según la época de su desarrollo, para situar las bases y el marco metapsicológico que constituyen los dos puntos de esta tesis: el concepto de realidad y el concepto de transferencia. En psicoanálisis, según cómo se conciba el funcionamiento del aparato psíquico, se determina el modo de conceptualizar el vínculo con la realidad y el estatuto de transferencia. La teoría del funcionamiento psíquico, Freud la fue formalizando en paralelo a la experiencia clínica y creando estrategias en la dirección del tratamiento.

Esta investigación sostiene una lectura de Freud, donde el psiquismo administra los estímulos de afuera y del propio organismo, en un permanente intercambio con el mundo, en pos de responder a las demandas del apremio de la vida, tanto externo como interno. Pero la diferencia yo-no yo no está desde el inicio, se va construyendo en el mismo comercio con el medio. En este desarrollo, es pilar el desvalimiento humano al nacer, marca en el origen de la dependencia del mundo externo para la existencia, creando condiciones básicas que promueven la construcción de vínculos libidinales y transferencia. Se analizaron tres períodos freudianos con respecto a la teorización del aparato psíquico:

  • El primero de 1895 a 1910, cuyos pilares son el Proyecto de psicología, la carta 52 y el Capítulo VII de los sueños.
  • El segundo período incluye la formalización de la 1º tópica y la 1º teoría pulsional en los escritos metapsicológicos de 1911 a 1920.
  • El tercer período, de 1920 en adelante, determinando profundos cambios clínicos y teóricos con la 2º tópica, la 2º teoría pulsional y la nueva teoría de la angustia.

En el segundo capítulo se realiza un desarrollo conceptual del vínculo del psiquismo con la realidad; es decir, las formas de configuración, construcción e intercambio entre la realidad interna y la externa, donde se observa la complejidad del vínculo con la realidad objetiva y el lugar paradójico de la realidad psíquica que tiene apuntalamientos en la realidad material. Respecto de este punto, para Freud la realidad objetiva es indiscernible[1]; por lo cual teoriza  un proceso, el “examen de realidad”, que construye objetividad. Este proceso establece distinciones entre la realidad que puede generar la investidura de representaciones (realidad psíquica), con posibles efectos de realidad objetiva para la conciencia, y la realidad del mundo material que incide, aún indiscernible, en el sistema percepción-conciencia.

Freud en su obra sitúa lo complejo de diferenciar entre la realidad psíquica y la material, como si estuvieran íntimamente enredadas. Ubicar el objeto en la realidad del mundo es una tarea vital desde el inicio de la vida, ya que la acción específica que cancela el estímulo endógeno tiene su fuente en el mundo exterior y sólo se procura con el auxilio ajeno. En ese derrotero, donde participan la experiencia sensible del mundo en interacción con procesos de subjetivación, se observó que la falta intermitente del objeto de satisfacción en la realidad externa propicia su constitución como exterior y habilita su búsqueda.

Ahora, el modo de subjetivar el mundo externo, para ser percibido como tal, es a través de una comparación activa con el bagaje representacional previo. Esto implica un trabajo de juicio entre lo percibido incomparable con experiencias propias, el das Ding, y aquello comparable con experiencias previas. Este discernimiento, donde viejas representaciones son llamadas a convencerse de que el objeto de deseo sigue presente en las percepciones del mundo (reencuentro[2]), permite producir subrogados del objeto perdido que, examen de realidad mediante, cualificará de “objetividad” para la conciencia. Este “reencuentro” no es encuentro, pues incluye la inadecuación entre la percepción y la representación, donde la falta del objeto en la realidad respecto de su representación interviene en su propia intelección; falta que se sexualiza al anudarse al complejo de Edipo y de castración.

Desde esta perspectiva, se señala que el psiquismo freudiano no refleja al mundo que percibe, y que el acceso cognitivo a lo real objetivo es efecto de la construcción de correspondencias de la percepción de un objeto con representaciones previas; dejando en claro que la subjetividad interviene directamente en la construcción de objetividad.

El “efecto de verdad” de una vivencia de realidad objetiva es conjetural; se construye con representaciones de objetos y restos de vivencias infantiles y prehistóricas, enlazados libidinalmente en interacción con contingencias apuntaladas en la realidad objetiva actual.

El tercer capítulo trata sobre la construcción del concepto de “transferencia” desde la teoría freudiana y su vínculo con la realidad: la transferencia es un fenómeno universal en la constitución de vínculos libidinales por desplazamiento de imagos y deseos infantiles. Un  fundamento de la disposición a la transferencia es la vital dependencia al nacer, la cual  exige libidinizar el mundo para “reencontrar” sustitutos de los objetos de satisfacción.

Instalada la transferencia organiza y comanda el modo vincular con los objetos, repitiendo en acto viejos clisés a los cuales se les atribuye realidad objetiva y actual, por lo cual, en línea con la presente tesis, construye realidad.

En tanto la transferencia expresa la escenificación por desplazamiento de representaciones previas tiñendo los vínculos actuales, se puede hacer una analogía con el modo de trabajo del examen de realidad cuando construye realidad objetiva, señalada en el capítulo anterior.

Un efecto de la transferencia es la atribución de realidad objetiva actual, no una expresión de algo del pasado que se reedita como clisé. Freud aclara que la repetición en la transferencia no es inmutable ante nuevas experiencias; por eso, la transferencia analítica puede operar produciendo cambios subjetivos: en la reedición del pulsionar patógeno con el analista, se apunta a rectificarlo en pos de tornar inocua la exigencia pulsional para el yo.

Otro punto investigado fue la realidad (resistencial) que construye la contratransferencia para el analista. Por último, se ubicó la disolución de la transferencia para el fin del análisis, como pasaje del artificio de la neurosis de transferencia a las transferencias de la vida real.

En el cuarto capítulo, por un lado, se evaluó epistemológicamente el concepto de “modelo” según propuestas de Klimovsky y de Badiou, para ubicar su uso en esta tesis.

Para concluir, se valida la hipótesis con la ilustración clínica de estos desarrollos, a través del análisis de la vida del “Hombre de los lobos”, donde se muestra un caso paradigmático de cómo una transferencia analítica sin fin (con Freud) construyó realidad en una vida. Para esto se investigaron el análisis del “Hombre de los lobos” con Freud y Ruth Mack Brunswick, sus memorias, cartas con Muriel Gardiner y entrevistas con Karin Obholzer.

En estos testimonios se observa cómo el apodo que le dio Freud, “Hombre de los lobos”, construyó una realidad de vida desde esa identidad adoptada. Por los textos se infiere que Serguei Pankejeff fue devorado por el hombre de los lobos; como si sus mociones pulsionales orales, generadoras de angustia y miedo a ser comido por un lobo, luego reeditadas en la transferencia con Freud, al no ser rectificadas en ese análisis se hubieran realizado en dicho apodo; nominación que testimonia la transferencia sin fin con Freud. Esta no disolución transferencial se desplazó de Freud al mundo psicoanalítico, realizando fantasías masoquistas desde su condición de (objeto) favorito, por haber sido el analizante de Freud. Así ocupó el lugar del “famillionario” del psicoanálisis, ya que tanto él como los psicoanalistas que lo rodeaban, al ser “uno de los suyos”, consideraban que sus acciones podían afectar al mismo psicoanálisis, a la manera que el pedicuro Hirsch-Hyacinth creía influir sobre el barón Rothschild por tratarle sus callos.

Esta realidad del Hombre de los lobos estaba apuntalada por los psicoanalistas de su época, con actos concretos que sostenían su lugar de privilegio y, a su vez, de sometimiento, con dádivas, cuidados y prohibiciones a lo largo de su vida, fomentando así su realización fantasmática. Estos hechos mantenían la vigencia de la transferencia sin fin con Freud desplazada al mundo psicoanalítico, construyendo así una realidad de vida hasta su muerte.

Notas al pie

[1] Freud, S.: “Esquema de psicoanálisis” (1940) Pág. 198. Ed. Amorrortu. Bs. As.  

[2] Freud, S.: La negación (1925) Pág. 225. Ed. Amorrortu. Bs. As.  

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