NÚMERO 25 | Mayo 2022

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Transitando nuevos desafíos | Stella Maris Grisolía y Graciela Mónica Macotinsky

Mesa del Área de Mediana Edad y Adultos Mayores: «Transitando nuevos desafíos» presentada en el Ciclo «Miércoles en la Escuela ONLINE», noviembre 2021.

Miércoles en la Escuela ONLINE

24 de noviembre de 2021 

AREA DE MEDIANA EDAD Y VEJEZ

Mesa:

«Transitando nuevos desafíos» (se exhibirán fragmentos de la serie “Navillera” presentada por Nexflix, marzo 2021)

Panelista:
Lic. Stella Maris Grisolía

Comenta:
Lic. Graciela MÓNICA Macotinsky

Coordina:
Lic. Cynthia Chantrill

 

REVISITANDO LO ACONTECIDO

Stella Maris Grisolía

 

Recibimos una propuesta para continuar trabajando con las preguntas de nuestros compañeros. Una propuesta muy interesante, por cierto, ya que muchos se acercaron con gran entusiasmo a nuestra presentación. Muchas fueron respondidas parcialmente, otras quedaron para este momento y para otros… ¡Algunas necesitan meses y años de elaboración! Y estamos muy agradecidas por ello.

Tomando el guante, uno de los temas que convocó a nuestro público fue «el deseo». ¡Vaya cuestión!

Del latín disidium, deseo es la acción y efecto de desear (anhelar, sentir apetencia, aspirar a algo). El concepto permite nombrar al movimiento afectivo o impulso hacia algo que se apetece. Gregorio, de 91 años, uno de nuestros participantes, se encuentra transitando su deseo, su interés en conectarse con el otro por medio del psicoanálisis, del arte. Pertenece a una época que lo habilita. Deleuze nos decía que el deseo es epocal:  nuestros abuelos no se imaginaban viajar a la luna, nuestros nietos y bisnietos probablemente viajen a la luna,

Resulta interesante pensar el deseo más allá de la sexualidad, en este caso, de los adultos mayores. Jugar con el tema del o los «deseos», los «mandatos», las «exigencias». No existe si no hay un deseante. Una vez que se produzca la partida del portador del deseo, algunos familiares o amigos podrán continuar su legado por deseo o quizás por mandato. Nuestro personaje, Deok Chul, se comporta rechazando el mandato paterno y continúa su deseo y sabe, además, que no cuenta con demasiado tiempo. Se encuentra avalado por su amigo, sus familiares, su director del estudio —como lo comenta Graciela— personajes desplazados de sus lugares, que quedaron en los bordes de lo social por distintos motivos. Otra compañera del pasado del Área de Familias —Delia Martinez— nos hablaba de «la fuerza» de los que están en los bordes como productores de cambios.

Retomando lo epocal, podemos observar la cantidad de cambios tecnológicos que hoy se ofrecen a los habitantes del mundo. Algunos pueden estar adaptados a las necesidades de los mayores, pero esto no sucede para la gran mayoría. La convivencia entre los mayores y la población joven puede no ser sencilla. Los cambios tecnológicos han sido abismales y los mayores se encuentran realizando un enorme esfuerzo para entender muchas cuestiones, una tarea de deconstrucción importante. ¿Dónde quedaría «la sabiduría de los mayores?». Esta existe, pero, como lo menciona nuestra colega Graciela Macotinky en la presentación…, en palabras parecidas a estas: «…no lo escucharon y, si lo dice de otra forma, a lo mejor lo escuchan». El mayor puede quedar atrapado en el aislamiento o caminar junto a los jóvenes, no con la celeridad de ellos, sino a su ritmo, pero al lado de ellos, porque necesitan de los relatos de la historia. Tarea no sencilla.

¿Puede ser que la actitud hostil de los jóvenes del entorno se deba a una resistencia a verse reflejados mayores en un futuro? (Pregunta formulada por una compañera). Se escucha por varios lados «la vejez tiene mala prensa» o «la vejez es un tema tabú». Nuestro profesor Leopoldo Salvarezza nos hablaba de la posibilidad de enseñar sobre la vejez desde la infancia: «Es necesario que el tema de la vejez tenga presencia desde la escuela primaria en adelante para que los sujetos en desarrollo puedan tener los elementos necesarios para poder identificarse con el viejo que van a ser». (Salvarezza, La Vejez).

Con relación al tema de «la epifanía», querido Abel, no podría decir que sea «una revelación» para nuestro personaje. Tendría que pensarlo más… pero aquí nos encontramos con la enfermedad y sabemos por otras disciplinas que existen recuerdos atesorados en nuestro sistema nervioso y que, por medio de la música, estos pueden despertar aún en ancianos muy afectados por la enfermedad de Alzheimer.

Y, para concluir por el momento, les dejo frases de un gran filósofo, G. Deleuze, también retomada por otra filósofa, Maite Larrauri (Colección Filosofía para Profanos): «Lo difícil no es conseguir lo que uno desea. Lo difícil es desear. Desde la posición victoriosa del que desea, si algo no se tiene, se conquista».

SOBRE LO PENDIENTE, EL DESEO Y LA FALTA

Graciela Mónica Macotinsky

Este escrito intenta plantear, como el subtítulo lo dice, aquello que quedó en forma de preguntas en un tiempo que no alcanzó.  Y así sería: el paso del tiempo se expresa en un «entre» lo vivido, lo que quedó como anhelo y el proyecto posible en nuestra exposición. Comienza en la edición misma de la serie Navillera, técnica y emocionalmente realizada por Stella Grisolia, con el personaje de Deok Chul y en quienes se acercan y alejan de él. Los interesantes aportes de los asistentes nos llevan a seguir pensando.

Desde el principio y vinculado con los temas que formulan, se habla del deseo atemporal. ¿Cómo relacionamos los múltiples efectos y discordancias del paso del tiempo en el ser humano con esta atemporalidad que sostiene el vivir?

La vida en estos tiempos. Con sus comentarios, los asistentes se hicieron eco de las presiones socio-laborales a las que estaban sometidos los personajes más jóvenes y las propias tensiones de Deok Chul durante su vida laboral y familiar. Los gritos del joven que no quiere aceptar a su alumno-representante anciano, los irascibles enojos del hijo mayor: ¿dónde fue a parar el supuesto mítico respeto oriental hacia la ancianidad que resaltamos en el Occidente? En su intervención, Abel Zanotto hace una comparación con la película Parasite, versión descarnada e inhumana de ese «milagro» oriental. Pienso que, globalización mediante, aquí, en Argentina y en el Occidente, también se presenta ese mundo del «sálvese quien pueda»: «el mérito individual a cualquier costo» —costo económico, humano y libidinal—, el «no parar» (estilo aplanadora).  Sus vidas transcurren en Corea del Sur, pero pensemos cuantos adultos mayores y sus familias podrían verse reflejadas en este juego argumental en el mundo.

Como para seguir intercambiando, recordemos que estas perspectivas fílmicas son previas a la pandemia de la COVID-19. Considero que el exceso se mantiene y potencia, haciendo marca en la subjetividad de cada quien y cada cual.

Anibal Repetto expresa su interés en «cómo el director pone de relieve la forma en que la imposición del rendimiento se infiltra hasta en aquello que parece todo lo contrario, como cuando dice: “¿No dijo que iba a darlo todo?” para luego cambiar y expresar: “Hágalo a su manera”, ya conectado con el deseo».  Deseo propio que pivotea en la mirada del otro y que es desafío a la vez. Desafío y anhelo de la danza, el volar pendiente desde la niñez.

Otras participaciones —la de María Eugenia Farrés y Gómez— toman respectivamente la hostilidad de las generaciones más jóvenes como una posible resistencia a identificarse con la vejez futura y las dificultades en los vínculos intergeneracionales en las diferentes sociedades. Aquí pienso en las perdidas y en sobrellevar las discordancias.  Estas expresiones se pueden observar como duelo y exclusión en la escena del velatorio donde los personajes conviven con la muerte, despiden al amigo y compañero de trabajo, hablan acerca de las experiencias de pérdidas anteriores. Algunos de ellos pueden naturalizarla, la reconocen, su percepción del paso del tiempo y el límite se acorta, se acerca. A diferencia de los más jóvenes, estos adultos mayores saben que «no tienen todo el tiempo del mundo ni un millón de amigos». En Corea o en Argentina.

Conversan sobre sus trayectorias y el futuro incierto. Expresan el sentimiento de ser usados por la generación siguiente, de los cambios en sus actividades, de los proyectos, del soma de ayer y los achaques de ahora, de la posible exclusión por ser viejos y que se acerca con fuerza al no decir, a la ausencia de palabra, a lo discordante e inconciliable

Preguntan en el chat por la clínica.  Cuando hablamos de vejez y psicoanálisis, vemos que se trata de subjetividad, de proceso de historización y no de cronología. Sin embargo, pensar en el proceso de envejecimiento es pensar en algún recorrido temporal, un proyecto identificatorio.

En la clínica psicoanalítica, más allá de las edades, pienso que se plantea el duelo como renuncia, vacío, cicatriz, castración, cambios de posición, diversidad, expresión de la potencialidad creativa implicados en una dimensión atemporal, pero en el adulto mayor, especialmente, con un registro de la temporalidad.

¿Cómo aceptar estos fragmentos que el yo pierde en el contexto de época que se describe?  ¿Qué lugar hay para las vicisitudes que tocan al cuerpo si lo que cuenta es pura imagen y positividad?

 ¿Cuántos de nosotros, analistas, que hoy transitamos los 65, 70, 80 o más años de edad, décadas atrás, nos hacíamos preguntas «viejistas» sobre esta etapa que estamos atravesando?  

¿Qué pasa con la sexogenitalidad después de los …? (Ya no me atrevo a decir qué edad decíamos, me da pudor. Hoy me parece un número muy bajo). «¿Te acordás cuando hablábamos de corrido?». «Gra, me olvidé las llaves, ¿tendré “el alemán”?». O, con una sonrisa, «¿cómo te bancás trabajar con viejos?».

Fallas de memoria, declive cognitivo, deterioro, demencia, términos con los que los psicoanalistas —no solo los que trabajamos en gerontología— nos implicamos en la tarea clínica.  Las demencias, la enfermedad de Alzheimer (uno de los síndromes demenciales) son un capítulo aparte y no lo son a la vez. En Deok comienza a verse en forma incipiente, y luego avanza en el desarrollo del argumento: los efectos en él y en su familia.

Así decidí subtitular este fragmento en el comentario del video: ¿Demencia? ¿La de que demente? ¿Demencia? ¿En qué familia? En Deok Chul se va manifestando una forma de deterioro que ira percibiendo subjetivamente y se complejiza en el entramado de los vínculos familiares a medida que cada miembro lo va registrando.

El diagnóstico es un tema controvertido en psicoanálisis. Aquí, la expresión de los primeros síntomas y el diagnóstico, en un primer momento, angustian al paciente designado y a quienes amorosamente o no lo rodean. Pero también le sirve para comprender-se y comprender al otro, para favorecer la empatía del allegado y no la lástima, para acceder a terapias diversas. Intervenir con el paciente y la familia con todas nuestras técnicas y las de otras artes y ciencias, rever la historia familiar, el pasado en este presente adverso, son herramientas preciadas del analista. ¿Cómo recibe cada subjetividad esos cambios? ¿Cómo decir sin estigmatizar? Creo que en este ser mayor pueden fusionarse el deseo con el saber que ya no tendrá otra oportunidad para realizar su proyecto, agitar sus alas: es ahora el tiempo de su ser gozoso. En la realización del proyecto él encuentra su propia estrategia terapéutica.

Tomando la pregunta de Cynthia sobre la no convivencia entre generaciones, podemos decir que no ver las dificultades que están padeciendo sus padres trae problemas: no es fácil notar a la madre conviviente estresada por el deterioro de Deok.  Sin embargo, a la vez, en nuestro personaje se encuentran algunos indicios de la forma en que él se proyecta para sí mismo y sus vínculos. Más allá de la convivencia fáctica, trata de transmitir una manera de actuar frente a las adversidades vitales. Actúa en la memoria colectiva, la transmisión generacional, la función abuelidad, las redes socio-familiares, las problemáticas inclusión-exclusión, desocupación-ocupación productiva y empatía. Empatía como tema para pensar en las generaciones más jóvenes, tan golpeadas por la imperiosidad de la inmediatez, la felicidad y el éxito a ultranza. Al decir de Kohut, la empatía es una de las formas y trasformaciones del narcicismo.

Si las condiciones lo permiten, estos complejos encuentros lo habilitan para cambiar identificaciones por otras nuevas, sustituir ideales, ir creando una argamasa nueva en la reunión con las siguientes generaciones.

Los asistentes nos hablan a Stella Grisolia y a mí, y valoran la inclusión del tema en este espacio.  También —como expresa Mónica Favelukes—  abordarlo abre la temática sobre medicación, acercándonos y complementando con otras estrategias; desprendiéndonos de prejuicios que nos ataban para mejorar la capacidad de pensamiento y el alivio de algunos pacientes cuando no alcanzan las palabras.

No es solo vejez=enfermedad=demencia=muerte. En adultos mayores escuchamos historia, ansiedad, depresión, pareja, parentalidad, padres, madres con preocupaciones por sus hijos, por sus padres, abuelidad, su vida cotidiana, trabajo, abuso, adicciones, género, diversidades… proyectos y más

Piera Aulagnier, en 1984, dice:

Mi propósito o mi esperanza son que el sujeto, terminado su itinerario analítico, pueda poner lo que adquirió en la experiencia vivida al servicio de objetivos elegidos siempre en función de la singularidad de su problemática, de su alquimia psíquica, de su historia, desde luego, pero de objetivos que por diferentes que sean de los míos, respondan a la misma finalidad: reforzar la acción de Eros a expensas de Tanatos, hacer más fácil el acceso al derecho y al placer de pensar, de disfrutar, de existir…facilitar un trabajo de sublimación que permita al sujeto renunciar, sin pagarlo demasiado caro, a ciertas satisfacciones pulsionales. (Aulagnier en Hornstein. Las depresiones, p. 204).

Así, queridas y queridos colegas, sigamos estos caminos…


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