Homenaje al Dr. Bruno Benzión Winograd

Bruno Winograd

¡¡¡Adiós Maestro!!!

Bruno a lo largo de estos años afianzamos un vínculo basado en una tarea en común.  

“El amor al psicoanálisis”. ¡¡¡Fuiste un gran maestro y me animo a decir también mi gran maestro!!! 

Tu pasión en la trasmisión del psicoanálisis fue siempre generosa y cálida. Sostenías que la clínica actual aportaba nuevos elementos a los distintos marcos referenciales.  De acuerdo con la problemática singular de cada paciente; profundizar otros esquemas referenciales amplió mi mirada entendiendo que según la problemática singular de cada paciente el proceso podía requerir otros enfoques. Destacabas el análisis como una experiencia singular e íntima; una experiencia bipersonal.

 Esto quedaba ejemplificado con tu clínica, donde honestamente traías tus traspiés y logros con los pacientes. Esta situación generaba en los alumnos colegas traer la propia clínica sin reparos en la exposición. El clima del Seminario era distendido y les dabas respiro a los Super yoes singulares. Rigurosidad teórica clínica se entrelazaba con tu buen humor. 

Siendo uno de los primeros alumnos y docentes en la escuela, tú pertenencia y afecto se reflejaba en una frase que solías decir” yo siento que a la escuela puedo venir en pijama”

 Antes del Seminario tomábamos café en 1810 dónde no me dejabas pagar. Salíamos del seminario y me decías “la pasamos bien” ¿no Sol? Nuestras charlas continuaban en el coche cuando te llevaba a tu casa. 

Destaco tu compañerismo, tu trato de igual a igual. En oportunidades me llamabas a casa para hacerme algún comentario sobre el seminario, Cada año que pasaba me regalabas una carpeta con el material que íbamos a trabajar en la cursada. Dabas un gran espacio y valoración a mis aportes en las clases

Antes de terminar deseo incluir algunas despedidas de tus colegas y amigos:

Gran maestro y querido colega…

Un espíritu investigador, cuidadoso y detallista…

Un gran pensador…

Valiosa presencia en el psicoanálisis y especialmente en la escuela…

Persona entrañable y noble…

Dejas huellas imborrables…

Tus aportes al psicoanálisis viven en nosotros…

Maestro del psicoanálisis rioplatense y latinoamericano…

Hermoso legado…

Pasión por la cura…

Gran referente y maestro

Persona entusiasta a la hora de trasmitir el psicoanálisis en la formación…

Cuando los colegas me preguntaban mi experiencia con vos solo necesitaba 2 palabras para definirte “maestro epistemológico”

Querido Bruno: Fuiste un gran maestro, guía, tutor. A un mes de comenzar a dar juntos el Seminario me da profundo pesar, dolor y tristeza tu partida, pero sé que tuve un gran privilegio de compartir un trecho muy importante de mi vida con vos.

Abrazo grande Bruno, siempre estarás en mi corazón.

Lic. Solange Savelski


Algunas reflexiones sobre el Dr. Bruno Winograd

Docente cuya transmisión generosa y apasionada así como rigurosa y profunda, amplió nuestras cartografías teóricas, técnicas y clínicas a quienes tuvimos el privilegio de formarnos  con él, estimulando el pensamiento propio, creativo e inédito. 

Desde los debates, exposiciones y participaciones en diferentes ámbitos de la asociación, a los  que siempre aceptaba asistir con renovado entusiasmo, y deseo de compartir y ampliar sus  propios saberes, a los que sostenía desde una posición abierta y en constante revisión, fue enriqueciendo nuestras miradas, a todo el colectivo de la Aeapg.  

Querido Bruno, seguirás acompañándonos siempre desde tu legado: sostener la pregunta  como posición ética, la duda, el pensamiento reflexivo y crítico, así como el estudio riguroso de  nuestra disciplina, siempre desde la libertad y el respeto a la pluralidad de voces con tu afán de  mantener el psicoanálisis en su potencia instituyente como disciplina en permanente  complejización y crecimiento. 

En nombre del Consejo Directivo, socias y socios, cuerpo docente y colegas en formación, de  nuestra Asociación, hasta siempre querido Bruno! 

Silvia Schlafman, socia y docente de la AEAPG.


Conocí a Bruno en nuestra Escuela, a la que él quería mucho y en la que se sentía tan cómodo “como si estuviera en pijama” o “en pantuflas”. Debe haber sido en el año 2004 en un Seminario de la Especialización llamado “Teoría de la Clínica Psicoanalítica”. A partir de allí, lo seguí por varios seminarios optativos, muchos dedicados al Psicoanálisis Rioplatense. 

Cuando empecé a escuchar a Bruno, en la imaginación se me dibujaba una biblioteca repleta de libros, lomos de diferentes tamaños y colores.  Es que Bruno ERA una cálida biblioteca. Uno podía imaginarse, mientras lo escuchaba, que estaba sacando cada ejemplar, que lo abría, lo acariciaba y generosamente lo compartía. Su pasión por el Psicoanálisis colmaba todo el espacio y la contagiaba. Siempre me había gustado la Historia del Psicoanálisis y él, la transmitía con fervor y entusiasmo. 

Comprendió que fueron apareciendo problemáticas clínicas mucho más complejas que las que de algún modo son delimitadas por el modelo de las neurosis y entonces con el mayor de los respetos presentaba una cantidad inmensa de autores, visiones más o menos contemporáneas, con los que nos invitaba a dialogar. Lo que más me asombraba era cómo los volvía a presentar en cada nuevo acercamiento clínico; jamás olvidaba la fuente, nuevamente abría la biblioteca, los traía y nombraba. De muchos, no olvidaba decir “mi amigo Hugo Bleichmar”, “mi amigo Liberman”, “mi analista Made Baranger”. Nos acercó muchos potentes pensadores porque a cada idea, a cada situación, le agregaba el nombre y apellido de quien lo había ayudado a pensar. Tenía un respeto inconmensurable por las producciones de sus pares y obviamente de sus “mayores”.  En su valoración, había también algo del orden amoroso. Cuando decía que en la Escuela podía presentarse en pijama por la libertad que en ella se respira, era un modo de halagar a la Institución, como halagaba a los diversos autores, con un reconocimiento verdadero que creo, habla de su humildad. Bruno escuchaba y valoraba a los otros y no necesitaba portar grandes trajes. Bruno, Benzion Winograd, podía “estar en pijama” y esa posición, me parece una de sus virtudes.  

Del mismo modo, procedía con sus alumnos tanto en la teoría, la técnica y la práctica clínica. Con una escucha abierta y siempre otorgando valor al criterio del analista cuando trabajábamos cuestiones clínicas.  

Más tarde, también cursé con él otros Seminarios en SAP, institución de la que fue fundador. Le gustaba mucho dar “Clínica referenciada” justamente porque en ella podía explayarse en cuestiones clínicas referenciándose en diferentes autores/creadores.   Además, la integración que Bruno podía hacer en sus intervenciones de sus diversos análisis personales, tanto los didácticos como otros, era fenomenal. Conocimos a través de él, a sus analistas a los que les estaba siempre agradecido. 

Otro punto no menor por lo que lo admiré es lo que llamaré su “Cruzada por la Singularidad”. Puede parecernos lógico y habitual porque ya aprendimos que nuestro trabajo es en el “caso a caso” y quizás por ello, se ponía hasta nervioso cuando alguien decía “porque EL obsesivo se comporta…”  Se revolvía en la silla hasta que lograba hacerse del micrófono y se enojaba. Y en tren de contar anécdotas que es lo que se me pidió, recuerdo una ocasión en la que estábamos en un Congreso Internacional. Se trabajó sobre un relato clínico anónimo, que ya podemos decir que era mío y él lo sabía, y desde la Mesa que se lo discutía salió ese clásico “EL obsesivo se comporta” y encima con un “y el analista debió…”. Cuando Bruno pudo tomar el micrófono, dio una clase magistral de “Clínica de la Singularidad” y otra sobre la clínica como una “clínica de dos”, habló de cómo cada pareja analítica presenta variantes de alternativas y al finalizar buscó mi mirada, me sonrió y yo me sentí muy protegida y amparada……Obviamente, para quienes vieron la mirada y la sonrisa, el tema del anonimato se develó. Mucho nos reímos juntos cuando recordábamos aquel día. 

Ya más íntimamente quiero contar que la vida, o vaya a saber qué, hizo que me convirtiera en la Celestina no consciente de su vínculo con quien él nombró hasta su último día como “el amor de mi vida”. Un encuentro en un Congreso fuera de la ciudad, me situó en ese inesperado papel porque ocurrió el milagro de un buen amor, con mi amiga de la infancia y de la vida. 

Así fue que hace años me siento más cerca de él (¡me salió en presente!) y cuando me pidieron que escriba estas líneas, pensé que no podría salir de la idea del Bruno del último tiempo que sabíamos se estaba yendo. Sin embargo, agradezco este pedido porque me volvió a conectar con el Bruno de la vida y lo mucho que nos dejó. 

Me quedo con la imagen de entrar a su casa y verlo, junto a su inmensa biblioteca, casi igual a la que yo había imaginado cuando lo conocí; en su sillón con muchísimos libros en los apoyabrazos, recurriendo a varios al mismo tiempo; con el Bruno apasionado por el cine, la música, la literatura, la poesía, dueño de una memoria sensible increíble.  Me quedo con el Bruno agradecido con sus colegas, con sus analistas y con sus padres; con el Bruno que pudo potentizarse tras años horrorosos y quiso transmitir y lo hizo en toda oportunidad casual o sistemática que pudo, la historia de su familia en la Shoá y su llegada a la Argentina a sus jóvenes 14 años. 

¡Te extraño, Brunito! Gracias, por tanto 

Lic. Susana Feinsilber